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¿Quién es Jeanine Añez , la nueva presidenta interina de Bolivia?

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EP New York/América Latina

LA PAZ  — Los bolivianos afrontaban un nuevo e incierto panorama después de que la senadora opositora Jeanine Añez se proclamara el martes presidenta interina, horas después de que Evo Morales volara a México en un exilio autoimpuesto.

Aún no estaba claro el apoyo que podría reunir Áñez, a la que los seguidores de Morales acusaron de intentar usurpar el poder. La situación planteaba la perspectiva de más inestabilidad tras semanas de enfrentamientos en torno a las disputadas elecciones presidenciales del 20 de octubre.

Algunas personas tomaron la calle ondeando banderas nacionales el martes por la noche después de que Áñez reclamara el puesto de presidenta del Senado, un cargo que la sitúa en la línea de sucesión a la presidencia. Indignados partidarios de Morales respondieron intentando irrumpir en el edificio del Congreso en La Paz, exclamando “¡Que renuncie!”.

La senadora, defensora de los derechos de las mujeres y expresentadora de televisión, parecía estar en una posición delicada. Se declaró presidenta pese a no tener quorum suficiente en el Senado, después de que el partido de Morales boicoteara la sesión, y nadie le tomó juramento antes de que apareciera en un balcón del antiguo palacio presidencial ataviada con la banda presidencial.

“Mi compromiso es devolver la democracia y tranquilidad al país”, dijo. “”Voy a trabajar este corto tiempo porque los bolivianos merecen vivir en democracia y que nunca más se les robe el voto”.


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Morales renunció el domingo al cargo presionado por el jefe del Ejército de Bolivia, tras semanas de protestas violentas alimentadas por las acusaciones de fraude en las elecciones del 20 de octubre, que dijo haber ganado.

Aunque Áñez se reunió con el general Williams Kaliman, comandante de las fuerzas armadas, no estaba claro cuánto apoyo podría recabar de otros núcleos de poder.

Morales dimitió poco después de que una auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA) reportara irregularidades generalizadas en el conteo de votos. El primer presidente indígena de Bolivia llegó el martes a México tras obtener asilo en el país. Pero su renuncia aún tiene que ser aceptada por las dos cámaras del Congreso, y los legisladores no han logrado la asistencia necesaria para celebrar sesiones formales.

Áñez siguió adelante de todos modos, alegando que Bolivia no podía esperar y quedarse en un vacío de poder. Varios miembros del gobierno dimitieron después del exmandatario, dejando vacantes los únicos cargos públicos mencionados en la Constitución como sucesores del presidente: el vicepresidente, el jefe del Senado y el jefe de la Cámara de Diputados.

Áñez era una política opositora de segunda fila hasta que Morales, el líder latinoamericano que más tiempo llevaba en el poder, renunció tras casi 14 años al frente del gobierno.

Ella intentó distanciarse de inmediato del líder socialista. Saludó a sus partidarios en un viejo palacio en lugar del moderno palacio presidencial de 26 plantas y con helipuerto que construyó Morales, y que sus enemigos criticaron como uno de sus excesos. También llevaba una Biblia, que Morales había prohibido en el palacio presidencial tras reformar la constitución y reconocer el culto a Pachamama, la madre tierra andina, en lugar de a la Iglesia católica.

En un tuit desde México, Morales dijo que la “autoproclamación” de Áñez era una afrenta al gobierno constitucional. “Bolivia sufre un asalto al poder del pueblo”, escribió.

Antes incluso de la intervención de Áñez, miles de seguidores del expresidente marcharon por las calles de la capital en manifestaciones pacíficas pidiendo su regreso. Aviones de combate sobrevolaron varias veces La Paz, en una demostración de fuerza que enfureció a los partidarios de Morales, a los que policías y soldados impidieron marchar hasta la plaza principal de la ciudad.

“¡No tenemos miedo!”, exclamaron los manifestantes, que creen que se ha producido un golpe de Estado asociado a discriminación contra la población indígena boliviana.

“El Evo era como un padre para mí. Teníamos voz, teníamos derechos”, dijo María Apasa, que como Morales forma parte de la comunidad indígena aymara.

Por su parte, los detractores del expresidente le acusaron de volverse cada vez más autoritario y de amañar los comicios.

