En tierra de inocentes el delincuente es rey, así parece que funciona nuestra sociedad, aquí el humilde, el trabajador el honrado; sufre la persecución y presión del estado con sus leyes discriminatorias, la ejecución de las mismas a través de las instituciones coercitivas y las tergiversada política que nos tienen domados al servicio de unas pocas familia que se adueñaron de este país y se atornillaron al poder; quienes ponen a pagar al trabajador, los platos rotos que quiebran los funcionarios y políticos corruptos; cada vez con más costosos y excesivos impuestos, alza en la canasta familiar, de servicios públicos, donde se cultiva una mediocre educación y sanidad pública etc; mientras que los delincuentes llamados de “cuello blanco”, en vez de ser castigados con penas de prisión ejemplares y obligarlos a devolver todo lo robado con sus respectivas indemnizaciones: se vuelven millonarios, famosos, algunos con ascensos en sus cargos o son enviados a disfrutar de esa riquezas ilícita a sus palacetes, algunas veces protegidos por el mismo estado, aquí se evidencia que el delincuente reina.
En estos países envía de desarrollo o llamados irónicamente tercermundistas como el nuestro, entre más pobres son, es peor la corrupción y es mayor la burocracia por cierto inoperante., donde un puñado de privilegiados que hacen parte del poder, se llevan millones en sueldos, mientras la mayoría tienen salarios de hambre.
Nuestro país es uno de los que poseen mayor cantidad de congresistas en el mundo, comparados con la población existente, lo grave es que muy poco aportan a la nación, pero si es mucho lo que usufrutuan de ella. Debiera existir una sola cámara de representantes con reducción de éstos y de senadores, para cortar un poco el corro que desangra el erario público, entre otras medidas urgentes por realizar.