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“El gobierno de Pedro Sánchez ha actuado de una forma ineficaz, inepta e inhumana en esta crisis” : Pedro Ortega

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EP New York/opinión

ENTREVISTA A JAVIER ORTEGA, SECRETARIO GENERAL DE VOX Y DIPUTADO EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

“El gobierno de Pedro Sánchez ha actuado de una forma ineficaz, inepta e inhumana en esta crisis”

“La Unión Europea no ha estado a la altura de esta crisis, pero Europa es un concepto más amplio que esa institución”

“La pandemia del covid-19 afectará a todos, incluidos a los españoles”

“Detrás de esta crisis podría haber hasta una estrategia de guerra biológica”

por Ricardo Angoso

A sus 52 años, Javier Ortega es el Secretario General de Vox, parlamentario en el Congreso de los Diputados y jurista de profesión. Hombre apasionado y también combativo, Ortega se nos revela en esta entrevista como un gran entusiasta de un proyecto político que en apenas unos años ha entrado con fuerza en todas las instituciones políticas -regionales, locales y estatales- y que se considera una verdadera “alternativa” al actual gobierno, en sus propias palabras.

Ricardo Angoso:¿Cómo estás de salud, Javier, sabemos que pasaste esta enfermad y por desgracia te contagiaste del covid-19?

Javier Ortega: Me encuentro bien en todos los sentidos, anímicamente y físicamente. También con mucho ánimo para salir adelante, trabajando con fuerza por España y para seguir desempeñando este trabajo que llevamos a cabo, que a veces es duro, pero siempre te da la satisfacción de saber que estamos haciendo lo mejor por todos los españoles, eso vale más que todo en nuestra vida.

R.A.:El mundo, evidentemente va a cambiar tras esta pandemia, ¿qué influencia va a tener el covid-19 en nuestras vidas?

J.O.: Sin lugar a dudas nos encontramos ante una tragedia pero también ante un reto para todos nosotros. Es una graves crisis social que tendrá consecuencias económicas muy graves para todo, incluyendo a todos los españoles. Pero, también como todas las crisis, nos da grandes oportunidades, tanto a nivel nacional como internacional, para demostrar que somos un proyecto colectivo y que podemos salir adelante. España, trabajando juntos, podrá salir más fuerte de esta crisis.

R.A.:¿Cómo juzgas la gestión del gobierno español en este caso?

J.O.:Peor gobierno, creo, no podíamos haber tenido al frente de esta crisis. Ha sido un gobierno que ha actuado de una forma absolutamente irresponsable porque ha actuado de una forma inhumana, ineficaz e inepta. Estar en política, y eso lo tenemos claro desde Vox y caracteriza nuestra acción política, tienes diferentes niveles de actuación, desde trabajar en situaciones normales, donde es lógica y aceptable la crítica política, pero cuando uno se enfrenta a una situación de emergencia como la que hemos vivido, hay que mostrar una visión más amplia, de Estado, como la que nosotros hemos mostrado, pero también hemos demostrado nuestra lealtad institucional, apoyando el Estado de alarma desde el primer momento para parar la pandemia y poner coto a la propagación de la enfermedad. Trabajamos desde el primer momento, hombro con hombro, para parar esta pandemia y lo que nos encontramos es lo peor de lo peor que te puedes encontrar en política, como este gobierno inhumano que ha dejado morir a miles de nuestros compatriotas en las residencias de ancianos, en donde en vez de mandar respiradores y ambulancias para atender a nuestros mayores, les mandaba morfina para que muriesen en sus camas de estas residencias.

Hemos encontrado a un gobierno incapaz de exigir a las comunidades autónomas la necesaria solidaridad e interporovincial de tal forma que fluyese la asistencia sanitaria, mientras que lo que nos hemos encontrado es con hospitales públicos y privados saturados, casi desbordados, con enfermos en los pasillos, sentados en sillas, literalmente tirados, sin que nadie los atendiera o los llevara a las UCI`s. Esto ocurría en medio de una situación caótica en la que, paradójicamente, había hospitales vacíos y con camas suficientes para atender a estos enfermos. En España no se permitía que los enfermos se trasladase de una comunidad autónoma a otra pero sí lo podían hacer los cadáveres para su incineración, es decir, para curarte el Estado de las autonomías ha sido absolutamente un fracaso en sus diecisiete comunidades autónomas para dar la necesaria asistencia sanitaria, en parte porque el gobierno que hemos tenido al frente del país ha sido incapaz de coordinarlas para gestionar la crisis provocada por la pandemia. Es un gobierno, además, sustentado por gobiernos autónomos de corte separatista, como los ejecutivos vasco y catalán.

