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Colombia en cuidados intensivos tras repunte de pandemia

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EP EE.UU/ Colombia

COLOMBIA, EN LA UCI TRAS LA PANDEMIA DEL COVID-19

El país atraviesa la crisis económica más grave de su historia y subir los impuestos, tal como pretende el presidente Duque, no parece la más acertada de las estrategias para hacer frente a la misma.

por Ricardo Angoso

La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 ha cambiado el mundo, obviamente, pero también ha tenido una fuerte impacto social y económico, para todos, pero sobre todo para los más desfavorecidos, como suele suceder en todas las crisis. Las desigualdades entre los países desarrollados y subdesarrollados se agravarán a tenor de la pandemia, siendo los más ricos y con más recursos tecnológicos los más favorecidos, y entre las clases sociales, machacando a los sectores más vulnerables y con menos recursos para hacer frente a una recesión que parece a estas alturas interminable y sin que se atisbe en el corto plazo una salida a la misma.

Mas bien lo contrario: la crisis se prolonga en el tiempo, los casos no remiten, la vacunación avanza a un ritmo demasiado lento para esperar que la misma concluya este año y muchos economistas alertan que lo peor de la aguda crisis social y económica está todavía por llegar. Todos estos elementos confluyen en la actual coyuntura de Colombia e incluso los agrava ante la tardía llegada de la vacuna y un proceso de vacunación demasiado lento quizá por la falta de vacunas dada la escasa capacidad de previsión del ejecutivo colombiano, que debería haber comprado en los mercados internacionales más dosis, tal como han hecho decenas de países. Por ejemplo, Chile, como no podía ser menos, se ha convertido en el modelo regional en lo que se refiere a la estrategia de vacunación, habiendo vacunado ya a la mitad de su población.

Si algo ha revelado esta crisis, es que la ineptitud abunda en todo el mundo, tanto a derecha como a izquierda, y que gestión de la crisis, en la que todos nos movíamos a ciegas desde el principio por desconocimiento, ha revelado las carencias de muchos de nuestros países en áreas tan fundamentales como la salud pública, la eficiencia de nuestras administración a la hora de atender las necesidades sociales y el funcionamiento del Estado de Bienestar en el mundo.

A tenor de que estamos viendo en las calles de Bogotá y otras ciudades del país, donde acechan la delincuencia y la pobreza -pese a que el DANE sigue considerando “ricos” a todos los colombianos que tengan unos ingresos superiores a los 80 dólares mensuales (283.000 pesos de mierda)-, la situación es realmente muy grave. Basta con pasearse por las principales avenidas y calles y vemos que lo que más abunda son los carteles de “se vende” o “se arrienda” en los antiguos negocios cerrados por la grave crisis que golpea sin piedad a todos los sectores sociales y económicos. Muy pocos se han librado de los efectos causados por esta recesión provocada por la pandemia del COVID-19 y la crisis ha golpeado, casi por igual, a todos los agentes económicos, aunque siempre son los más vulnerables, es decir, los más pobres,  los que se llevan la peor parte. Todas las crisis reproducen el mismo esquema en que los más pobres se vuelven más pobres y los más ricos, como un presagio fatal del cataclismo social que provocan las mismas, más ricos.

CUADRO ECONÓMICO MUY COMPLEJO Y REFORMA TRIBUTARIA

“En 2020 el PIB per cápita cae en picado 8,7 por ciento, el número de patrones o empleadores disminuyó un 32,4 por ciento (principalmente por la masiva quiebra de micro, pequeños y medianos empresarios), se destruyeron 5 millones de puestos de trabajo, el desempleo afecta al 34,2 por ciento de la fuerza laboral, hay incertidumbre por el futuro y el riesgo de seguir en la miseria o caer en la pobreza en 6 de cada 10 colombianos, solo 14,6 por ciento de las empresas han podido seguir funcionando normalmente, el resto, el 85,4 por ciento, se declararon en quiebra (10,8%), tuvieron que cerrar temporalmente (52%) u operan parcialmente con teletrabajo (22,6 %)”, escribía el analista Libardo Sarmiento al referirse a la difícil coyuntura económica del país tras la COVID-19.