Tras viajar en un avión del gobierno mexicano, Morales fue recibido en el aeropuerto de Ciudad de México por el secretario mexicano de Exteriores, Marcelo Ebrard, y reiteró sus acusaciones de que un golpe le había forzado a dimitir.

“El presidente de México me salvó la vida”, dijo Morales, dando las gracias al mandatario, Andrés Manuel López Obrador, por concederle asilo. Prometió seguir “la lucha”.

Los diplomáticos mexicanos tuvieron que improvisar un plan de vuelo para el avión porque algunos países les cerraron su espacio aéreo en un principio. El avión hizo escala en Paraguay para repostar.

La salida de Morales puso fin a una acelerada caída en desgracia, para un hombre que fue pastor de llamas en las tierras altas bolivianas y líder sindical cocalero. Como presidente, ayudó a sacar a millones de personas de la pobreza, mejoró los derechos sociales y presidió durante un periodo de estabilidad y alto crecimiento económico en el país más pobre de América del Sur.

Al final, su caída se vio precipitada por sus esfuerzos por aferrarse al poder. Se presentó una cuarta vez a las elecciones tras ignorar los resultados de un referendo que respaldó los límites de mandatos para el presidente, unos límites derogados por un tribunal que según los críticos estaba viciado a favor del exmandatario.

El general Kaliman, jefe de las Fuerzas Armadas, anunció el lunes en televisión una operación conjunta entre la policía y el Ejército para intentar sofocar los enfrentamientos en la calle.

Ronald Arias dijo que había salido de su casa en El Alto, la ciudad vecina a La Paz, y caminó tres horas hasta su empleo en el centro de la capital porque el teleférico entre las dos ciudades se había suspendido por seguridad y las barricadas cortaban el acceso al transporte público.

Arias, que también es aymara, dijo que gracias al expresidente, sus padres tenían acceso por primera vez a agua corriente y gas para cocinar en la zona rural donde vivían.

“Me puso muy triste la renuncia del presidente”, dijo. “Mucha gente en El Alto derramó lágrimas por el presidente”. (AP)

 

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Impacto en América Latina por cierre de USAID

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS | LATINOAMÉRICA

La reciente decisión de la administración Trump de desmantelar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) pone en riesgo iniciativas esenciales en América Latina y el mundo según un informe de Associated Press. Países como Colombia, Brasil y Perú, que han dependido en gran medida de USAID para proyectos de asistencia humanitaria, conservación y erradicación de cultivos ilícitos, enfrentan desafíos significativos ante la retirada de este apoyo.

La decisión de cerrar USAID ha generado críticas generalizadas y preocupaciones sobre el impacto en la estabilidad y el desarrollo de la región. Líderes locales y organizaciones temen que la retirada de la ayuda debilite los esfuerzos en curso y ponga en peligro a las poblaciones vulnerables y al medio ambiente.

El impacto de USAID en América Latina

En Colombia, USAID ha sido fundamental en la provisión de ayuda humanitaria a más de 2.8 millones de venezolanos que han huido de la crisis económica en su país. Solo en 2024, la agencia transfirió aproximadamente 45 millones de dólares al Programa Mundial de Alimentos de la ONU para asistir a estos migrantes. La suspensión de esta asistencia podría agravar la situación de vulnerabilidad de esta población.

En Brasil, la iniciativa más destacada es la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad del Amazonas, que se centra en la conservación mediante la mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas y otras comunidades forestales. Solo en 2024, USAID donó al país 22.6 millones.

La retirada de fondos amenaza proyectos que han sido cruciales para la protección de la selva amazónica y el sustento de sus habitantes.

Perú, el segundo mayor productor de cocaína del mundo después de Colombia, ha recibido apoyo de USAID desde la década de 1980 para programas de sustitución de cultivos, promoviendo alternativas como el café y el cacao. La eliminación de este financiamiento podría dificultar los esfuerzos para controlar la producción de coca y fortalecer economías lícitas en áreas rurales.

Estos tres casos no son los únicos. En 2023, USAID envió apoyo a Haití (316 millones de dólares), Venezuela (205 mdd), Colombia (389 mdd), México (71 mdd), Honduras (144 mdd), Guatemala (178 mdd), República Dominicana (49 mdd), Chile (0.3 mdd), Bolivia (0.6 mdd), Panamá (0.9 mdd), Costa Rica (5 mdd), Cuba (9mdd) y Ecuador (46 mdd).

