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Daños a la democracia, corrupción y narcotráfico, legados de Santos en Colombia

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Entrevista a Rafael Nieto Loaiza


RAFAEL  NIETO LOAIZA, ¿PRÓXIMO PRESIDENTE DE COLOMBIA?

por Ricardo Angoso

 “El daño que le hizo Santos a la democracia y a la República tardará muchos años en sanar, eso en primer lugar, y, en segundo lugar pero no menos importante, dejó un estado de corrupción inmenso que cada vez indigna más a los ciudadanos”


 “La consolidación definitiva del Centro Democrático pasa,necesariamente, por una buena y exitosa gestión del presidente Duque. Así lo debe de entender el partido, con todas sus fuerzas, y también, claro, el mismo presidente Duque”

 “Nunca en la historia se había producido y traficado con tanta coca en Colombia, ese es el trágico legado del presidente Santos”

 “Mientras que Colombia no sea exitosa en la lucha contra el narcotráfico, seguirán subsistiendo grupos armados con capacidad de ejercer la violencia y trastocar el ejercicio del poder público y la vida ciudadana, pero especialmente en aquellas zonas del país donde hay narcocultivos”


 Abogado, experto en derecho internacional y con una gran vocación política, que le llevó a ocupar importantes responsabilidades en los gobiernos de Pastrana y Uribe, Rafael Nieto Loaiza es, a sus 47 años, una joven promesa en alza dentro del uribismo. Habiendo sido candidato presidencial en las primarias del Centro Democrático y director de la “orquesta” en varias campañas electorales de esta formación, coronadas, todo hay que decirlo, con éxito, podría ser un buen candidato para las elecciones del 2022, algo que no descarta y que nadie bien informado debería perder de vista. Buen orador, agudo analista, intachable presencia y, por si fuera poco, culto y suficientemente preparado, ¿alguien da más?

 Ricardo Angoso:¿Y ahora, tras la campaña electoral y tanta actividad, a qué se va a dedicar?

Rafael Nieto: Hasta hace unas semanas, en plena campaña electoral, yo no tenía empleo pero tenía oficio, pues estaba dedicado en pleno a las campañas electorales que he organizado y en las que he trabajado de mi partido, el Centro Democrático.Fueron muchas campañas pero al día siguiente de la segunda vuelta del presidente, Iván Duque, estaba sin oficio ni empleo. Ahora estoy, sin embargo, concentrado para comenzar a trabajar en las elecciones regionales de 2019, que van a ser muy importantes para el país y van a tener un impacto sustantivo, ya que se celebrarán con la vista puesta en las elecciones cruciales del 2022. Se van a disputar gobernaciones y alcaldías, también los consejos y las asambleas departamentales, eso por un lado, y, por el otro lado, estoy impulsando un centro de pensamiento que promueva los planes, las ideas, doctrinas y programas que debería tener el Centro Democrático. Ese centro de pensamiento, por una parte, debería servir de “alimento” a la presidencia de Duque y preparar el terreno, en términos programáticos, para la próxima administración del 2022 al 2026, sirviendo de plataforma y fermento ideológico al partido.

R.A.:¿Qué balance hace del presidente saliente, Juan Manuel Santos, ya que el  crecimiento está estancado en todos los ámbitos?

R.N.:Hago un balance muy negativo de la presidencia de Santos, muy malo en términos generales. Santos hizo muchos daños al país pero creo que el principal que le dejó fue el no respetar la voluntad popular y, como daño colateral, la desconfianza de la sociedad hacia la figura del Presidente de la República. Santos, por una parte, se hace elegir con unas banderas y unos principios para después gobernar con otros completamente opuestos. Engañó descaradamente al electorado para después convocar un plebiscito, que se sacó de la chistera, cambiando las reglas de juego para favorecer la posición de gobierno, y aún así pierde y, en lugar de aceptar el resultado, termina imponiendo lo que los ciudadanos le habían negado en las urnas. Y, finalmente, también pasa por alto la autonomía del Congreso de la República y de la Corte Constitucional a través de un conjunto de maniobras desafortunadas, poniendo en peligro el debido sistema de equilibrios y de la necesaria autonomía de las instituciones en una democracia.

