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Problemas cardiacos y cáncer , graves enfermedades que aquejan bomberos y trabajadores del 9/11

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EP New York/Ground Cero , Manhattan

NUEVA YORK/ Los bomberos de la ciudad de Nueva York que acudieron al World Trade Center tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, están muriendo por problemas de salud vinculados a enfermedades cardiovasculares graves.

Los riesgos cardiovasculares que parecen estar relacionados con la larga exposición a la Zona Cero (Ground Zero) incluyen “ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, angina inestable, cirugía de arteria coronaria y angioplastia”.

Lo revela un estudio que se dio a conocer a pocos días de recordar el peor atentado en la historia de Estados Unidos. El descubrimiento, publicado en el Journal of the American Medical Association y realizado por médicos de la Facultad de Medicina Albert Einstein, “sugiere una asociación significativa” entre una mayor exposición en el World Trade Center y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular a largo plazo.

El estudio pone énfasis en que la atención cardiovascular no está cubierta actualmente por la Ley de Salud y Compensación, lo que significa que los bomberos del 11 de septiembre no reciben ninguna compensación por enfermedades cardiovasculares.

Los riesgos cardiovasculares que parecen estar relacionados con la larga exposición a la Zona Cero (Ground Zero) incluyen “ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, angina inestable, cirugía de arteria coronaria y angioplastia”.

Durante años, los bomberos han sido monitoreados para detectar algún tipo de cáncer u otras enfermedades, pero este estudio se centró en las enfermedades cardiovasculares, para lo cual examinó a 9.796 bomberos. Los autores del estudio dijeron que revisaron no solo a quién trabajó en la Zona Cero, sino también cuánto tiempo trabajaron allí y si desarrollaron alguna enfermedad cardiovascular en los años siguientes.

De acuerdo a las cifras del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC por sus siglas en inglés), se estima que cerca de 400.000 personas estuvieron expuestas a contaminantes tóxicos o sufrieron algún tipo de trauma aquel día. Mientras que uno de cada ocho bomberos han sufrido de cábcer desde entonces. 

Los investigadores encontraron que los bomberos que llegaron al sitio del World Trace Center el día de los ataques tenían un riesgo 44% más alto de un evento cardiovascular en los años siguientes, en comparación con los que llegaron el día después o los días subsiguientes. Al mismo tiempo, encontraron que aquellos que trabajaron en el sitio durante seis meses o más tenían un 30% más de riesgo de sufrir un evento cardiovascular, en comparación con aquellos que trabajaron en el sitio por menos tiempo.

Desde 2002, más de 16.000 bomberos que participaron en operaciones de rescate, recuperación y limpieza en la Zona Cero han sido parte de un programa integral de detección y evaluación de la salud de la ciudad de Nueva York y sus instituciones médicas.

“Los hallazgos parecen reforzar la importancia del monitoreo a largo plazo de la salud de los sobrevivientes de desastres”, subraya el informe.

El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades ha identificado trastornos digestivos, afecciones de salud mental, trastornos musculo-esqueléticos y ciertos tipos de cáncer relacionados con los humos, incendios y el polvo de los escombros del World Trade Center, donde se levantaban las Torres Gemelas. 

Cáncer , la otra enfermedad grave que afecta a más de 10 mil sobrevivientes

Años después, la sombra del cáncer planea sobre el 11 de septiembre

Jaquelin Febrillet tenía 26 años y trabajaba a dos cuadras de las Torres Gemelas cuando los aviones secuestrados por los yihadistas las derribaron el 11 de septiembre de 2001.

En 2016, 15 años después de los atentados más sangrientos de la historia, esta sindicalista profesional, hoy madre de tres hijos, fue diagnosticada con un cáncer metastásico. La única explicación lógica: la nube de cenizas y desechos tóxicos en la cual se encontró inmersa el día de la catástrofe.

Richard Fahrer, hoy de 37 años, trabajó frecuentemente en el sur de Manhattan como agrimensor de 2001 a 2003.

Hace 18 meses, tras padecer dolores en el estómago, los médicos detectaron a este joven padre un cáncer agresivo de colon, una enfermedad que afecta en general a hombres mucho mayores, y para el cual no tenía ninguna predisposición.

Más allá de las cerca de 3.000 personas fallecidas y más de 6.000 heridas en el derrumbe del World Trade Center, Nueva York no ha terminado de contar aún las personas enfermas de cáncer y otros males graves, sobre todo de pulmón, ligadas a la nube tóxica que planeó durante semanas sobre el sur de la isla.

No solo los rescatistas

Los decenas de miles de bomberos, rescatistas, médicos o voluntarios movilizados hacia el “Ground Zero”, donde se erigían las Torres, fueron los primeros afectados.

Ya en 2011, un estudio publicado en la revista científica The Lancet mostraba que estas personas se enfrentaban a riesgos aumentados de padecer cáncer.

Un censo del WTC Health Program, un programa federal de salud reservado a los sobrevivientes de los atentados, dio cuenta de cáncer en 10.000 de ellos.

Jaquelin Febrillet o Richard Fahrer forman parte de las personales “comunes” que trabajaban o residían en el sur de Manhattan cuando ocurrieron los atentados, una categoría de enfermos que no cesa de aumentar.

A fines de junio pasado, más de 21.000 de ellos se había registrado en el programa de salud, dos veces más que en junio de 2016.

Y de esos 21.000, cerca de 4.000 fueron diagnosticados con un cáncer, sobre todo de próstata, seno o piel.

“Es imposible para un individuo determinar la causa exacta (de un cáncer), ya que ningún examen de sangre viene con la etiqueta WTC”, pero varios estudios mostraron que “la tasa de cáncer aumentó entre 10% y 30% en las personas expuestas”, explicó a la AFP David Prezant, jefe médico de los bomberos neoyorquinos.

Y se espera que esta tasa aumente en el futuro, a raíz del envejecimiento de las personas expuestas -los riesgos de cáncer aumentan con la edad- y la naturaleza de ciertos cánceres, como el de pulmón o el mesotelioma, que demora de 20 a 30 años en desarrollarse, dijo.

– “Nadie podía predecirlo” 

Fue en este contexto que el presidente Donald Trump ratificó a fines de julio una ley que postergó de 2020 a 2090 la fecha límite para presentar demandas ante un fondo federal especial de indemnización.

El fondo debe ser regularmente refinanciado, tras haber agotado su presupuesto inicial de 7.300 millones de dólares, con una indemnización promedio de 240.000 dólares por enfermo y de 682.000 dólares por persona fallecida.

Tras postergar varias veces la fecha límite del Fondo, el Congreso reconoció que se debería poder cubrir a “una persona que era bebé (durante los atentados), hasta el fin de su vida”, explica el abogado Matthew Baione, que representa a Febrillet y a Fahrer en sus trámites de indemnización.

“Nunca hubo un ataque comparable al del 11 de septiembre”, subrayó. “Nadie podía predecir lo que pasaría con miles de millones de toneladas de materiales de construcción en combustión durante 99 días”, que liberaron en el aire cantidades inéditas de productos químicos, entre ellos dioxinas, amianto y otras sustancias cancerígenas.

A la espera de conocer todas las consecuencias de la tragedia para su salud, Febrillet y Fahrer deploran que la ciudad de Nueva York no hiciera más tras los atentados para proteger a los residentes y trabajadores del barrio.

(Con información de AP–AFP–Reuters–Ansa)


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