Aparte del impacto económico, la estructura social del país se verá seriamente afectada, sobre porque se implementará la desigualdad y la ínfima clase medida se verá mermada en términos cuantitativos y en sus ingresos, sobre todo porque no ha habido desde la administración una política seria, rigurosa y práctica de ayuda a los pequeños y medios empresarios, columna vertebral de una economía que se suponía desarrollada. “Sobresale en esta situación el fin de la clase media más vulnerable debido a la quiebra de sus negocios, caída en el desempleo, las barreras para acceder a subsidios o la pérdida de poder adquisitivo, el cual difícilmente volverán a recuperar en el corto plazo”, seguía señalando Sarmiento.

En lugar de haber apoyado a este tejido social que conforma la clase media, media baja y media alta, el ejecutivo de Duque se ha empeñado en una reforma fiscal que pone al país ante un incierto horizonte -¿cómo se pueden subir los impuestos en medio de la mayor crisis económica conocida en la historia de Colombia?-, en apoyar a las grandes corporaciones y grupos con ingentes recursos del Estado tan necesarios para dar cobertura social a los más vulnerables, y un desmesurado interés por parte del gobierno en satisfacer y complacer las demandas de la oligarquía local, incluyendo a los bancos y a las grandes corporaciones financieras.

Sin una auténtica política social y fiscal, repartiendo recursos entre los desempleados y los pequeños empresarios y bajando los impuestos, difícilmente el país podrá hacer frente a una crisis de esta magnitud tan brutal, por mucho que el Fondo Monetario Internacional haya mejorado las previsiones para Colombia y que la administración intente explicarnos el mejor de los mundos para el presente año. La reforma tributaria, como elemento central de la estrategia del presidente Duque para hacer frente a la crisis, no generará empleo ni redundará en aumento de las inversiones externas e internas, sino más bien lo contrario. Intentar atraer a empresarios extranjeros para que inviertan en Colombia subiendo los impuestos no parece, desde luego, la mejor de las estrategias para incrementar la llegada de los tan necesarios capitales del exterior.


RICARDO ANGOSO GARCÍA
Coordinador del Foro Ideas para la Democracia:

http://www.foroideasparalademocracia.com/
Youtube.com:https://www.youtube.com/channel/UC9EOzzOxF5km99_0wKE9yWA?view_as=subscriber

Blog:http://iniciativaradical.org/web/

Facebook:https://www.facebook.com/ricardo.angoso

Web:https://www.casaquintahotel.co/

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El ‘soplo del diablo’: una trampa para los turistas en Colombia

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EP New York. | Colombia | judicial

Una mezcla de sedantes potentes está detrás de una ola de robos violentos en Medellín. Muchas de las víctimas son estadounidenses que buscan citas en Tinder.

Steven Valdez creyó reconocer a la mujer en el parque de Medellín. Mientras conversaban, se dieron cuenta de que habían hecho en la plataforma de citas Tinder. Intercambiaron números e hicieron planes.

En su cita, durante la primavera pasada, Valdez dijo que la mujer le sugirió que probara un platillo típico colombiano: una sopa cremosa llamada ajiaco. Ella la llevó del mostrador del restaurante a su mesa.

Tomó dos cucharadas, dijo Valdez, de 31 años. “Y eso es lo último que recuerdo”.

Como a decenas de visitantes de la ciudad colombiana el año pasado, a Valdez, bloguero de viajes, le dijeron en el hospital que había ingerido un potente cóctel de sedantes, potencialmente mortal, que incluía un fármaco llamado escopolamina.