El daño que le hizo Santos a la democracia y a la República tardará muchos años en sanar, eso en primer lugar, y, en segundo lugar pero no menos importante, dejó un estado de corrupción inmenso que cada vez indigna más a los ciudadanos. Ese estado de cosas explica el voto que obtuvo el candidato Gustavo Petro, que no recibió un voto estrictamente de izquierdas, sino que era un voto de hastío por la corrupción a la que habíamos llegado y también de cansancio con respecto al sistema. Había una percepción de que el sistema estaba corrompido y que había que hacer cambios radicales. Yo no defiendo la posición de Petro, que tenía posiciones e ideas peores que las de Santos, claro está, pero trató de explicar porqué se produjo esa fuerza y afluencia que recibió Petro en las urnas. Finalmente, Santos deja una crisis fiscal terrible y una deuda externa que casi alcanza los 130.000 millones de dólares. Así, este gobierno recibe una herencia muy nefasta, con un presupuesto desfondado, y con el objetivo urgente de aplicar una mínima ortodoxia económica para generar un crecimiento económico que permita rápidamente crear empleo y sacar de la pobreza a millones de colombianos.

LOS RETOS DEL PRESIDENTE IVÁN DUQUE

R.A.:¿Cuál es el principal reto que tiene ante sí el presidente Iván Duque?

R.N.:El primer reto es la gobernabilidad. Duque ha cambiado la forma de relación con el legislativo, de tal forma que pretende evitar lo que se llamó aquí durante años como la “mermelada”. También ya se ha anunciado una reforma tributaria que se será, a todas luces, impopular y esas medidas anunciadas han erosionado, lógicamente, su base popular, de tal forma que hoy tiene ante sí la falta de apoyos en el legislativo para llevar a cabo sus reformas y tampoco cuenta con el necesario apoyo en la opinión pública. Y, precisamente, la gobernabilidad se construye con la fuerza de las alianzas en el legislativo o con el respaldo ciudadano, o idealmente con ambas cosas, algo con lo que no cuenta Duque en estos momentos. Ese es, para mí, el gran desafío del presidente Duque: construir gobernabilidad, y si no lo logra hacer, quedará en entredicho su gobierno. Y también su legado, claramente.

R.A.:¿Cree que el movimiento que fundara en su momento el presidente Alvaro Uribe, el Centro Democrático, tiene futuro y se consolidará como una fuerza política potente en el sistema colombiano?

R.N.:Debería consolidarse. Ocho años de desierto, ocho años de oposición, ocho años de persecución política, junto con los medios de comunicación desafectos controlados por Santos y un aparato judicial absolutamente politizado y adverso, deberían servir como acicate para que ese movimiento siga adelante y se mantenga cohesionado. A pesar de todo, ese partido ganó el plebiscito del 2016 y después ganamos las elecciones presidenciales del 2108 sin dejar de destacar que en las elecciones legislativas fue la fuerza más votada en el Congreso de la República. Creo que, por tanto, hay que destacar que el Centro Democrático ha sabido pasar por las más duras y ha sobrevivido, pero sin perder de vista que ahora tiene ante sí un gran reto: es más difícil hacer política en el gobierno que en la oposición, eso está claro. El gran desafío del uribismo está en el gobierno. La consolidación definitiva del Centro Democrático pasa, necesariamente, por una buena y exitosa gestión del presidente Duque. Así lo debe de entender el partido, con todas sus fuerzas, y también, claro, el mismo presidente Duque.

EL FLAGELO DEL NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA

R.A.:Luego está el terrible problema del narcotráfico, que inunda el país y ya llega  las 300.000 hectáreas, ¿qué piensa de este asunto?

R.N.:Podríamos estar horas hablando del terrible legado que deja el presidente Santos, de la forma desastrosa en que dirigió el país y a los resultados a los que nos condujo con sus políticas erróneas. Tenemos más hectáreas de coca en la actualidad que en ningún momento de nuestra historia. Nunca en la historia se había producido y traficado con tanta coca en Colombia, ese es el trágico legado del presidente Santos. Y siempre que en nuestro país hubo un aumento en el tráfico de coca necesariamente hubo más violencia y mayor criminalidad en nuestras calles. Por ese motivo, se han revertido los indicadores de la tasa de homicidios y otros relativos a la criminalidad en el país. Los homicidios, en el primer semestre de este año, crecieron un 7% con respecto al mismo semestre del año anterior. Esa reversión en esos datos está claramente ligada al aumento en las hectáreas de coca, así como el hecho de la actividad de las llamadas disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que cada una de ellas está ligada a negocios ilícitos, bien sea la minería ilegal o el narcotráfico. Mientras que Colombia no sea exitosa en la lucha contra el narcotráfico, seguirán subsistiendo grupos armados con capacidad de ejercer la violencia y trastocar el ejercicio del poder público y la vida ciudadana, pero especialmente en aquellas zonas del país donde hay narcocultivos.

