María Damiani
¿Quién no ha silbado alguna vez la pegadiza sintonía de Verano Azul?, la exitosa serie televisiva que relató las aventuras de verano de varios amigos en una localidad andaluza.
Hablar del verano implica la llegada del buen tiempo, las noches con amigos en las terrazas, disfrutar de la naturaleza, aventuras, alegrías, el sol y comenzar a pensar en las vacaciones.
La palabra “verano” viene del vocablo en latín “veranum”, y se define como: “el tiempo en que el terreno se mantiene siempre verde”.
¿Mantener el terreno siempre verde?
Es posible preservar lo exterior si se cuida el mundo interior y la consciencia individual siempre estará reverdeciendo, rebosando en el constante flujo de buenos pensamientos. El pensamiento correcto inevitablemente se exterioriza.
El verano puede convertirse no sólo en una etapa de nuevas experiencias, sino en una oportunidad para buscar la verdadera naturaleza de cada uno, de encontrarse consigo mismo, una etapa de evolución mental, donde se puede descubrir el potencial de cualidades de cada persona y sacar a la luz lo mejor de uno mismo.
Muchas son las recomendaciones que se hacen referentes a la alimentación, el sol, la piscina y el cuidado de los ojos para que no sean perjudiciales. Pero, ¿porqué no enfocar al sol o a la naturaleza como algo benéfico, ya que forma parte de la armonía del universo?
La luz solar es imprescindible para todos los seres vivos y aporta beneficios para la salud.
Según Sandra González, médico especialista en Medicina Familiar de Sevilla, existe una creencia de fobia solar cuando en realidad se lo debe relacionar con el buen humor, la disminución de fatiga y la sensación de bienestar.
Pienso que es posible comprender que la única fuerza que existe es el bien, la armonía, la salud. No se trata de exponer la piel para broncearla, sino de despertar el sol interior que es el corazón. Esta etapa puede ser considerada como un apogeo, o sea, la luz del sol es parte de un Todo que irradia e ilumina la consciencia de cada uno.
En algunos casos, el temor acecha y uno no conoce la forma de defenderse. Pero, sentir el Amor divino desecha el miedo.
Hace unos años estaba de vacaciones en una playa rocosa de Brasil y tuve una caída que me afectó el tobillo. No podía moverme y el dolor era cada vez más intenso. Por momentos me asaltó el temor de quedar inmovilizada. Traté de calmar mi mente y cerrar la puerta a esos pensamientos negativos que me susurraban.
Con la ayuda de mi esposo pude llegar al hotel, pero el dolor no cedía. Una vez en reposo, me aferré a mi identidad espiritual, que por ser espiritual, es siempre exenta de dolor. La oración afirmativa me dio mucha paz interior. Si bien el dolor permaneció varias horas, ya no había dudas en mi consciencia de que estaría bien. A la mañana siguiente pude afirmar el pie y caminar sin dificultad.
Si bien las vacaciones nos permiten “romper” con las rutinas, también nos brindan la posibilidad de renovar nuestro ser, un descanso y renovación mental que promueve el bienestar y la salud.
Afirmar la conexión con la única Causa universal, con el Principio de todo lo bueno, permite ser uno con el Amor y permanecer en sintonía con El.
¡Con esta visión podrás mantener tu terreno siempre verde!
María Damiani escribe acerca de la salud y el bienestar desde una perspectiva espiritual y es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en España. Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana Blog: http://saludyalegria.org/
REGRESAR