La escopolamina hace que sus víctimas pierdan el conocimiento, y los expertos afirman que también puede hacer que se muestren extrañamente más abiertas a las sugerencias, como acceder a entregar una cartera o revelar contraseñas.

Las autoridades estadounidenses están tan preocupadas que emitieron este mes una alerta de seguridad sobre los sedantes y una oleada de delitos violentos dirigidos contra los visitantes en Colombia, especialmente en el destino turístico cada vez más popular de Medellín, ciudad de 2,6 millones de habitantes situada en un valle de la cordillera de los Andes.

La embajada de EE. UU., en una alerta de seguridad anterior, describe la escopolamina como una “sustancia inodora, insípida y que bloquea la memoria, utilizada para incapacitar y robar a víctimas incautas” y advierte sobre el uso de aplicaciones de citas en Colombia o frecuentar clubes nocturnos y bares.

Las autoridades colombianas afirman que muchos de los incidentes están relacionados con la industria del sexo de la ciudad.

“Lastimosamente, por un voz a voz, las personas están identificando que en Medellín hay chicas lindas y se puede rumbear muy rico a muy bajo costo y hay drogas”, dijo Carlos Calle, quien supervisa la industria del turismo para el gobierno de la ciudad. “La criminalidad aprovecha ese momento de turismo para poder delinquir en esa modalidad”.

Desde la pandemia, Medellín también ha atraído a miles de nómadas digitales que buscan una inmersión cultural y un Airbnb barato, y los investigadores y abogados afirman que ellos también son el objetivo de las plataformas de citas populares como Tinder.

Tinder no respondió a la solicitud de comentarios.

Aunque las muertes son relativamente inusuales, las autoridades de Medellín afirmaron que el número de robos en los que se utiliza escopolamina y otros sedantes ha aumentado considerablemente en los últimos años, aunque se desconoce la cifra exacta, ya que muchas víctimas no acuden a la policía.

“Hay gente que incluso también le da pena porque si denuncia ya la gente va a saber lo que estaba haciendo”, dijo Manuel Villa Mejía, secretario de Seguridad y Convivencia de Medellín.

Jorge Wilson Vélez, criminólogo forense que trabaja con las víctimas y sus familias, dijo que probablemente hubo cientos de víctimas el año pasado.

Los autores consideran los robos como un impuesto a los turistas, a los que ven como personas adineradas que están en Colombia para aprovecharse de las mujeres, dijo Vélez. La intención no es matar a nadie, añadió. Lo llaman “darles algo a los hombres para que duerman”.

El año pasado, Medellín recibió 1,4 millones de visitantes extranjeros, de los cuales casi el 40 por ciento eran estadounidenses, según datos de la ciudad.

Los delitos contra visitantes estadounidenses han despertado temores en la comunidad de expatriados. Un grupo de Facebook en inglés, Colombia Scopolamine Victims & Alerts, tiene alrededor de 3800 miembros.

Los estadounidenses están siendo atacados, dijo Vélez, porque acuden a Internet “buscando compañía, una relación”, y sobre todo cuando se presentan solos a las citas.

La escopolamina, también conocida como “el soplo del diablo”, se ha registrado en otros lugares de América Latina y fuera de ella; han aparecido casos en varias ciudades, desde Londres a Bangkok.

Pero el auge de la droga en Colombia, y la advertencia de la embajada a los estadounidenses, supone un duro golpe para un país que se esfuerza por cambiar su imagen.

Medellín, en particular, ha luchado por desprenderse de las asociaciones con las drogas, la violencia y Pablo Escobar. La ciudad ha experimentado una gran transformación desde la década de 1990, con museos elegantes, cafés en calles arboladas y la única red de metro del país. Aunque siguen existiendo algunas bandas criminales, las tasas de homicidio de la ciudad han descendido.

Los delitos dirigidos contra los turistas pueden empañar esa imagen de tranquilidad, pero también la empañan los propios turistas, según los funcionarios y abogados que representan a los hombres que han sido objeto de robos, quienes afirman que algunos tratan a Medellín como un escabroso patio de recreo.