La decisión de cerrar USAID se enmarca en la política de la administración Trump de reducir el tamaño del gobierno federal y alinear la asistencia exterior con la agenda “America First”. Trump, en colaboración con Elon Musk, líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha argumentado que USAID es una organización ineficiente y “más allá de la reparación”, justificando así su clausura.

Sin embargo, expertos en derecho constitucional señalan que solo el Congreso tiene la autoridad para crear o desmantelar agencias federales y controlar el gasto, por lo que esta acción podría ser ilegal. A pesar de ello, el Congreso, controlado por los republicanos, no ha mostrado resistencia pública a esta decisión. Críticos de la medida advierten que, aunque pueda ser ilegal, las dinámicas políticas actuales podrían permitir el cierre no autorizado de la agencia de ayuda.

(Agencias)

 

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Agencias

En riesgo miles de proyectos en el mundo por cierre de USAID

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

Washington | A partir del miércoles por la tarde, el Departamento de Estado en Washington envió una oleada de correos electrónicos a todo el mundo, los cuales llegaron a las bandejas de entrada de campos de refugiados, clínicas de tuberculosis, proyectos de vacunación contra la polio y miles de otras organizaciones que recibían financiación crucial de Estados Unidos para salvar vidas.

“Se da fin a esta adjudicación por conveniencia e interés del gobierno estadounidense”, comenzaban.
Las escuetas notas ponían fin a la financiación de unos 5800 proyectos que habían sido financiados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) , lo que indicó que había terminado el tumultuoso periodo en el que el gobierno de Trump dijo que estaba congelando proyectos para someterlos a una aparente revisión, y que se había terminado cualquier débil esperanza de que la ayuda estadounidense pudiera continuar.

Muchos eran proyectos que habían recibido una exención de la congelación porque el Departamento de Estado había identificado previamente su labor como esencial y salvadora de vidas.
“Morirá gente”, dijo Catherine Kyobutungi, directora ejecutiva del Centro Africano de Investigaciones sobre Población y Salud, “pero nunca lo sabremos, porque se han cortado incluso los programas para contar a los muertos”.

Entre los proyectos suprimidos figuran programas de tratamiento del VIH que habían servido a millones de personas, los principales programas de control de la malaria en los países africanos más afectados y los esfuerzos mundiales para erradicar la poliomielitis.

Estos son algunos de los proyectos que The New York Times ha confirmado que se han cancelado:

• Una subvención de 131 millones de dólares al programa de inmunización contra la polio de UNICEF, que pagaba la planificación, la logística y la entrega de vacunas a millones de niños.

• Un contrato de 90 millones de dólares con la empresa Chemonics para mosquiteros, pruebas y tratamientos contra la malaria que habrían protegido a 53 millones de personas.

• Un proyecto en la República Democrática del Congo que explota la única fuente de agua para 250.000 personas en campos de desplazados situados en el centro del violento conflicto al este del país.

• Todos los costos de funcionamiento y el 10 por ciento del presupuesto para medicamentos del Servicio Farmacéutico Mundial, el principal canal de suministro de medicamentos contra la tuberculosis, que el año pasado proporcionó tratamiento contra la tuberculosis a casi tres millones de personas, incluidos 300.000 niños.

• Proyectos de atención y tratamiento del VIH dirigidos por la Elizabeth Glaser Pediatric AIDS Foundation, que proporcionaban medicamentos vitales a 350.000 personas en Lesoto, Tanzania y Esuatini, incluidos 10.000 niños y 10.000 mujeres embarazadas que recibían atención para no transmitir el virus a sus bebés al nacer.

• Un proyecto en Uganda para rastrear los contactos de las personas con ébola, llevar a cabo la vigilancia y enterrar a quienes murieron a causa del virus.

• Un contrato para gestionar y distribuir en Kenia suministros médicos por valor de 34 millones de dólares, incluidos 2,5 millones de tratamientos mensuales contra el VIH, 750.000 pruebas del VIH, 500.000 tratamientos contra la malaria, 6,5 millones de pruebas de malaria y 315.000 mosquiteros antipalúdicos.

• Ochenta y siete refugios que atendieron a 33.000 mujeres víctimas de violación y violencia doméstica en Sudáfrica.

• Un proyecto dirigido por FHI 360 que apoyó los esfuerzos de los trabajadores de salud de la comunidad para ir puerta por puerta en busca de niños desnutridos en Yemen. Recientemente descubrió que uno de cada cinco niños tenía un peso críticamente inferior al normal debido a la guerra civil del país.