R.A.:¿Por qué el proceso de paz no tuvo ninguna influencia en una merma en los indicadores de violencia en el país?

R.N.:La respuesta es sencilla, es que no hubo paz. Se hicieron una serie de concesiones políticas, jurídicas y económicas pero no se terminó el conflicto armado. El conflicto perdura y la violencia continúa. Luego sigue vivo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC, según los últimos datos, ya contarían con más de 4.000 hombres. Entonces, según mi opinión, el Estado hizo unas concesiones pero el conflicto no terminó y mientras allá fuentes de economía ilícita, como el narcotráfico y la minería ilegal, difícilmente terminaremos con el conflicto armado. La persistencia del negocio del narcotráfico está asociada a la violencia y asegura la continuidad del conflicto armado, en tanto y cuanto contribuye a la financiación de los grupos ilegales y criminales. Esta es la gran tragedia de Colombia que, a pesar del gran éxito internacional del supuesto proceso de paz, los datos no reflejan la existencia de esa paz de la que se habla porque no existe y el conflicto perdura.

Ese es otro de los grandes daños que nos deja el presidente Santos, al que le añadiría otro adicional en nuestras relaciones internacionales, ya que tenemos ahora sobre la mesa serios problemas con Nicaragua y con Venezuela con unos problemas limítrofes con ambos no resueltos. Y con una amenaza real porque ambos países fomentan la inestabilidad en nuestro país, al que acusan de estar apoyando la resistencia interna que existe en estos dos casos. Y quiere señalar algo, en el sentido de que creo que una buena parte de los problemas que ocurren en estos dos casos son también responsabilidad del presidente Santos y de su canciller, Holguín, que no solamente miraron para otro lado cuando se produjo la brutal represión de derechos y libertades en ambos casos sino que maniobraron para que los dos regímenes se quedaran en el poder, ya que consideraban que los dos eran necesarios para llevar a buen puerto las negociaciones con los terroristas de las FARC. Además, al descuidar el asunto del narcotráfico y permitir el auge de los cultivos de coca, permitieron que las relaciones con los Estados Unidos se volvieran a narcotizar. La única diplomacia que auspiciaba Santos era aquella que pasaba porque los acuerdos con las FARC acabaran teniendo éxito y se firmaran los mismos como sea sin tener en cuenta los costes para Colombia, que finalmente han sido muy altos. Eso fue un grave error y  el mismo ha tenido un alto coste también en las relaciones internacionales para Colombia.

LA CRISIS DE VENEZUELA

R.A.:¿Qué opinión tiene de la crisis venezolana y del éxodo que ha provocado?

R.N.:En Europa se quejan de que casi 800.000 refugiados entran al año a través de sus fronteras, mientras que aquí, en Colombia, en menos de dos años hemos recibido un millón de venezolanos o quizá más. Mas lo que viene o está por venir que será sustantivo y que añadirá más problemas aparte de los que ya padecemos en estos momentos. Ahora tenemos que curarnos de la posibilidad de que surjan brotes racistas contra los venezolanos, que pueden surgir, y teniendo en cuenta que esos nuevos ciudadanos recién llegados demandan servicios públicos, generan problemas de salud, porque muchas veces portan enfermedades que se encontraban erradicadas en el territorio colombiano, compiten en puestos de trabajo por menor salario que los ciudadanos colombianos y, en algunos casos, y son la excepción y no la regla, crean problemas de seguridad porque cometen delitos. Pero el problema de la migración venezolana no es sólo un problema de Colombia, sino que es un problema internacional que, como en el caso de lo que ha ocurrido con otras crisis migratorias, requiere una respuesta internacional. Colombia necesita de la ayuda de la cooperación del exterior para hacer frente a esta crisis, a esa auténtica tragedia que significa ese gran éxodo venezolano que se está produciendo en estos momentos, pero sin perder de vista que la solución a esta grave crisis pasa por un cambio político en Venezuela. Mientras siga existiendo una dictadura que al tiempo que reprime genera hambre, miseria y pobreza, seguiremos teniendo ese flujo migratorio hacia Colombia y otros países de la región de gente que huye de un régimen abyecto, brutal y terrible.