“Existe una mística extraña. Vienes a Medellín y las reglas normales no se aplican”, dijo Alan Gongora, abogado estadounidense en Medellín. “Como si todo fuera posible”.

Algunas víctimas dijeron que solo buscaban una cita.

Durante la pandemia, Valdez dejó Los Ángeles, donde trabajaba en producción televisiva, para viajar y trabajar en sus blogs, incluido uno llamado We like Colombia. En mayo del año pasado se encontraba en Medellín, trabajando y tomando clases de bachata, cuando abrió Tinder para encontrar una pareja de baile.

Tras su cita con una mujer que se hacía llamar Luisa, dijo que se despertó en su Airbnb, solo e incapaz de levantarse. Sentía que la pierna derecha estaba rota.

La policía le dijo más tarde que sus captores lo habían golpeado, probablemente porque se había resistido a que le robaran, dijo Valdez. Los análisis de sangre del hospital revelaron la presencia de escopolamina y de otro fármaco, clonazepam, un depresor del sistema nervioso.

Sus teléfonos, laptop, billetera y unos 7000 dólares no estaban, dijo.

Pero se sentía afortunado de estar vivo.

Tras denunciar el ataque, su cita y varias personas más fueron detenidas al intentar utilizar sus tarjetas bancarias para comprar electrodomésticos en una tienda, según la policía.

Valdez intenta mantener lo que ocurrió en perspectiva. “He estado en Colombia como ocho veces desde la pandemia”, dijo, quien ahora vive en Puerto Rico. “He visto que el crimen organizado ha proliferado debido a que los precios están subiendo mucho allí. A los ciudadanos promedio no les alcanza”.

Los grupos delictivos que atraen a las víctimas a través de plataformas de citas suelen ser pequeñas bandas no afiliadas de barrios pobres, según los investigadores de Medellín.

Un hombre de 42 años de Nueva York recordó haber sido drogado por una cita de Tinder que le sirvió un ron con Coca-Cola que, dijo, lo dejó inconsciente durante 24 horas.

Le robó aparatos electrónicos, joyas de plata, una tarjeta bancaria y dinero en efectivo. “Pensé que lo había perdido todo”, dijo el hombre, quien pidió que se le identificara por sus iniciales, R. J., para proteger futuras oportunidades de trabajo. Pero su pasaporte y sus documentos de identidad estaban justo donde los había guardado. Un informe policial consultado por el Times corroboró los detalles del delito.

Dejar el pasaporte, según los investigadores, es una firma de estos delitos, destinada a animar a las víctimas a marcharse sin denunciar el robo ni presentar cargos.

Algunos ladrones pueden ser sofisticados.

En diciembre, un joven científico alemán que recorría Latinoamérica y publicaba videos bajo el nombre de Dr. Travel dijo que una mujer con la que estaba “conversando” le había robado en Medellín tras reunirse con ella y su amiga para comer.

Bebió un refresco rosa, dijo en un video, y más tarde se despertó y descubrió que su cartera y su teléfono habían desaparecido. Desactivaron la función de rastreo de su teléfono, cambiaron la contraseña de su ID de Apple y vaciaron su cuenta bancaria. Se vendieron participaciones en varias bolsas de criptomonedas y los fondos se trasladaron a otras criptocarteras.

Perdió más de 16.000 dólares, afirmó. Los intentos de localizar al joven alemán fueron infructuosos.

La escopolamina se ha utilizado durante mucho tiempo para tratar el mareo y las náuseas, pero se popularizó en dosis mayores hace unas tres décadas como droga recreativa y para cometer delitos, aseguró Guillermo Castaño, investigador sénior en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia.

Hace unos 10 años, los delincuentes en Colombia empezaron a utilizarla para atacar a los turistas, dijo Castaño, mezclándola a menudo con benzodiacepinas, depresores que suelen tratar el insomnio y la ansiedad, para incapacitar aún más a las víctimas.