LA SITUACIÓN ECONÓMICA TRAS LA PANDEMIA

R.A.:¿Cómo examinas la situación económica que vendrá el día después de la pandemia y cómo podremos afrontarla?

J.O.:Hay varios asuntos que tenemos que analizar. Parece que estamos ante una guerra entre los que quieren dominar el mundo, poniendo en riesgo la salud de toda la humanidad y controlando nuestras economías, y me estoy refiriendo a la creencia que tenemos muchos de que este asunto de la pandemia no es algo que haya surgido casualmente, sino que ha surgido de los laboratorios y tiene mucho que ver con lo que llama en el argot militar como armas biológicas, y cuando se les ha ido de las manos han puesto en peligro a naciones enteras, tal como nos ha pasado en esta crisis.

¿Cómo se sale de una situación como la que estamos viviendo?

Pues evidentemente es una lucha, una guerra contra un virus que ataca silenciosamente, sigilosamente, atacando a nuestras familias y entrando en nuestros hogares, como ha hecho en estas semanas, y entra de la mano de nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo, que son los portadores de ese contagio que puede llegar a ser mortal. La situación económica, desgraciadamente, y hablo del caso de España en concreto, puede llegar a ser terrorífica, hablándose de una caída de entre el 8 y el 15% en nuestro PIB.

Entonces, en una situación tan crítica, es hora de atender las necesidades más importantes de los españoles y que nuestros recursos, los del Estado, no se distraigan hacia asuntos innecesarios, como los derivados de la ideología de género y aspectos absolutamente inútiles en los que muchas veces trabaja nuestro gobierno. Tenemos que luchar ahora contra esta pandemia, como objeto prioritario, reforzando a nuestros hospitales y a todo el sistema de salud, comprando medios y apoyando de una forma eficaz a toda nuestra infraestructura sanitaria. Luego, creo, es vital apoyar a aquellos actores sociales que son capaces de crear empleo, generar riqueza y dar trabajo a los españoles. Todo lo que no sea trabajar en esa dirección es distraer los recursos del Estado hacia asuntos absolutamente innecesarios en estos momentos.

Este gobierno, llevado por esa ideología de género absolutamente partidista y sectaria, ha estado ocultando desde noviembre y diciembre la verdadera dimensión de esta pandemia, que ya era una  amenaza para nuestra salud desde esas fechas, y actuó de una forma absolutamente negligente, poniendo en riesgo nuestras vidas. Este gobierno, ya cuando la pandemia se extendía por el mundo contagiando a miles de personas, toleró numerosos actos públicos que no debían haberse celebrado, comenzando con el cierre de fronteras y alertando a todo el sistema sanitario de lo que estaba por venir. Pero, en lugar de tomas esas medidas, prefirieron seguir con su agenda ideológica poniendo en marcha esas marchas del 8 M, enarbolando ese discurso feminista radical y supremacista. Ante ese estado de cosas, ¿qué nos queda? Pues que los españoles reaccionemos, salgamos a las calles, mostremos la bandera de España y luchemos porque no solamente está en juego la salud de los españoles, sino su libertad para no acabar como Venezuela o Cuba, tal como pretenden algunos de este gobierno socialcomunista. No estamos hablando ya de restricción de las libertades, tal como ha hecho este gobierno aprovechando esta crisis, sino de la conculcación de derechos fundamentales de los ciudadanos, de los españoles en definitiva.

R.A.:¿Crees que Europa ha estado a la altura en esta crisis?