R.A.:¿Cree que realmente Donald Trump está interesado en los problemas de América Latina?

R.N.:Yo no puedo asegurar que esta administración tiene el mismo interés en América Latina que en otras partes del mundo pero sí creo que esta administración está interesada en que no siga aumentando el narcotráfico, en que avance la democracia en países totalitarios como Cuba y Venezuela y, definitivamente, en que el continente mejore significativamente en términos de seguridad, estabilidad y prosperidad. Creo, sinceramente, que esa es la voluntad de la actual administración norteamericana.


Otros temas y entrevistas de Ricardo Angoso 

Articulos Destacados

Ucrania: El Caballo de Troya de la OTAN

Francisco

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EP NEW YORK. | UCRANIA

Por: Nikolás Stolpking

La entrada en escena del Oreshnik, ha dejado a la OTAN, EE. UU., Unión Europea desatados; están vueltos locos. Unos están discutiendo posibles “ataques preventivos” en territorio ruso, otros están proponiendo “devolverles” a Ucrania las armas atómicas que supuestamente les fueron “arrebatadas”, otros están llamando a las empresas para que se “preparen para la guerra”, otros quieren ampliar la red de bunkers, etc. ¿Qué otros delirios tendremos que masticar?

–¡Calma! ¡Calma! ¡Que no panda el cúnico!, diría el Chapulín Colorado. Es simplemente que si sigues provocando al Oso, te va a llegar un avellano. Bien, prosigamos.

Después del lanzamiento ruso del misil balístico Oreshnik, sin carga nuclear, sobre territorio ucraniano, como respuesta a los ataques con misiles ATACMS y Storm Shadow sobre territorio ruso, uno tendería a pensar que los responsables occidentales, como mínimo, tendrían que pensarlo muy bien antes de nuevamente “autorizar” a Ucrania el lanzamiento de misiles balísticos tácticos sobre territorio ruso. Pero, como se ha visto en estos últimos días, no ha sido el caso. Y no es de extrañar, en todo caso. A EE. UU., Gran Bretaña o a la Unión Europea no les importa, en absoluto, el destino de Ucrania. Lo único que les importa  es defender los intereses del propio EE. UU.

Estamos hablando, además, de la entrada en escena de nuevas tecnologías en el campo de batalla que podrían marcar la diferencia. El Oreshnik, un misil balístico con velocidad hipersónica (3,3 a 4 km/s); puede portar ojivas nucleares; difícil de detectar e imposible de interceptar por los actuales sistemas de defensa antimisiles estacionados en Europa; y su alcance podría llegar a los 5,500 kilómetros. O sea, podría alcanzar a toda Europa en menos de 20 minutos.

Vladimir Putin fue claro al señalar que las pruebas de los nuevos sistemas de misiles en el campo militar proseguirían si la amenaza a la seguridad de Rusia persistían: “Consideramos que tenemos el derecho a utilizar nuestras armas contra objetivos militares de aquellos países que permiten el uso de sus armas contra nuestros objetivos, y en caso de una escalada de acciones agresivas, responderemos con la misma decisión y de la misma manera”.

Lo razonable, en una situación así, es que se quiera desescalar el conflicto, ¿no?, pero sucede todo lo contrario: se desea seguir escalando.

Quizá haya llegado el momento para reflexionar y aceptar la derrota de Ucrania y su titiritero (OTAN) ante la determinación de Rusia. Que podría ser muy fácil en teoría, pero que bastaría con que el titiritero empezara a abandonar a Ucrania. Pero pareciera que el Bloque Occidental Capitalista estuviera lejos de reflexionar y aceptar los nuevos cambios tectónicos que se están desarrollando en el mundo.

Proseguir la escalada, no hace más que hacer daño a la propia Ucrania, que no sabemos aún cómo habrá de quedar conformada, terminado el conflicto. Pero de que quedará más pequeña (Ucrania), quedará más pequeña.

La OTAN, lo mejor que podría hacer sería convencer a los líderes ucranianos de que al juego hay que ponerle fin; que ahora hay que conducir hacia el terreno de las negociaciones. Pero, en la práctica, vemos todo lo contrario. Pareciera que existiera más interés en proseguir el conflicto por parte de las potencias Occidentales que de la propia Ucrania.