En un caso muy publicitado, Paul Nguyen, californiano de 27 años, fue fatalmente drogado por una cita de Tinder en Medellín a finales de 2022, y su cuerpo fue hallado cerca de un contenedor de basura. La autopsia determinó que había sido drogado con clonazepam, que, combinado con alcohol, le causó la muerte.

Su cita y varios cómplices fueron detenidos y ahora están siendo juzgados. Los localizaron con la ayuda de una foto de la mujer que Nguyen publicó en Snapchat antes de desaparecer.

Recientemente detuvieron a cuatro personas en relación con el asesinato de otro turista estadounidense que podría haber conocido a una cita por internet.

Aun así, las detenciones son poco frecuentes.

La madre de Nguyen, Kimberly Dao, dijo que la familia tuvo que contratar a Vélez, el investigador, para presionar a la policía para que continuara con el caso.

Para Dao, la alerta de la embajada de EE. UU. sobre las citas por internet en Colombia es una señal de que el tema se está tomando en serio, aunque desearía que hubiera llegado antes.

De haber sido así, dijo, “le habría suplicado, no lo habría dejado ir”.

Publicado en NYT.

Annie Correal y 

Annie Correal y Genevieve Glatsky reportaron desde Bogotá.

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Agencias

Elecciones regionales de Colombia. ¿Derrotado el petrismo?

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EP New York | Colombia | elecciones  regionales

Agencias

Bogotá—– conclusiones de los resultados de las elecciones regionales celebradas en Colombia (y cómo queda el presidente Petro)

Galán le dijo a Petro: “Bogotá se respeta”

Las elecciones regionales de este domingo 29 de octubre pusieron de manifiesto una verdad histórica en Colombia: este es, ante todo, un país fragmentado.

Ningún partido, político o movimiento se puede considerar gran vencedor o gran perdedor de las elecciones que eligieron 1.102 alcaldías y 32 gobernaciones: hubo, en realidad, un poco de todo y las variables de cada elección respondieron a dinámicas locales más que nacionales.

En general los colombianos, preocupados por la seguridad y la economía familiar, según las encuestas, optaron por opciones que aspiran a la estabilidad, a lo conocido, a resolver sus líos diarios más que a cambiar de fondo al país.

Algunos tomaron eso como un voto de castigo al presidente, Gustavo Petro, pero la cosa es más compleja: el petrismo tuvo una derrota simbólica en Bogotá, pero es un movimiento sin mucha experiencia ni proyección nacional a nivel local y regional.

Petro ha recibido un llamado de atención de parte de los colombianos, aunque mantiene entre un 30% y un 40% de aprobación en las encuestas.

Lo cierto es que, como suelen decir los politólogos colombianos, unas elecciones regionales no se pueden leer con los ojos de las elecciones presidenciales: lo local no es lo nacional.

Y este año no fue la excepción.

En la alcaldía de Bogotá, por ejemplo, barrió un viejo conocido de la centroizquierda, Carlos Fernando Galán, que combina propuestas nuevas con un tímido continuismo de Claudia López, la saliente alcaldesa con quien perdió hace cuatro años. Galán es hijo del asesinado dirigente liberal Luis Carlos Galán.

En Medellín ganó un exalcalde, Federico Gutiérrez, lo que significó, de alguna manera, la vuelta al poder del uribismo. En Barranquilla ganó el oficialismo, en Cali ganó la oposición y en Bucaramanga un viejo poder con cara de nuevo, de bukelista.

En las gobernaciones, mientras tanto, los poderes tradicionales ligados al empresariado de cada región, los famosos “clanes políticos“, demostraron que están lejos de perder su influencia.

Y así, cada elección fue un mundo. Además porque este año se añadió una nueva variable: participaron 35 partidos distintos, un récord histórico en un país que hace 30 años solo sabía de dos partidos.

