EP EE.UU/ Colombia

COLOMBIA, EN LA UCI TRAS LA PANDEMIA DEL COVID-19
El país atraviesa la crisis económica más grave de su historia y subir los impuestos, tal como pretende el presidente Duque, no parece la más acertada de las estrategias para hacer frente a la misma.
por Ricardo Angoso
La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 ha cambiado el mundo, obviamente, pero también ha tenido una fuerte impacto social y económico, para todos, pero sobre todo para los más desfavorecidos, como suele suceder en todas las crisis. Las desigualdades entre los países desarrollados y subdesarrollados se agravarán a tenor de la pandemia, siendo los más ricos y con más recursos tecnológicos los más favorecidos, y entre las clases sociales, machacando a los sectores más vulnerables y con menos recursos para hacer frente a una recesión que parece a estas alturas interminable y sin que se atisbe en el corto plazo una salida a la misma.
Mas bien lo contrario: la crisis se prolonga en el tiempo, los casos no remiten, la vacunación avanza a un ritmo demasiado lento para esperar que la misma concluya este año y muchos economistas alertan que lo peor de la aguda crisis social y económica está todavía por llegar. Todos estos elementos confluyen en la actual coyuntura de Colombia e incluso los agrava ante la tardía llegada de la vacuna y un proceso de vacunación demasiado lento quizá por la falta de vacunas dada la escasa capacidad de previsión del ejecutivo colombiano, que debería haber comprado en los mercados internacionales más dosis, tal como han hecho decenas de países. Por ejemplo, Chile, como no podía ser menos, se ha convertido en el modelo regional en lo que se refiere a la estrategia de vacunación, habiendo vacunado ya a la mitad de su población.
Si algo ha revelado esta crisis, es que la ineptitud abunda en todo el mundo, tanto a derecha como a izquierda, y que gestión de la crisis, en la que todos nos movíamos a ciegas desde el principio por desconocimiento, ha revelado las carencias de muchos de nuestros países en áreas tan fundamentales como la salud pública, la eficiencia de nuestras administración a la hora de atender las necesidades sociales y el funcionamiento del Estado de Bienestar en el mundo.
A tenor de que estamos viendo en las calles de Bogotá y otras ciudades del país, donde acechan la delincuencia y la pobreza -pese a que el DANE sigue considerando “ricos” a todos los colombianos que tengan unos ingresos superiores a los 80 dólares mensuales (283.000 pesos de mierda)-, la situación es realmente muy grave. Basta con pasearse por las principales avenidas y calles y vemos que lo que más abunda son los carteles de “se vende” o “se arrienda” en los antiguos negocios cerrados por la grave crisis que golpea sin piedad a todos los sectores sociales y económicos. Muy pocos se han librado de los efectos causados por esta recesión provocada por la pandemia del COVID-19 y la crisis ha golpeado, casi por igual, a todos los agentes económicos, aunque siempre son los más vulnerables, es decir, los más pobres, los que se llevan la peor parte. Todas las crisis reproducen el mismo esquema en que los más pobres se vuelven más pobres y los más ricos, como un presagio fatal del cataclismo social que provocan las mismas, más ricos.
CUADRO ECONÓMICO MUY COMPLEJO Y REFORMA TRIBUTARIA
“En 2020 el PIB per cápita cae en picado 8,7 por ciento, el número de patrones o empleadores disminuyó un 32,4 por ciento (principalmente por la masiva quiebra de micro, pequeños y medianos empresarios), se destruyeron 5 millones de puestos de trabajo, el desempleo afecta al 34,2 por ciento de la fuerza laboral, hay incertidumbre por el futuro y el riesgo de seguir en la miseria o caer en la pobreza en 6 de cada 10 colombianos, solo 14,6 por ciento de las empresas han podido seguir funcionando normalmente, el resto, el 85,4 por ciento, se declararon en quiebra (10,8%), tuvieron que cerrar temporalmente (52%) u operan parcialmente con teletrabajo (22,6 %)”, escribía el analista Libardo Sarmiento al referirse a la difícil coyuntura económica del país tras la COVID-19.
Aparte del impacto económico, la estructura social del país se verá seriamente afectada, sobre porque se implementará la desigualdad y la ínfima clase medida se verá mermada en términos cuantitativos y en sus ingresos, sobre todo porque no ha habido desde la administración una política seria, rigurosa y práctica de ayuda a los pequeños y medios empresarios, columna vertebral de una economía que se suponía desarrollada. “Sobresale en esta situación el fin de la clase media más vulnerable debido a la quiebra de sus negocios, caída en el desempleo, las barreras para acceder a subsidios o la pérdida de poder adquisitivo, el cual difícilmente volverán a recuperar en el corto plazo”, seguía señalando Sarmiento.
En lugar de haber apoyado a este tejido social que conforma la clase media, media baja y media alta, el ejecutivo de Duque se ha empeñado en una reforma fiscal que pone al país ante un incierto horizonte -¿cómo se pueden subir los impuestos en medio de la mayor crisis económica conocida en la historia de Colombia?-, en apoyar a las grandes corporaciones y grupos con ingentes recursos del Estado tan necesarios para dar cobertura social a los más vulnerables, y un desmesurado interés por parte del gobierno en satisfacer y complacer las demandas de la oligarquía local, incluyendo a los bancos y a las grandes corporaciones financieras.
Sin una auténtica política social y fiscal, repartiendo recursos entre los desempleados y los pequeños empresarios y bajando los impuestos, difícilmente el país podrá hacer frente a una crisis de esta magnitud tan brutal, por mucho que el Fondo Monetario Internacional haya mejorado las previsiones para Colombia y que la administración intente explicarnos el mejor de los mundos para el presente año. La reforma tributaria, como elemento central de la estrategia del presidente Duque para hacer frente a la crisis, no generará empleo ni redundará en aumento de las inversiones externas e internas, sino más bien lo contrario. Intentar atraer a empresarios extranjeros para que inviertan en Colombia subiendo los impuestos no parece, desde luego, la mejor de las estrategias para incrementar la llegada de los tan necesarios capitales del exterior.
RICARDO ANGOSO GARCÍA
Coordinador del Foro Ideas para la Democracia:
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