Seguir con el juego ante el nuevo escenario es suicida. ¿Qué disparates están pensando? ¿“Entregar armas nucleares a Ucrania”? ¿“Autorizar a Ucrania más lanzamientos de misiles en territorio ruso”? ¿“Ataques preventivos sobre Rusia”? ¿“Nuevos sistemas de defensa anti-misiles”? ¿“Envío de tropas militares OTAN hacia Ucrania”? ¿Acaso no se ha entendido bien el mensaje que plantó en las cabezas el Oreshnik?

¿Cómo Rusia podría hacer entender a Occidente?

Porque pareciera que Occidente no quisiera entender la seriedad del asunto. Occidente sigue con el mismo entusiasmo, o más, como cuando comenzó a “apoyar” a Ucrania. Y Rusia sigue con la misma estrategia de la Operación Militar Especial (SVO) sobre Ucrania. Occidente y su “ayuda” a Ucrania, no tiene visos de querer parar por el momento, al contrario, tiene sumo interés porque prosiga. Porque, entiéndase bien, EE. UU. y aliados no quieren perder sus posiciones privilegiadas en el tablero.

EE. UU. y aliados (OTAN)  deberían aceptar el nuevo terreno de juego. No están para seguir jugando a escalar. Lo más razonable que pueden hacer es aceptar la nueva realidad, e incluso la disolución de la OTAN. Porque… ¿Qué razón tiene de existir una estructura político-militar al no poder brindar protección a Europa ante las nuevas tecnologías militares en manos de Rusia? El Oreshnik ha dejado a la OTAN como un chiste.

Pero la OTAN no deja de sorprender: desde el comienzo de la SVO los países que conforman la OTAN corrieron a mandar “ayuda” a Ucrania. Primero eran cosas tales como cascos y municiones, después misiles anti-tanque y misiles anti-aéreo, pero, como Ucrania poco avanzaba en el campo de batalla, la “ayuda” evolucionó a misiles tácticos de largo alcance (ATACMS), lanzacohetes múltiples HIMARS, tanques, aviones, etc. Pero como los ucranianos seguían sin avanzar significativamente en el campo de batalla y, además, se encontraron con un déficit sustancial de soldados, ¿cuál fue la idea “brillante” que se les ocurrió? Golpear e incursionar en territorio ruso; y ahora golpear con misiles ATACMS y Storm Shadow. Siendo que, estos últimos, como ya se ha señalado cientos de veces, no-pueden-ser-operados-sin-el-apoyo-de-especialistas-extranjeros (no-ucranianos).

¿Qué vendría después? La respuesta rusa: el lanzamiento del misil balístico hipersónico Oreshnik sobre un complejo militar ucraniano. Con el mensaje adjunto de que la próxima vez podría llegar más lejos y que podría llevar ojivas más dañinas si se insistiera en atacar territorio ruso con los misiles de largo alcance. ¿Cuál ha sido la respuesta de la OTAN en estos últimos días? Algo de no creer: intensificar más los ataques con sus propias armas en territorio ruso.

Acá ya no se trata de Ucrania. Ucrania pasó a ser un producto, un títere, que se sigue vendiendo en los Medios, pero que no tiene valor alguno. Ucrania simplemente se ha convertido en un caballo de Troya moderno que es arrastrado por la OTAN. Ucrania es únicamente un medio. Y Rusia lo sabe.

¿Qué mejor que instalar en el imaginario colectivo que Ucrania es un “indefenso” al cual hay que “ayudar” frente a un “invasor” gigante, “imperialista”, que quiere “expandir” su territorio? Los Medios occidentales no te dirán que la OTAN está en suelo ucraniano apretando el gatillo, te dirán que están “proporcionando instrucciones”, “proporcionando datos”, “proporcionando permiso”, “proporcionando armas para la autodefensa”.

Si Ucrania es el caballo de Troya de la OTAN, ¿por qué dejar que camine el artefacto? ¿Por qué no apagar el artefacto de una vez por todas? ¿Por qué no desarmar el artefacto, paso a paso? ¿Qué podría hacer la OTAN con un artefacto inservible?

Rusia simplemente debe ir por el caballo de Troya.