Dicho lo anterior, estas elecciones arrojan algunas conclusiones sobre el momento político que vive Colombia. Y acá resumimos cuatro.

1. Petro no ha puesto las bases del petrismo

En las generales de 2022, Petro hizo historia al convertirse en el primer presidente de izquierda en el país. Además, en el Congreso, su movimiento, el Pacto Histórico, fue la fuerza mayoritaria.

Sin embargo, en estas regionales el PH pasó de agache: no ganó ni apoyó al vencedor de ninguna de las ciudades grandes, mantuvo el poder en solo dos gobernaciones (Nariño y Magdalena) y no será mayoría en ninguna de las asambleas departamentales o concejos municipales.

El PH, que no es un partido sino una coalición, llegó dividido a estas elecciones y no presentó candidatos fuertes en las alcaldías más sonadas del país.

Su candidato en Bogotá, el exsenador y libretista Gustavo Bolívar , perdió la puja por el segundo puesto ante un sofisticado tecnócrata de centroderecha sin recorrido político, Juan Daniel Oviedo.

Petro prometió a los colombianos acabar con la pobreza, la desigualdad y la violencia. Para eso, necesita sentar las bases de un partido robusto, formal y eficiente que tenga presencia en todo el sistema político colombiano.

Ese cometido sigue pendiente.

2. Bogotá, el bastión del progresismo, elige lo seguro

A pesar de tener cierto apego por el progresismo, Bogotá siempre ha sido un electorado indefinible.

De hecho, es usual que la capital esté presidida por un político opuesto a quien está en la presidencia. Ocurre ahora con Claudia López y posiblemente será así con Galán.

El alcalde electo ganó en la tercera oportunidad que se presentaba, y lo hizo con el apoyo de votantes de todas las corrientes y partidos nuevos así como con los vinculados a la vieja política.

Galán representa una conjunción de posturas que prometen eficiencia, seguridad y sentido común sin mucha ideología. Además, se apoya en el legado de su padre, un político asesinado por los narcos que prometía modernizar el liberalismo.

Su partido, el Nuevo Liberalismo, tuvo un pésimo resultado en las legislativas y presidenciales del año pasado, pero ahora arrasó en la alcaldía de Bogotá. Una prueba más de que regionales y presidenciales son mundos diferentes.

3. El antipetrismo es variopinto

Aunque Petro recibió un llamado de atención, su oposición tampoco se puede declarar la gran vencedora de estas elecciones.

La mayoría de los candidatos que ganaron se mostraron críticos con el presidente, pero la diversidad entre ellos hace difícil pensar que son parte de un mismo movimiento.

Y es que durante las campañas la postura sobre Petro no fue la principal variable: jugaron más las obras de infraestructura, los problemas de seguridad, el acceso a la educación y la salud, y las lógicas clientelares locales.

Todos los alcaldes de las grandes ciudades serán ahora opositores a Petro: en Bogotá ganó la centroizquierda tradicional, en Medellín venció la derecha uribista y en Cali y Barranquilla ganaron las centroderechas empresariales.

Pero eso no quiere decir que todos son parte de un mismo frente que amenaza la gobernabilidad de Petro.

La relación Bogotá-nación siempre ha sido difícil. Lo fue con Claudia López. Lo será con Galán.

4. Los barones regionales y los partidos tradicionales están vigentes

En las regionales de hace cuatro años los resultados mostraron una tendencia nacional: la mayoría de los elegidos eran figuras nuevas, alejadas de los partidos tradicionales que han gobernado el país por décadas.

Este año, sin embargo, la tendencia es la inversa: en la mayoría de alcaldías y gobernaciones ganaron políticos asociados a estructuras de partido tradicionales, con fuertes vínculos a las empresas y una manera utilitarista, más que ideológica, de hacer política.