J.O.:La Unión Europea (UE), claramente, no ha estado a la altura, pero Europa, sin embargo es mucho más grande que ese concepto. La UE ha vuelto a demostrar que sigue estando al servicio de los intereses de unas grandes naciones sin atender al conjunto de los países que la conforman, especialmente Alemania y Francia, y donde ese principio de solidaridad, del que tantas veces se habla, no ha funcionado en esta crisis y que no ha servido para protegernos. Nuevamente, los españoles nos hemos quedado solos en esta crisis y hemos enfrentado esta tragedia sin la ayuda de nadie. Incluso Francia ahora amenaza con sacar empresas que tiene en España y llevarlas a su territorio. Nos han vendido la idea de que Europa era un escudo de resistencia, que era una idea falsa, y, desgraciadamente, es una Europa más plegada a una agenda ideológica, como en el asunto del cambio climático o la ideología de género, que en atender solidariamente a sus ciudadanos, tal como se ha visto. La UE ha abandonado a sus estados miembros cuando más ayuda necesitaban en todos los sentidos para hacer frente a esta grave crisis que ahora nos ha sacudido. España hubiera necesitado esta ayuda, desde el campo sanitario hasta el refuerzo de nuestras fronteras, y, sin embargo, no la recibimos. La UE, desgraciadamente, no ha estado a la altura y llegó tarde, coincidiendo todo ello con un gobierno en España que antepuso sus intereses ideológicos y políticos a los intereses nacionales.

R.A.:Vistas las cosas como están y con este gobierno al frente que has denominado socialcomunista, ¿crees que Vox puede llegar a ser alternativa de gobierno?

J.O.: Quizá ante las próximas elecciones, tanto en el País Vasco como en Galicia, pues no tenemos tantas opciones. Pero, en lo que respecta a España, claramente Vox es una alternativa política que ni es la izquierda sectaria ni la derechita cobarde ni la veletita naranja de Ciudadanos, que se acaba plegando a las imposiciones ideológicas de la izquierda. Nosotros esperamos en esta campaña electoral, que se inicia próximamente, tanto en el País Vasco como en Galicia, entrar en los parlamentos de ambas autonomías para llevar la voz de Vox a esas instituciones, como ya hemos irrumpido en otros. Esperamos tener la fuerza en Galicia para condicionar el gobierno en esa región y eso será bueno para todos, con el fin de que el Partido Popular no se pliegue a las políticas ideológicas de la izquierdas. Cuando entramos en las instituciones, como ya ha hecho Vox en varias, forzamos a los partidos de la derecha tradicional, como el PP, a aceptar nuestras políticas y se ven forzados a no apoyar la agenda ideológica de la izquierda.

En cuanto si somos alternativa de gobierno como me pregunta, no me cabe ninguna que lo somos ya a nivel nacional porque Vox, creo, es el partido llamado a gobernar España y lo vamos  a hacer con la misma firmeza y seguridad que, cuando hace apenas cinco años, comenzamos este proyecto político y éramos veinticinco en torno a una mesa. Hoy somos más de 56.000 militantes, contando con presencia en 500 ayuntamientos y diez parlamentos autonómicos, pero también estando presentes en el Parlamento Europeo, el Congreso de los Diputados y el Senado. Somos la tercera fuerza nacional. La alternativa no puede ser una derecha que habiendo estado en el poder no quiso cambiar las reglas de juego del sistema político establecido, por ejemplo despolitizando la justicia y luchando contra los separatismos que dividen a los españoles. Por no hablar, de haber enfrentado adecuadamente una rebaja fiscal que hubiera ayudado efectivamente a millones de españoles que son autónomos o luchan desde sus pequeñas empresas por crear empleo y riqueza para el conjunto del país. Por tanto, ante una izquierda sectaria, bolivariana y totalitaria y una derechita acobardada y acomplejada, que no hizo nada cuando estuvo en el gobierno y que tampoco se muestra muy valiente ejerciendo la oposición, solamente existe una alternativa social y patriótica, que defiende la unidad de España sin complejos, defendiendo los valores y principios que inspiraron a este proyecto nacional al tiempo que teniendo siempre presente la necesaria solidaridad social entre todos los españoles. Nosotros, frente al clientelismo y el intento de crear una suerte de cartilla de racionamiento, defendemos un proyecto social que pasa por crear empleo para miles de españoles, defendiendo su libertad dentro de un Estado de derecho. Vox es alternativa de gobierno porque defiende estos principios sin ataduras con nadie ni complejos, por decir en voz alta aquello que otros hoy no se atreven. Somos alternativa de gobierno y lo demostraremos en los próximos años, de la misma forma que en estos cinco años hemos sido capaces de crecer y ser coherentes con nuestro discurso político al mismo tiempo.


RICARDO ANGOSO GARCÍA

Coordinador del Foro Ideas para la Democracia:

http://www.foroideasparalademocracia.com/

Youtube.com:

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Blog: http://iniciativaradical.org/web/

Facebook:https://www.facebook.com/ricardo.angoso

Web: https://www.casaquintahotel.com

 

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Guardia nacional y policía estatal vigilan metro de N.Y.