¿Qué otras sorpresas en el ámbito tecnológico-militar sacará a la luz Rusia? ¿La nueva realidad militar podrá lograr poner en pausa a Occidente?

Níkolas Stolpkin

Análisis internacional – Geopolítica – Crítica – Opinión – Pensamiento

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Agencias

Trump y los primeros nombramientos temerarios

Francisco

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EP NEW YORK | EE.UU.

EE.UU. / Donald Trump ha demostrado de innumerables maneras que no es apto para la presidencia, pero una de las más claras es la compañía con la que se rodea: figuras marginales, teóricos de la conspiración y aduladores que anteponen lealtad a él por encima de todo. Esta semana, una serie de nombramientos para el gabinete por parte de Trump mostraron de la forma más cruda posible los peligros potenciales que entraña su dependencia a su círculo de allegados.

Para tres de los puestos más importantes y de mayor rango del país, Trump dijo que nombraría a leales sin cualificaciones discernibles para sus trabajos, personas manifiestamente inapropiadas para puestos cruciales de liderazgo en la aplicación de la ley y la seguridad nacional.

Lo más irresponsable fue su elección para fiscal general. Para ocupar el puesto de máximo responsable de la aplicación de la ley del país, el presidente electo dijo que nombraría al representante por Florida Matt Gaetz. Sí, ese Matt Gaetz.

El mismo que pidió la abolición del FBI y de todo el Departamento de Justicia si no dejaban de investigar a Trump. El que estuvo entre las voces más audibles del Congreso en negar los resultados de las elecciones de 2020, quien dijo que estaba “orgulloso del trabajo” que él y otros negacionistas hicieron el 6 de enero de 2021, y quien elogió a los alborotadores del Capitolio como “estadounidenses patriotas” que no tenían intención de cometer actos de violencia. Aquel cuya maniobra para desbancar al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, en 2023 paralizó el liderazgo de su propio partido en la Cámara durante casi un mes.

Gaetz, quien presentó su carta de renuncia al Congreso el miércoles después de que se anunciara su nominación, fue objeto de una investigación federal sobre tráfico sexual que duró años y que condujo a una condena de 11 años de prisión para uno de sus socios, aunque él negó cualquier participación. El Departamento de Justicia cerró esa investigación, pero el Comité de Ética de la Cámara de Representantes sigue investigando las acusaciones de conducta sexual inapropiada, consumo de drogas ilícitas, aceptación indebida de regalos y obstrucción de las investigaciones gubernamentales sobre su conducta. McCarthy, el expresidente de la Cámara, culpó a Gaetz por su destitución, con el argumento de que Gaetz “quería que detuviera una denuncia de ética porque tuvo relaciones con una joven de 17 años”

Este es el hombre que Trump ha seleccionado para dirigir la agencia de 115.000 personas que ha calificado como la más importante del gobierno federal, un puesto cuya función de hacer cumplir la ley podría causar más problemas a cualquier presidente con intenciones corruptas. Incluso para Trump, fue una asombrosa demostración de su desprecio por la competencia básica y la experiencia gubernamental, y de su deber de dirigir el poder ejecutivo de forma sobria y patriótica. Ahora corresponderá al Senado decir que ha ido demasiado lejos y rechazar este nombramiento.

La lista de nombramientos de Trump apenas está comenzando, pero ya incluye otros dos no cualificados que anunció esta semana: la exrepresentante Tulsi Gabbard para directora de inteligencia nacional y Pete Hegseth para secretario de Defensa.

Gabbard, quien anteriormente representó a Hawái en la Cámara de Representantes y aparece regularmente en Fox News, no solo carece de experiencia en agencias de inteligencia, sino que reiteradamente ha adoptado posturas directamente opuestas a la política exterior estadounidense y a los intereses de seguridad nacional. En varias ocasiones se ha puesto del lado de figuras autoritarias como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Siria, Bashar al-Assad.

Hegseth, copresentador del programa >>Fox & Friends<< , quizá esté aún menos cualificado, dada la gravedad —por no hablar del presupuesto— del cargo que asumiría. Goza de cierto apoyo entre los miembros de las fuerzas armadas y los veteranos, pero aparte de haber servido dos veces como soldado de infantería del ejército en Irak y Afganistán, así como un tiempo en Guantánamo, Hegseth no tiene experiencia en el gobierno o la defensa nacional.