Cada región de Colombia tiene su propio poder económico y político. Usualmente son familias, o grupos de familias, con negocios que han desarrollado una filial política.

Petro se acercó a muchas de ellas para ganar la presidencia, y ahora las tendrá de nuevo en el poder, motivo por el cual algunos analistas vaticinan una mejor ejecución de los recursos: pudo haber recibido un golpe, dicen, pero también puedo haber ganado eficiencia.

Por la accidentalidad de su geografía y por el desarrollo desigual y excluyente de sus regiones, Colombia siempre ha sido un país de poderes locales. Estas elecciones lo demostraron una vez más.

BBC.

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Agencias

Muere a los 91 años el pintor y escultor colombiano Fernando Botero

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EP New York | Latinoamérica

Fallece el pintor y escultor colombiano Fernando Botero
BOGOTÁ — El pintor y escultor Fernando Botero, cuyas figuras regordetas se convirtieron en un emblema del arte colombiano dándole la vuelta al mundo y facturando millones de dólares en subastas, falleció el viernes. Tenía 91 años.

El deceso fue confirmado por su hija Lina Botero. “Mi papá falleció esta mañana a las 9:00 a.m. en Mónaco. Había desarrollado una neumonía”, aseguró la mujer a la emisora colombiana Caracol Radio.

El presidente colombiano Gustavo Petro expresó sus condolencias. “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz”, tuiteó.

El expresidente Iván Duque lo recordó como el “artista más grande de la historia en nuestro país”. “Su obra y su legado artístico permanecerán en la historia de la nación y en los corazones de los colombianos”, publicó en la red social X, antes llamada Twitter.

Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia, hijo del comerciante David Botero y de Flora Angulo. Fue el segundo de tres hijos.

La infancia de Botero transcurrió en una escuela de toreo donde fue matriculado por uno de sus tíos, pero pronto dejó el mundo de la tauromaquia, aunque regresaría a él años después, en sus pinturas.

Su vida artística alzó vuelo a los 14 años cuando decidió que se dedicaría a las artes. Su madre lo apoyó en su determinación, pero con la advertencia de que sería él mismo quien conseguiría el dinero para sus estudios.

La primera muestra artística en la que participó fue la Exposición de Pintores Antioqueños de 1948. Después, en la Galería de Arte de Leo Matiz, en Bogotá, tuvo su primera exposición individual en 1951 y al año siguiente el óleo “Frente al mar” le proporcionó el segundo puesto en el IX Salón Nacional de Artistas.

Ese mismo año fue a Madrid para estudiar en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

De 1953 a 1955 Botero viajó entre Francia e Italia. En Florencia aprendió la técnica de pintura al fresco en la Academia San Marcos. De Europa viajó a México para estudiar la obra de Diego Rivera y José Clemente Orozco.

En medio de sus viajes se casó con Gloria Zea, con quien tuvo a sus hijos Fernando, Lina y Juan Carlos. De regreso a Bogotá, en 1958, fue nombrado catedrático en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional y, dos años después, viajó a Nueva York, donde instaló su residencia tras su divorcio.

En la década de 1960 Botero comenzó a experimentar con el volumen de los objetos y personajes en sus pinturas. Sus originales creaciones regordetas fueron acaparando la atención de los críticos de arte y, para entonces, el pintor había creado cientos de dibujos, así como unas 1.000 pinturas.

Botero contrajo segundas nupcias en 1964 con Cecilia Zambrano y en 1970 tuvieron a su hijo Pedro, quien murió cuatro años después en un accidente automovilístico en una carretera de Jaen, España. Botero también se divorció de Zambrano. Plasmó el dolor tras la muerte de su hijo en la pintura “Pedrito”. También donó 16 obras al Museo de Antioquía, en Medellín, para honrar al pequeño y a su vez el museo nombró una sala en memoria de “Pedrito Botero”.