• Servicios de salud prenatales y postnatales para 3,9 millones de niños y 5,7 millones de mujeres en Nepal.

• Un proyecto dirigido por la organización Helen Keller Intl en seis países de África occidental que el año pasado proporcionó a más de 35 millones de personas medicamentos para prevenir y tratar enfermedades tropicales desatendidas, como el tracoma, la filariasis linfática, la esquistosomiasis y la oncocercosis.

• Un proyecto en Nigeria que proporciona a 5,6 millones de niños y 1,7 millones de mujeres tratamiento para la desnutrición grave y aguda. La interrupción supone que 77 centros de salud han dejado de tratar por completo a los niños con desnutrición aguda grave, lo que pone a 60.000 niños menores de 5 años en riesgo inmediato de muerte.

• Un proyecto en Sudán que gestiona las únicas clínicas de salud operativas en una de las mayores zonas de la región de Kordofán, lo que interrumpe todos los servicios de salud.

• Un proyecto que atiende a más de 144.000 personas en Bangladés y que proporciona alimentos a mujeres embarazadas desnutridas y vitamina A a los niños.

• Un programa dirigido por la agencia de ayuda PATH, denominado REACH Malaria, que protegió de la enfermedad a más de 20 millones de personas en 10 países de África. Proporcionaba medicamentos contra la malaria a los niños al comienzo de la estación de lluvias.

• Un proyecto dirigido por Plan International que proporcionó medicamentos y otros suministros médicos, atención a la salud, tratamiento de programas de desnutrición, así como agua y saneamiento a 115.000 desplazados o afectados por el conflicto del norte de Etiopía.

• Más de 80 millones de dólares para ONUSIDA, la agencia de las Naciones Unidas, que financió trabajos para ayudar a los países a mejorar el tratamiento del VIH, incluida la recopilación de datos y programas de vigilancia de la prestación de servicios.

• El programa de la Iniciativa Presidencial contra la Malaria, denominado Evolve, que se encargó del control de mosquitos en 21 países mediante métodos que incluyen el aerosol de insecticida en el interior de las viviendas (protegiendo a 12,5 millones de personas el año pasado) y el tratamiento de los lugares de reproducción para matar las larvas.

• Un proyecto que proporciona tratamiento contra el VIH y la tuberculosis a 46.000 personas en Uganda, dirigido por la Fundación Infantil del Baylor College of Medicine, Uganda.

• Smart4TB, el principal consorcio de investigación que trabaja en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis.

• Las Encuestas Demográficas y de Salud, un proyecto de recogida de datos en 90 países que fueron fuentes cruciales, y en ocasiones las únicas, de información sobre salud y mortalidad materno-infantil, nutrición, salud reproductiva e infecciones por VIH, entre otros muchos indicadores de salud. El proyecto fue también la base de presupuestos y planificación.

Publicado en N.YT.

Stephanie Nolen es reportera de salud global para el Times. 

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Agencias

No es tiempo de distraerse

Francisco

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EP NEW YORK  | EE.UU.

No te distraigas. No te agobies. No te paralices ni te dejes arrastrar por el caos que el presidente Trump y sus aliados están creando a propósito con el volumen y la velocidad de las órdenes ejecutivas; el esfuerzo por desmantelar el gobierno federal; los ataques performativos contra los migrantes, las personas trans y el concepto de diversidad; las exigencias de que otros países acepten a los estadounidenses como sus nuevos soberanos y la vertiginosa sensación de que la Casa Blanca podría hacer o decir cualquier cosa en cualquier momento. Todo ello pretende mantener a Estados Unidos en vilo para que el presidente Trump pueda avanzar a toda velocidad en su afán por conseguir el máximo poder ejecutivo, para que nadie pueda detener la agenda osada, mal concebida y a menudo ilegal que impulsa su gobierno. Por favor, no te desconectes.

Hay que seguirle la pista a las acciones de esta presidencia y, cuando traspasen los límites morales o legales, hay que cuestionarlas, con valentía y reflexión, con la confianza de que el sistema de controles y equilibrios de la nación estará a la altura de las circunstancias. Hay motivos de preocupación en ese frente, por supuesto. El Congreso, controlado por los republicanos, hasta ahora ha abdicado de su papel como rama coigualitaria del gobierno, desde permitir que sus leyes y directivas de gasto sean sistemáticamente desechadas hasta consentir temerosamente que el presidente llene su gabinete de personajes leales, erráticos y no cualificados. Gran parte de la sociedad civil —desde la comunidad empresarial hasta las universidades, pasando por una parte de los medios de comunicación corporativos— ha permanecido inquietantemente callada, incluso condescendiente.