“Nunca ha dirigido una gran institución, mucho menos una de las más grandes y rígidas del planeta”, escribió el miércoles el consejo editorial de The Wall Street Journal. “No tiene experiencia en el gobierno fuera del ámbito militar, y no es un riesgo menor que la burocracia se lo coma vivo”. La consejo continuó calificando a Hegseth como un “guerrero cultural” en un momento en que hay asuntos de seguridad mucho más importantes en las que el Pentágono debe centrarse.

No es nada seguro que Hegseth pueda siquiera obtener las autorizaciones de seguridad necesarias para el trabajo. Dijo que fue uno de la decena de miembros de la Guardia Nacional retirados del servicio en la toma de posesión del presidente Biden en 2021 debido a preocupaciones de que fuera un extremista, posiblemente por un tatuaje que lleva y que es popular entre los supremacistas blancos.

Estas son algunas de las funciones más importantes del gobierno: proteger al país de amenazas militares y terroristas, investigar conspiraciones criminales nacionales y procesar miles de delitos federales cada año. Sin embargo, para ocuparlas Trump ha recurrido a personas cuya única elegibilidad para el cargo es una aparente disposición a decir sí a todas sus exigencias.

Gaetz, en particular, se ha unido a Trump para expresar su compromiso de vengarse de cualquiera que considere que le ha hecho daño. Trump comenzó su campaña diciendo “soy tu retribución” y Gaetz no transmite nada más que eso. No tiene nada que hacer al frente de una agencia cuya función es combatir el crimen, el fraude, las violaciones de los derechos civiles y las amenazas a la seguridad nacional, entre otras muchas cosas.

En el primer mandato de Trump, el departamento estaba protegido por fiscales de carrera y otros funcionarios públicos que entendían que su obligación primordial era cumplir con los dictados de la Constitución, no con los caprichos del presidente. Pero Trump ha prometido purgar a gente así de su segundo gobierno.

La posibilidad de nombramientos extremos como estos fue la razón por la que la Constitución otorga al Senado el derecho a negar su consentimiento a los deseos de un presidente. La semana pasada, los republicanos ganaron el control de la cámara. Ahora se enfrentarán a una prueba inmediata: ¿defenderán el poder legislativo y el sistema estadounidense de pesos y contrapesos? Dos senadoras republicanas, Lisa Murkowski, de Alaska, y Susan Collins, de Maine, ya han expresado un fuerte escepticismo sobre el nombramiento de Gaetz, y otras han declinado expresar su apoyo.

Está claro que Trump espera que el Senado simplemente se dé la vuelta e ignore sus responsabilidades. Quiere convertir a los líderes de las principales agencias importantes en sus adjuntos, rehaciendo el gobierno federal en un organigrama de Trump Inc. totalmente subordinado a él. Recientemente exigió que el Senado le diera la capacidad de hacer nombramientos en receso, una forma de eludir el proceso de consentimiento del Senado cuando la cámara se suspende durante 10 días o más.

Incluso los senadores republicanos se negaron a acceder a esa exigencia durante su primer mandato, para preservar su papel constitucional, y el miércoles los republicanos del Senado votaron para rechazar como su líder a Rick Scott, senador por Florida, quien dijo que no tendría ningún problema en permitir los nombramientos en receso. En cambio, eligieron al senador por Dakota del Sur John Thune, quien es mucho más probable que defienda el derecho de su cámara a negar el consentimiento de las nominaciones del presidente.

En el segundo mandato de Trump, los senadores se enfrentarán de inmediato a una serie de nombramientos extremos aún peores que los del primer mandato. Eso hace aún más importante que preserven la capacidad de decir no.

PUBLICADO EN N.Y.T.

 

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Agencias

Donald Trump regresa a la Casa Blanca

Francisco

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EP NEW YORK  | ELECCIONES EE.UU

Donald Trump ha ganado las elecciones y para derrotar a la vicepresidenta Kamala Harris apeló al temor a los migrantes y a las inquietudes económicas. Su triunfo señala la llegada de aislacionismo, aranceles y ajuste de cuentas.

El triunfo de Donald Trump ante Kamala Harris culmina una turbulenta e histórica campaña que incluyó dos intentos de asesinato en su contra.

Los republicanos tomaron el control del Senado de Estados Unidos y luchaban por mantener su mayoría en la Cámara de Representantes, lo que produciría un pleno republicano en el Congreso junto al presidente electo, Donald Trump, en la Casa Blanca.