En la década de 1970 dejó de lado la pintura y comenzó a experimentar con la escultura, lo que le trajo grandes éxitos. Los materiales más usados por el artista en sus figuras tridimensionales fueron el bronce, el mármol y la resina fundida. Para 1978 Botero retomó la pintura y desde entonces alternó ambas disciplinas.

Botero solía decir que pintaba desde la mañana hasta la noche, sin importar que fueran días de descanso o festivos, y en absoluto silencio, pues no permitía que nada lo distrajera.

“Fernando Botero es una de las personas más disciplinadas que se puedan conocer. Sus amigos y familiares afirman que él trabaja todos los días de todos los años. Para Botero no existen fechas de descanso, ni días feriados, ni fines de semana. En Navidad está pintando. En su cumpleaños está pintando. En Año Nuevo está pintando”, escribió Juan Carlos Botero en su libro “El arte de Fernando Botero”, de 2010.

Amó entrañablemente la tierra donde nació y para el Museo de Antioquia hizo tres donaciones en total, la primera en 1976, tras la muerte de su hijo, y las otras en 1984 y en el 2000. Dos años después de su tercera dádiva al museo regaló la Plaza de las Esculturas, con 23 obras ubicadas frente al museo. El recinto cuenta también con una retrospectiva del pintor de 1954 al 2000.

En los años noventa Botero tuvo el honor de presentar sus volumétricas esculturas en Montecarlo y en los Campos Elíseos en París, convirtiéndose en el primer artista extranjero en mostrar su obra en dichos espacios.

En 1995 su escultura de bronce “El pájaro”, de más de 1,8 toneladas, colocada en un parque de Medellín, fue dinamitada por desconocidos, causando la muerte de 22 personas e hiriendo a más de 200.

Además del atentado, ese año Botero sufrió el juicio y encarcelamiento de su hijo mayor, Fernando, quien fue condenado dentro del llamado proceso 8.000 de investigación sobre el ingreso del dinero del narco para la campaña presidencial de Ernesto Samper de 1994, de la cual era director.

Fernando Botero hijo fue liberado en 1998, pero en 2002 fue enjuiciado nuevamente por el robo de dinero destinado a la campaña de Samper y no fue sino hasta 2008 cuando logró asegurar su libertad tras varias apelaciones.

El pintor dejó en manifiesto su dolor y decepción por las faltas cometidas por su hijo.

Botero “nunca se dejó ver” mientras duró el lío judicial, dijo en diálogo telefónico el abogado de su hijo, el exministro del Interior Fernando Londoño. “Ni una llamada, ni una razón durante todo ese tiempo”.

De acuerdo con Londoño, la molesti del pintor radicó esencialmente en que su hijo utilizó una de sus cuentas bancarias en Estados Unidos para depositar dinero que fue aportado a la campaña de Samper y que después intentó robar, de acuerdo con las autoridades. Tuvieron que pasar años para que Botero y su hijo se reconciliaran.

Su última esposa fue la escultora griega Sophia Vari.

El gusto por las obras de Botero lo llevó a consagrarse como uno de los artistas latinoamericanos preferidos del mercado de arte en sus últimos años de vida. En mayo de 2011 la casa de subastas Sotheby’s vendió su cuadro “Una familia” en casi 1,4 millones de dólares y en noviembre la casa Christie’s vendió su escultura monumental “Bailarines” por 1,76 millones.

Pero el éxito económico no transformó su persona. Quienes lo conocían afirmaban que lo caracterizaba su sencillez, su lenguaje informal y su sinceridad.

“Botero es uno de los artistas más prolíficos del siglo XX. Por lo general, a diferencia de lo que sucedía en el Renacimiento, el artista moderno es escultor, pintor, dibujante o acuarelista. Botero, en cambio, semejante a otro caso excepcional, (el español Pablo) Picasso, parece una locomotora de trabajo que no cesa de buscar nuevas formas de expresión”, observó Juan Carlos Botero en su libro.

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