Pero también hay signos alentadores. Los tribunales, el control más importante sobre un presidente que pretende ampliar sus poderes legalmente autorizados y eliminar cualquier barrera de protección, han resistido hasta ahora y han bloqueado varias iniciativas de Trump. Los estados también han tomado medidas, pues varios fiscales generales demócratas han iniciado demandas contra los intentos de Trump de congelar la financiación de subvenciones federales y terminar con la ciudadanía por derecho de nacimiento, y han prometido luchar contra el acceso del equipo de Elon Musk a los sistemas de pago federales que contienen información personal.

Los funcionarios estatales o locales también están defendiendo sus leyes frente a las redadas federales contra la migración y luchando contra la orden ejecutiva de Trump que prohíbe la atención médica de afirmación de género a los niños trans. Y las organizaciones periodísticas de mentalidad independiente han seguido informando de forma excelente sobre la inundación de excesos de estos primeros días, aportando información esencial al público.

Nada de esto quiere decir que Trump no deba tener la oportunidad de gobernar. Setenta y siete millones de estadounidenses votaron para que Trump volviera a la Casa Blanca, y el Partido Republicano, ahora totalmente rehecho al servicio del movimiento MAGA, tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso. Las elecciones, se suele decir, tienen consecuencias. Pero ¿esta revisión inconstitucional del gobierno estadounidense —mucho más amplia, descuidada y cruel que todo aquello por lo que hizo campaña— es realmente lo que los votantes querían? ¿Poner en peligro el sistema estadounidense de controles y equilibrios, sus alianzas y su seguridad nacional? Porque, más allá de las bravatas, eso es lo que Trump, Musk y sus partidarios están haciendo.

Transcurridas tres semanas del segundo mandato de Trump, aquí ofrecemos un puñado de las cosas a las que los estadounidenses no pueden ignorar:

El dominio ejecutivo de Elon Musk.

El problema no es que Musk no haya sido elegido, sino que está infringiendo la ley. Sin ser siquiera un funcionario a tiempo completo, está intentando cerrar o desmantelar unilateralmente agencias y departamentos federales enteros, ignorando los mandatos del Congreso, lo que está prohibido por la Constitución. Él y su equipo están detrás de las ofertas de indemnización anunciadas para millones de funcionarios —incluida toda la plantilla de la CIA— y han forzado de manera efectiva la salida de altos funcionarios a los que no tienen poder para despedir.

Ha emprendido la misión de arrasar los sistemas de pago confidenciales del gobierno con el regocijo de un anarquista, decidiendo por su cuenta qué aspectos del gasto federal son legítimos y sustituyendo cualquier esfuerzo por comprender las funciones gubernamentales que está debilitando por su instintiva adopción de teorías de la conspiración.

Tanto el presidente como Musk parecen disfrutar el hecho de que la mayoría de sus acciones sean evidentemente ilegales, con lo que desafían a los tribunales a intervenir y detenerlas, basándose en la teoría de que, para empezar, esas leyes están equivocadas. Al mismo tiempo, la persona que está dirigiendo este esfuerzo es el hombre más rico del mundo, quien sigue teniendo intereses en sus empresas privadas, que el gobierno federal regula y con las que hace negocios por un valor de miles de millones de dólares. Es un nivel de conflicto de intereses como no hemos visto en la era moderna.

El gobierno contra los funcionarios públicos (también conocidos como los enemigos de Trump). Además del despido de más de una decena de miembros de la fiscalía de Washington que habían trabajado en casos relacionados con los disturbios del 6 de enero de 2021, el gobierno de Trump empezó a recopilar los nombres de miles de miembros del FBI que ayudaron a investigar delitos relacionados con el ataque al Capitolio. Varios funcionarios de alto rango de la agencia ya han sido despedidos.