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EP New York. | Manhattan | Vigilancia

Por Gustavo Lugo

Kathy Hochul la gobernadora de NEW YORK anunció este miércoles una serie de acciones para combatir el crimen en el metro. está desplegando 750 miembros de la Guardia Nacional de Nueva York y 250 agentes de policía estatales y de la MTA en las estaciones del metro de Nueva York para inspeccionar las maletas de los pasajeros luego de una serie de incidentes violentos en la red de trenes. Entre ellos se encuentra ordenar a la MTA que instale cámaras en las cabinas de los conductores y en las plataformas frente a las ventanas de los operadores de los trenes.

Los ataques recientes al metro incluyen una escena sangrienta en Brooklyn cuando un viajero cortó al conductor de la MTA, Alton Scott, en el cuello mientras el empleado de la MTA, de 59 años, asomaba la cabeza por la ventana del conductor en la estación de Rockaway Ave. en Bedford-Stuyvesant. Durante el último corte no había cámaras en el andén frente a la cabina del revisor.

El miércoles temprano, el alcalde Eric Adams, que no estuvo presente en el anuncio de Hochul, dijo que la policía de Nueva York también intensificará los controles de bolsos en el sistema de metro. Ni el alcalde ni el Ayuntamiento dijeron en qué estaciones se llevarán a cabo los controles de equipaje intensificados. El Ayuntamiento dijo que se desplegarán 94 equipos de inspección de bolsas en 136 estaciones cada semana.

Michael Kemper, en una aparición el miércoles por la mañana con Adams en CBS New York, “Serán una operación que se realizará los siete días de la semana”, dijo el jefe de tránsito de la policía de Nueva York.

Adams  , el alcalde de Nueva York, dijo que los controles serán “aleatorios” y que el Departamento de Policía no realizará ninguna “elaboración de perfiles”. “Las personas que no quieren que se revise su equipaje pueden darse la vuelta y no ingresar al sistema”, agrego.

Hochul también presentó un proyecto de ley para prohibir su uso a las personas condenadas por agresión dentro del sistema de tránsito. Ha ordenado a la MTA que acelere la instalación de cámaras de seguridad en todo el sistema de metro de Nueva York, agregando nuevas cámaras para proteger las cabinas de los conductores,

también está convocando la Nueva Asociación Estratégica contra la Violencia en el Metro para mejorar la coordinación entre el estado, la policía de Nueva York y los fiscales de distrito en materia de seguridad del metro.

Y ampliará la actual Iniciativa de Alcance del Metro.

“Mi plan de cinco puntos eliminará a nuestros subterráneos de delincuentes violentos y protegerá a todos los viajeros y trabajadores del transporte”, dijo Hochul en un comunicado. “Estoy enviando un mensaje a todos los neoyorquinos: no dejaré de trabajar para mantenerlos seguros y restaurar su tranquilidad cada vez que pasen por esos torniquetes”.

Ha habido al menos 97 asaltos al metro en 2023, y este año hubo tres asesinatos en el metro de la ciudad.

 

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Agencias

Nuevo chantaje nuclear de Putin alerta a occidente

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EP New York | Rusia vs Ucrania

Entre el ajedrez y el chantaje: las nuevas amenazas nucleares de Vladimir Putin

El líder de Rusia sabe que sus oponentes, liderados por el presidente Joe Biden, son los que más temen una escalada del conflicto.

El presidente Vladimir Putin ha amenazado con recurrir al arsenal de armas nucleares de Rusia en tres ocasiones durante los últimos dos años: una vez al comienzo de la guerra contra Ucrania hace dos años, otra cuando estaba perdiendo terreno y de nuevo el jueves, cuando percibe que está mermando las defensas de Ucrania y la determinación estadounidense.

En todos los casos, la beligerancia ha servido para el mismo propósito. Putin sabe que sus oponentes, liderados por el presidente Joe Biden, son los que más temen una escalada del conflicto. Incluso las bravatas nucleares sirven para recordarles a sus numerosos adversarios sobre los riesgos de presionarlo demasiado.

Pero el discurso, equivalente al Estado de la Unión de EE. UU., que Putin pronunció el jueves también contenía algunos elementos nuevos. No solo señaló que redoblaba su “operación militar especial” en Ucrania. También dejó claro que no tenía intención de renegociar el último gran tratado de control de armamentos en vigor con Estados Unidos —que expira en menos de dos años—, a menos que el nuevo acuerdo decida el destino de Ucrania, presumiblemente con gran parte del mismo en manos de Rusia.

