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El “cuarto poder” de la justicia en Colombia

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EP New York/Punto de Vista

Cuando se habla de justicia a nivel de un Estado cuyo poder judicial emana de las cortes supremas y sobre las cuáles recae la responsabilidad de emitir los juicios  correspondientes a las faltas y fallas de los individuos e instituciones , se evalúan conceptos tan simples como la equiedad.

Pero en una definición sencilla de justicia  , de muchas que abundan en los diccionarios online describe que la justicia es un conjunto de valores esenciales sobre los cuales debe basarse una sociedad y el Estado, estos valores son el respeto, la equidad, la igualdad y la libertad.

La justicia, en sentido formal, es el conjunto de normas codificadas aplicadas por jueces en donde el Estado imparte justicia cuando éstas son violadas, suprimiendo la acción o inacción que generó la afectación del bien común.

Sobre estos postulados se entiende que un sòlo poder , como lo es , en este caso el judicial, es quien imparte justicia dentro del Estado , pero , paradógicamente , en Colombia hay un cuarto poder muy influyente (y que no es la prensa)  que nace de los acuerdos de la habana y la firma de la paz para enjuiciar los actores del conflicto armado que se gestaron en 50 años de guerra cuyos beneficiarios directos son los líderes guerrilleros de las Farc.

La Justicia Especial para la Paz (JEP) peyorativamente un mico , o mejor, despectivamente un arangután que creó y blindó el expresidente Santos , es hoy uno de los grandes dilemas a los que se enfrenta el presidente Iván Duque en un intento de esclarecer los oscuras movimientos y actividades de los guerrilleros comprometidos en el proceso de paz y el posconflicto. Siendo el narcotráfico la actividad delictiva más grave luego de la firma del convenio en el 2016.

Duque ha intentado por todos los medios , a través de los partidos políticos , el gremio empresarial y con la misma justicia de Paz y la justicia ordinaria, objetar 6 cambios en el proceso de paz y ha sido inútil tras el último dictamen de la corte constitucional que aboga por mantener intactos los acuerdos. En tal efecto, la paz , los convenios pactados en la Habana , y su “blindaje” ante la comunidad internacional  realizadas por Santos han dejado un cuarto poder judicial encarnado en la JEP , el cual seguirâ otorgando impunidad a los guerrilleros de las Farc que además de curules en el congreso y otras dávidas tendrán licencia especial para seguir impulsando políticas de odio y división.

New York Times , Duque , el proceso de paz y medios de comunicación

Con los artículos y editoriales del New York Times en favor de la paz en Colombia y en un inusual contra ataque hacia las fuerzas armadas tratando de encajar las muertes de líderes sociales y disidentes de las Farc , rastreando el fantasma de la parapolítica , el periódico neoyorquino ha entrado a dirimir en los asuntos internos del país con el claro propósito de interferir en las políticas de seguridad e inteligencia del actual presidente Ivân Duque y la influencia ha sido tan contundente que el gobierno ha decidido enviar al canciller Trujillo a conversar con el grupo editorial del NYT.

Pero independiente de la dura crítica del medio contra las reformas de Duque  a la JEP , la prensa en Colombia ha hecho el ridículo histórico con mas pena que gloria siendo permeable  ante las decisiones políticas del gobierno de Juan Manuel Santos. La prensa nacional sin valor informativo  ni ética periodística trata hoy de pescar en río revuelto luego de someter a la opinión pública a la polarización. Y los cambios radicales en sus plataformas informativas dan la razón de la inoperante acción investigativa en torno al tema de la paz y la guerra.

Y los cambios han llegado. Tres destacados medios anuncian con bombos y platillos la salida de presentadores y columnistas. La revista Semana clausuró la columna de Daniel Coronell un periodista que dedicó gran parte de su repertorio a atacar exclusivamente al expresidente Albaro Uribe. Igual sucede con RCN con la directora de noticias de este espacio Claudia Gurisatti , una polémica periodista que situó su canal en el raiting mas alto durante el proceso de paz. Es considerada el “talón de aquiles” de Uribe y el Centro Democrático. En el mismo orden y en la misma revista Semana , llega Viky Dávila , experimentada y ambivalente periodista recordada por el infidente suceso  “la comunidad del anillo” , sobre el homosexualismo en la policía.

Luego entonces , ¿cuál es el meollo de la “cosa política” que en materia de poder y justicia tiene en la mira a Santrich y a la Corte Suprema?

Hoy los colombianos no creen en nada y nadie ante la absolución del exguerrillero Santrich que con boleto de libertad descansa y textea desde la sede de su partido (Farc) con la misma cizaña y burla. Se mofa de la justicia y desafía la extradición con un fuero político respaldado por la comunidad internacional , la ONU y la injerencia de un medio tan importante como el NYT. Pero toda la trama que se ha centrado en la firma de la paz tiene nombre y apellido: El negocio comercial y financiero detrás de los acuerdos.

“La paz” en Colombia , entre comillas , sirvió para alejar el fantasma de la guerra y dar confianza a los grandes inversionistas que táxitamente apoyaron el proceso para obtener beneficios comerciales y desarrollar proyectos turísticos como Pymes de España en materia de la agricultura, el turismo, la construcción y las infraestructuras y la innovación , entre otros. Igual acontece con la Comunidad Europea y por supuesto un alto interés de compañías estadounidenses.

Por supuesto que ninguna propuesta de inversión extranjera es mala para Colombia , solo que en materia judicial  y moral , la firma de la paz , no corresponde con los crímenes y atrocidades cometidas por los guerrilleros de las Farc que a través de la JEP han quedado exentos de crímenes , violaciones y desapariciones que aún están en poder de los disidentes.

La paz de Colombia , de acuerdo a analistas internacionales,  es un negocio y como tal hay que proteger los intereses que giran a su alrededor, entre ellos, a los miembros de las Farc , que amenazan con volver a la guerra , de lo contrario , ¿que otro objetivo tendría el NYT para editar sobre la paz que no sea para proteger todos estos intereses?

 

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