La medida ofreció un primer atisbo de cómo Trump y su nominado para dirigir el FBI, Kash Patel —quien publicó una lista literal de enemigos de los miembros del “Estado profundo del poder ejecutivo”— podrían utilizar las fuerzas de seguridad federales contra los oponentes políticos del presidente. En lo que quizá sea la advertencia más inquietante a quien se le ocurra cuestionarlo o desafiarlo, Trump despojó a varios de sus antiguos asesores de la protección de seguridad que se consideraba necesaria dadas las amenazas creíbles del gobierno iraní de asesinarlos por acciones que llevaron a cabo bajo su orden directa.

Los desplantes imperiales del presidente y los ataques a nuestros aliados. Trump ha pasado semanas sugiriendo evasivamente que Estados Unidos está a punto de apoderarse ilegalmente de territorios en tres continentes, dejando a su paso diversas olas de consternación. Luego están sus aranceles, planeados desde hace tiempo y aparentemente legales, aunque extremadamente desaconsejados.

Todas las amenazas e insultos le han valido a Trump algunas concesiones a corto plazo, pero es probable que ninguna de ellas fortalezca la economía de Estados Unidos ni le dé al país más seguridad en el escenario mundial. Pisotear alianzas centenarias perjudicará a los países afectados, pero también podría comprometer la seguridad nacional, elevar el precio de productos, alterar el comercio mundial y beneficiar a adversarios como China y Rusia, deseosos de llenar el vacío de unos Estados Unidos cada vez menos confiable.

La salud pública en peligro.

Robert F. Kennedy Jr., quien abiertamente es un escéptico de las vacunas, aún no ha sido confirmado como secretario de Salud y Servicios Humanos de Trump. Pero el gobierno ya está tomando medidas para debilitar y derribar las protecciones de la salud pública y mundial. El jueves, el Times informó que el gobierno planea reducir la plantilla de más de 10.000 estadounidenses de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés) a solo unas 300 personas, y cancelar casi 800 adjudicaciones y contratos que la agencia administraba. El presidente —y mucho menos Musk— no puede cerrar una agencia federal sin el voto del Congreso.

Hacerlo también es ilegal de acuerdo a la Constitución. Más de la mitad del gasto de la USAID en 2023 se destinó a programas de salud que buscaban detener la propagación de enfermedades como la poliomielitis, el ébola, la tuberculosis, el VIH/sida y la malaria, o a la ayuda humanitaria para responder a emergencias y contribuir a estabilizar regiones asoladas por la guerra. Si te preocupa prevenir la próxima pandemia o las presiones de la migración mundial, USAID es una inversión que deberías desear que Estados Unidos haga.

El bombardeo del presidente contra los derechos civiles.

Trump ha emitido una avalancha de órdenes ejecutivas y pronunciamientos que hacen retroceder décadas de progreso en materia de derechos civiles y a menudo desafían abiertamente la Constitución. Ha puesto en el punto de mira especialmente a los estadounidenses trans y ha amenazado la financiación federal de las escuelas públicas que no se adhieran a la ideología de derecha sobre cómo se debe hablar sobre la historia y cuestiones raciales.

También, casi a diario, ha encontrado excusas para arremeter contra las políticas de diversidad, equidad e inclusión e incluso llegó a culpar a la DEI del accidente aéreo del 29 de enero en Washington e insinuando enérgicamente que cualquier controlador aéreo que sea mujer o no sea blanco es inferior y se le ha dado trabajo por razones equivocadas. Y la nueva fiscal general, Pam Bondi, anunció el miércoles que las empresas privadas que decidan mantener sus propias políticas de diversidad e inclusión podrían ser objeto de “investigaciones criminales”.

Estados Unidos se enfrenta a una nueva realidad, y exige sabiduría, resistencia y valentía. Estados Unidos está dirigido por un presidente que parece dispuesto a pasar por encima de cualquier persona, ley, estatuto del Congreso o país que se interponga en su camino. Se deja llevar por los impulsos y no tiene interés por las normas, la historia o la realidad.

La forma en que los estadounidenses y el mundo traten a un presidente así determinará gran parte de los próximos cuatro años, y nos exigirá mucho a todos nosotros. Debemos estar a la altura del momento. Trump ganó las elecciones limpiamente, pero su posición es la de presidente, no la de rey o Dios emperador. Cada vez que el Congreso le permite sobrepasar su función constitucional, fomenta un comportamiento más antidemocrático y debilita la capacidad del poder legislativo para frenar una mayor erosión de las normas y valores que han contribuido a hacer de esta nación la más libre, rica y fuerte del mundo.

Publicado en NYT

 

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