Algunos lo llamarían ajedrez nuclear, otros chantaje nuclear. En la insistencia de Putin acerca de que los controles nucleares, y la existencia continuada del Estado ucraniano deben decidirse de manera conjunta, está implícita la amenaza de que el líder ruso estaría encantado de dejar expirar todos los límites actuales sobre las armas estratégicas desplegadas. Eso lo liberaría para usar tantas armas nucleares como quisiera.

Y aunque Putin dijo que no tenía interés en emprender otra carrera armamentística, algo que contribuyó a la bancarrota de la Unión Soviética, la implicación era que Estados Unidos y Rusia, que ya se encuentran en un constante estado de confrontación, volverían a la peor competencia de la Guerra Fría.

“Estamos tratando con un Estado —dijo, refiriéndose a Estados Unidos— cuyos círculos dirigentes están emprendiendo acciones abiertamente hostiles contra nosotros. ¿Y qué?”.

“¿Van a discutir seriamente con nosotros temas de estabilidad estratégica”, añadió, utilizando el término para referirse a los acuerdos sobre controles nucleares, “mientras que al mismo tiempo intentan infligir, como ellos mismos dicen, una ‘derrota estratégica’ a Rusia en el campo de batalla?”.

Con esos comentarios, Putin subrayó uno de los aspectos distintivos y más inquietantes de la guerra en Ucrania. Una y otra vez, sus altos mandos militares y estrategas han hablado del uso de armas nucleares como el próximo paso lógico si sus fuerzas convencionales resultan insuficientes en el campo de batalla, o si necesitan ahuyentar una intervención occidental.

Esa estrategia es coherente con la doctrina militar rusa. Y en los primeros días de la guerra en Ucrania, asustó claramente al gobierno de Joe Biden y a los aliados de la OTAN en Europa, quienes dudaron en proporcionar misiles de largo alcance, tanques y aviones de combate a Ucrania por temor a que esto desencadenara una respuesta nuclear o hiciera que Rusia atacara más allá de las fronteras de Ucrania, en territorio de la OTAN.

En octubre de 2022, surgió un segundo aspecto sobre el posible uso de armas nucleares por parte de Rusia, no solo por las declaraciones de Putin, sino por informes de los servicios de inteligencia estadounidenses que sugerían que podrían utilizarse armas nucleares en el campo de batalla contra bases militares ucranianas. Tras unas semanas de tensión, la crisis disminuyó.

En el año y medio transcurrido desde entonces, Biden y sus aliados han ido confiando cada vez más en que, a pesar de todas las fanfarronadas de Putin, no quería enfrentarse a la OTAN y sus fuerzas. Pero cada vez que el dirigente ruso invoca sus poderes nucleares, se desencadena una oleada de temor de que, si se le lleva demasiado lejos, podría demostrar su voluntad de hacer estallar un arma, tal vez en un lugar remoto, para hacer retroceder a sus adversarios.

“En este entorno, Putin podría volver a agitar el sable nuclear, y sería una tontería descartar por completo los riesgos de escalada”, escribió recientemente en Foreign Affairs William J. Burns, director de la CIA y exembajador de EE. UU. en Rusia cuando Putin asumió inicialmente el cargo. “Pero sería igualmente insensato dejarse intimidar innecesariamente por ellos”.

En su discurso, Putin presentó a Rusia como el Estado agredido y no como el agresor. “Ellos mismos eligen los objetivos para atacar nuestro territorio”, dijo. “Empezaron a hablar de la posibilidad de enviar contingentes militares de la OTAN a Ucrania”.

Esa posibilidad fue planteada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, esta semana. Mientras la mayoría de los aliados de la OTAN hablan de ayudar a Ucrania a defenderse, dijo, “la derrota de Rusia es indispensable para la seguridad y la estabilidad de Europa”. Pero la posibilidad de enviar soldados a Ucrania fue descartada de inmediato por Estados Unidos, Alemania y otros países (Macron le hizo el juego a Putin, según algunos analistas, al exponer las divisiones entre los aliados).