Donald Trump fue elegido 47mo presidente de Estados Unidos el miércoles, un regreso extraordinario para un expresidente que se negó a aceptar la derrota hace cuatro años, provocó una insurrección violenta en el Capitolio, fue condenado por delitos graves y sobrevivió a dos intentos de asesinato.

Donald Trump avanzó con la promesa de derribar el statu quo estadounidense para hacerse con la presidencia una segunda vez, sobreviviendo a una condena penal, imputaciones, la bala de un asesino, acusaciones de autoritarismo y un cambio inédito de oponente para concretar un notable regreso al poder.

La victoria de Trump corona el sorprendente regreso de un hombre que fue acusado de conspirar para revertir las últimas elecciones, pero que aprovechó las frustraciones y temores por la economía y la migración ilegal para derrotar a la vicepresidenta Kamala Harris.

Sus planes provocadores para trastocar el sistema político del país lograron apelar a decenas de millones de votantes que temían que el sueño americano se alejara más de su alcance y que recurrieron a Trump como un defensor contra el >establishment< gobernante y la clase experta de élites.

En un país profundamente dividido, los votantes se volcaron a la promesa de Trump de cerrar la frontera sur prácticamente por cualquier medio, de resucitar la economía con aranceles al estilo decimonónico que restaurarían la manufactura estadounidense y de liderar una retirada de las situaciones complejas internacionales y los conflictos globales.

Ahora, Trump fungirá como el presidente número 47 cuatro años después de abandonar a regañadientes el cargo como el mandatario número 45, el primer político desde Grover Cleveland a fines del siglo XIX en perder la reelección a la Casa Blanca para luego postularse de nuevo con éxito.

A la edad de 78 años, Trump se convierte en el hombre de mayor edad en haber sido elegido presidente, al romper el récord del presidente Joe Biden, cuya competencia mental Trump ha atacado.

Su victoria inaugura una era de incertidumbre para la nación.

Para aproximadamente la mitad del país, el auge de Trump presagia un giro sombrío para la democracia estadounidense, cuyo futuro ahora dependerá de un hombre que ha hablado abiertamente de socavar el Estado de derecho.

Trump ayudó a inspirar un ataque al Capitolio en 2021, ha amenazado con mandar presos a sus adversarios políticos y ha sido denunciado por sus excolaboradores como fascista. Para sus seguidores, las provocaciones de Trump se convirtieron en puntos fuertes más que escollos.

En un discurso de victoria en West Palm Beach, Florida, Trump declaró que era el líder del “más grande movimiento político de todos los tiempos”.
“Superamos obstáculos que nadie creía posibles”, dijo, y añadió que asumiría el cargo con un “mandato sin precedentes y poderoso”.

Parecía que Trump tenía dos contiendas que ganar este año.

Primero se impuso ante Biden, que abandonó la campaña luego de un desempeño titubeante en el debate que suscitó dudas sobre la capacidad del presidente para ocupar el cargo otros cuatro años. Luego derrotó a Harris en una campaña cáustica de 107 días que resultó un calvario desagradable, amargo y lleno de insultos. Trump puso en duda la identidad racial de Harris en un momento y con frecuencia denigró su inteligencia. Chocaron a causa de puntos de vista radicalmente divergentes no solo sobre los asuntos del país, sino también de la misma naturaleza de la democracia.

Trump sistemáticamente ha intentado socavar algunos de los principios fundamentales del país, al erosionar la confianza en la prensa independiente y el sistema judicial, así como sembrando dudas sobre las elecciones libres y justas. Se ha negado a aceptar su derrota hace cuatro años, asegurando falsamente hasta el día de hoy que se le despojó de un segundo mandato en 2020. En lugar de obstaculizar su ascenso, su negacionismo prendió en un Partido Republicano rehecho por él.

Ahora, Trump ha prometido un rediseño radical del gobierno estadounidense, impulsado por sus promesas de “retribución” y de erradicar a los opositores internos que él considera “el enemigo interno”. Ha jurado supervisar la mayor ola de deportaciones de la historia de EE. UU., insinuado que desplegará tropas al interior del país, propuesto amplios aranceles y defendido en gran medida la mayor consolidación de poder en la historia de la presidencia estadounidense.

Con información de agencias

 

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