Sin embargo, Putin puede haber intuido que era un momento especialmente propicio para sondear cuán profundos eran los temores de Occidente. La reciente declaración del expresidente Donald Trump de que Rusia podía hacer “lo que le diera la gana” a un país de la OTAN que no contribuyera con los recursos necesarios para la defensa colectiva de la alianza, y de que él no respondería, se hizo sentir profundamente en toda Europa. También lo ha hecho la negativa del Congreso, hasta ahora, para proporcionar más armas a Ucrania.

Es posible que el dirigente ruso también estuviera respondiendo a las especulaciones de que Estados Unidos, preocupado porque Ucrania parece encaminada a la derrota, podría proporcionar misiles de mayor alcance a Kiev o confiscar los 300.000 millones de dólares de activos rusos congelados desde hace tiempo que ahora se encuentran en bancos occidentales y entregárselos al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para que compre más armas.

Cualquiera que haya sido el detonante, el mensaje de Putin fue claro: considera la victoria en Ucrania como una lucha existencial, fundamental para su gran plan de restaurar la gloria de los días en que Pedro el Grande gobernó en el apogeo del Imperio ruso. Y cuando una lucha se considera una guerra de supervivencia y no una guerra de elección, el salto a discutir el uso de armas nucleares es pequeño.

Su apuesta es que Estados Unidos se dirige en la otra dirección, volviéndose más aislacionista, más reacio a enfrentarse a las amenazas de Rusia y, desde luego, sin mostrar interés frente a las amenazas nucleares rusas como hicieron los presidentes John F. Kennedy en 1962 o Ronald Reagan en los últimos días de la Unión Soviética.

El hecho de que los actuales dirigentes republicanos, que habían suministrado armas a Ucrania con entusiasmo durante el primer año y medio de guerra, hayan atendido ahora los llamados de Trump para cortar ese flujo puede ser la mejor noticia que Putin ha recibido en dos años.

“Cada vez que los rusos recurren a la beligerancia nuclear, es señal de que reconocen que aún no tienen la capacidad militar convencional que creían tener”, declaró el jueves en una entrevista Ernest J. Moniz, ex secretario de Energía del gobierno de Obama y actual director ejecutivo de la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear, una organización que trabaja para reducir las amenazas nucleares y biológicas.

“Pero eso significa que su postura nuclear es algo en lo que confían cada vez más”, dijo. Y “eso amplifica el riesgo”.


Publicado en NYT por David E. Sanger periodista del Times durante más de cuatro décadas

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Agencias

Yulia Navalnaya continuará con legado político de Navalny

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EP New York | enfoque mundial

Yulia Navalnaya incursiona en política para preservar el legado de Navalny

La esposa de Alexéi Navalny había evitado la atención mediática, pero la muerte del líder opositor más famoso de Rusia puede hacer que eso sea imposible. “No tengo derecho a rendirme”, dijo.

Era agosto de 2020, Yulia Navalnaya, la esposa del líder opositor más famoso de Rusia, daba grandes zancadas por los pasillos desgastados y sombríos de un hospital provincial ruso en busca de la habitación donde su esposo yacía en coma.

Alexéi Navalny había colapsado tras recibir lo que investigadores médicos alemanes después declararían como una dosis casi fatal de la neurotoxina novichok, y su esposa, a quien policías amenazantes le impedían moverse por el hospital, volteó hacia la cámara de un celular que tenía un integrante de su equipo.

Con voz tranquila en un momento impactante que luego se incluyó en >Navalny< un documental ganador del premio Oscar, Navalnaya dijo: “Exigimos la liberación inmediata de Alexéi, porque en este instante en este hospital hay más policías y agentes del gobierno que médicos”.

Hubo otro suceso similar el lunes, cuando bajo circunstancias incluso más trágicas, Navalnaya habló ante una cámara tres días después de que el gobierno ruso anunció que su marido falleció en una brutal colonia penal de máxima seguridad en el Ártico. Su viuda culpó al presidente Vladimir Putin por la muerte y anunció que ella asumiría la causa de su esposo y exhortó a los rusos a unírsele.

En un discurso breve y pregrabado que fue publicado en redes sociales, Navalnaya dijo: “Al matar a Alexéi, Putin mató a mi mitad, la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma. Pero me queda otra mitad y esta me dice que no tengo derecho a rendirme”.

Durante más de dos décadas, Navalnaya había evitado asumir cualquier papel político en público porque alegaba que su propósito en la vida era apoyar a su esposo y proteger a sus dos hijos. “Considero que mi labor es que nada cambie en nuestra familia, que los niños sean niños y el hogar sea un hogar”, dijo Navalnaya a la edición rusa de la revista Harper’s Bazaar en 2021, una de las pocas entrevistas que ha concedido.

Pero eso cambió el lunes.

Navalnaya enfrenta el gran reto de intentar que vuelva a funcionar el desmotivado movimiento de oposición desde el extranjero, ya que cientos de miles de sus simpatizantes han sido obligados a exiliarse por un Kremlin cada vez más represivo que ha respondido a cualquier crítica a su invasión a Ucrania, que inició hace dos años, con duras sentencias de cárcel. El movimiento político y la fundación de su esposo, que expusieron la corrupción en las altas esferas del poder, fueron declaradas como organizaciones extremistas en 2021 y se les prohibió operar en Rusia.

Aunque no desestiman las dificultades, sus amigos y asociados creen que Navalnaya, de 47 años, tiene una oportunidad de éxito gracias a lo que llaman su combinación de inteligencia, porte, determinación férrea, resiliencia, pragmatismo y carisma.

Su presencia es algo inusual en Rusia: una mujer destacada en un país donde las mujeres reconocidas en la política son poco comunes, a pesar de sus muchos logros en otros campos. Analistas afirman que, aparte de la amplia autoridad moral que ha adquirido tras la muerte de su marido, Navalnaya podría beneficiarse de una brecha generacional en Rusia, donde los rusos más jóvenes y postsoviéticos aceptan más la equidad de género.

Tan pronto como Navalnaya hizo su declaración el lunes, la maquinaria propagandística estatal rusa se puso en acción, por lo que trató de presentarla como una herramienta de las agencias de inteligencia de Occidente y alguien que frecuentaba complejos turísticos y fiestas de celebridades.

Navalnaya nació en Moscú en una familia de clase media; su madre trabajaba para un ministerio gubernamental y su padre era empleado de un instituto de investigación. Sus padres se divorciaron al poco tiempo y su padre murió cuando ella tenía 18 años. Navalnaya se graduó en Relaciones Internacionales y después trabajó brevemente en un banco antes de conocer a Navalny en 1998 y casarse con él en 2000. Ambos eran cristianos ortodoxos rusos.

Una hija, Daria, que ahora estudia en California, nació en 2001, y un hijo, Zakhar, nació en 2008, quien asiste a la escuela en Alemania, donde vive Navalnaya.

Aunque no era abiertamente política, Navalnaya siempre estuvo al lado de su esposo. Lo acompañó en manifestaciones y durante sus numerosos procesos judiciales y sentencias de prisión. Navalnaya estaba con él durante su campaña para alcalde de Moscú en 2013, y en 2017, cuando un ataque con un tinte químico verde casi lo deja ciego de un ojo.

En 2020, cuando Navalny fue envenenado, Navalnaya le exigió de manera pública a Putin que su marido fuera evacuado en ambulancia aérea a Alemania y, durante sus 18 días en coma, ella permaneció a su lado, habló con él y reprodujo sus canciones favoritas como “Perfect Day” de Duran Duran. Tras recuperar el conocimiento, Navalny escribió en redes sociales: “Yulia, me salvaste”.

Navalnaya sobrevivió un intento de envenenamiento en Kaliningrado un par de meses antes que seguramente estaba dirigido a él, dijeron sus amigos, pero ella no siguió pensando en eso.

Navalnaya ha sido comparada con otras mujeres que han continuado las batallas políticas de sus maridos asesinados o encarcelados. Entre ellas se encuentran Corazón Aquino, cuyo esposo fue asesinado en 1983, cuando bajaba de un avión en Filipinas al regresar de su exilio; luego, derrotó al entonces presidente Ferdinand Marcos. También está Sviatlana Tsikhanouskaya, quien lideró la oposición en las elecciones presidenciales de 2020 en Bielorrusia, país vecino de Rusia, después de que su marido fuera encarcelado. Ella misma se vio obligada al exilio.

Al final, los analistas indican que una “persona normal” con autoridad moral podría tener éxito donde alguien dedicado a la política no podría.

“Ella quiere terminar la tarea que Alexéi trágicamente dejó incompleta: hacer que Rusia sea un país libre, democrático, pacífico y próspero”, dijo Sergei Guriev, un amigo de la familia y un destacado economista ruso que es director académico del Instituto de Estudios Políticos de París. “Ella también va a demostrarle a Putin que eliminar a Alexéi no acabará con su causa”.

Publicado en New York Times

 

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