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“Proceso de paz” , un acuerdo para legitimar la impunidad de los terroristas : J.O.G

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“El pueblo colombiano no cree en el denominado proceso de paz y muestra muchas dudas con respecto al mismo, ya que la mayor parte de los colombianos consideran que fue un acuerdo solamente firmado para legitimar la impunidad de los terroristas”

ENTREVISTA A JOSÉ OBDULIO GAVIRIA, SENADOR DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA POR EL CENTRO DEMOCRÁTICO

por Ricardo Angoso

ricky.angoso@gmail.com

@ricardoangoso

Titulares:

 “El pueblo colombiano no cree en el denominado proceso de paz y muestra muchas dudas con respecto al mismo, ya que la mayor parte de los colombianos consideran que fue un acuerdo solamente firmado para legitimar la impunidad de los terroristas”

 

“Santos se plegó al populismo en la economía y copió formas que han sido desastrosas en toda América Latina. Santos ha tenido claros errores, como un discurso antiempresarial y una política impositiva a las empresas que ha generado desestímulo y desconfianza”

 

“Según informaciones recientes se ha llegado a que Colombia tenga unas 188.000 hectáreas cultivadas de coca, teniendo el deshonroso rércord de ser el país del mundo que más cultivos tiene. Somos el primer exportador y productor de coca del mundo por obra y gracia de esta política errónea con respecto al problema que representa”

Entradilla:

Considerado en tiempos como el “Rasputín de Casa Nariño” -sede de la presidencia de la República de Colombia-, el senador del Centro Democrático José Obdulio Gaviria siempre se ha caracterizado por no tener pelos en la lengua y decir lo que piensa, en un país no tan habituado a contar las verdades. En esta entrevista, realizada en Bogotá hace apenas unos días, José Obdulio denuncia el actual estado de cosas que padece el país y la “farsa” de un proceso de paz que sólo busca la impunidad de los terroristas.


Ricardo Angoso:¿Cómo examinas la marcha del proceso de paz, hacia dónde vamos?

José Obdulio Gaviria:Para mí, el problema radica en que Colombia no ha tenido un proceso de paz, aquí lo que tenemos es una problema muy antiguo que radica en la existencia de organizaciones de carácter terrorista de extrema izquierda creadas en un principio por el Partido Comunista y que después generaron algunas disidencias, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el M-19, el EPL y otras menores. Pero las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) eran propiamente el brazo armado del Partido Comunista. Prácticamente, durante cuarenta años, décadas se puede decir, no hubo una política de combate o enfrentamiento con las FARC, sino que se empleo el apaciguamiento o la búsqueda de una solución negociada con este grupo y no de enfrentamiento directo con los terroristas.

En el 2002, sin embargo, con el presidente Uribe al frente, hubo una rectificación de esta política, un cambio de rumbo, que dio unos grandes resultados, como fue el repudio nacional masivo a este grupo, su rechazo internacional y su aislamiento, a pesar que las FARC seguían dedicadas al tráfico de cosa y eso les daba enormes recursos. No fueron desmanteladas totalmente, pero fue muy debilitada su estructura criminal y casi el grupo es aniquilado. Se luchó decididamente contra las FARC y se consiguieron rápidos y exitosos resultados.

R.A.:¿Y qué ocurrió después?

Después, en el 2010, el presidente Juan Manuel Santos es elegido para continuar con esa política desarrollada durante ocho años con grandes esfuerzos y buenos resultados sobre el terreno. Santos gana de una forma democrática, portando esa herencia del presidente Uribe, pero después hace todo lo contrario a la política anterior, dando aliento político a las FARC y legitimándolas, incluso las institucionaliza y las convierte en parte del debate político. Y luego, para colmo de males, firma con las FARC un pacto de absoluta impunidad y acepta unos parámetros de juego con las mismas que acaban aceptando crímenes como el secuestro, la extorsión, el asesinato, los actos terroristas, la destrucción de infraestructuras y de la economía nacional y tantos actos más. Mas tarde, de un plumazo, por obra de Santos, todos esos actos enumerados aparecen borrados en el expediente criminal de las FARC. Para Santos, de repente, todos esos actos criminales se convirtieron en movimientos políticos relacionados con la insurgencia. Ese acuerdo político al que se llegó es ilegítimo y nosotros lo venimos denunciando en todos los foros.  Pero, además, cuando Santos intentó autoexaltarse por haber apoyado ese acuerdo político con las FARC se encontró con el rechazo del país al acuerdo en el plebiscito y con la victoria del “no” en el mismo.

 Por todos estos motivos que le estoy explicando, es por lo que el pueblo colombiano no cree en el denominado proceso de paz y muestra muchas dudas con respecto al mismo, ya que la mayor parte de los colombianos consideran que fue un acuerdo solamente firmado para legitimar la impunidad de los terroristas. A ese aspecto de la impunidad hay que añadir la claudicación ante los terroristas, ante una fuerza de extrema izquierda, vista la perspectiva de lo que está pasando en Venezuela y en otros países, donde ese tipo de organizaciones llegaron al gobierno y fueron un desastre absoluto. Los colombianos no quieren ir por ese camino y así se lo han hecho saber al presidente Santos en las urnas.

R.A.:¿Y qué ha pasado con el tráfico de drogas ligado a las FARC?

J.O.G.: Se firmó un acuerdo sobre ese asunto en el 2013 y parece que los resultados no han sido los mejores. Colombia había conseguido, según las Naciones Unidas y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, reducir el cultivo de coca de unas 180.000 hectáreas a unas 48.000 pero con la firma de la paz, que afianza la política de la no fumigación aérea y el abandono de la destrucción de cultivos incluso por la vía mecánica, hizo que se expandieran los cultivos. Y según informaciones muy recientes se ha llegado a que el país tenga unas 188.000 hectáreas, teniendo el deshonroso rércord de ser el país del mundo que más cultivos tiene. Somos el primer exportador y productor de coca del mundo por obra y gracia de esta política errónea con respecto al problema que representa el cutivo y el tráfico de coca. Con un problema añadido: que esa organización que hoy tiene un estatuto político, -las FARC-, que incluso se sienta en el legislativo de la República por la dádiva que le entregó el presidente Santos, es la que coordina la siembra, recogida, producción y distribución de la cocaína en todo el mundo. Es algo inaudito, inaceptable e insólito no sólo desde el punto de vista de las Leyes internacionales sino de la misma ética, algo que a algunos no parece importales mucho.

R.A.:Tampoco la gestión del gobierno, en lo que se refiere a la situación económica y social, parece la más adecuada, ¿qué impresión tiene de cómo van las cosas en Colombia?

J.O.G.:Santos se plegó al populismo en la economía y copió formas que han sido desastrosas en toda América Latina. Santos ha tenido claros errores, como un discurso antiempresarial y una política impositiva a las empresas que ha generado desestímulo y desconfianza. Sectores, como el agropecuario, no ven el futuro claro, no saben hacia ddebemos añadir la retirado muchiesas FARC-, cutivo y el trtados Unidos ya no descarta utilizar la f de izquierda y en favor de lónde irán las cosas, y se ha provocado una caída en el precio de las propiedades ligadas a la tierra. En el sector petrolero, que con el presidente Uribe tuvo grandes avances, hoy está abandonado y no ha vuelto a explorar, ha perdido un enorme potencial y sólo tenemos reservas para cinco años, en un claro ciclo descendiente sin que vislumbren cambios en esas políticas. Y algo parecido pasa con la minería, otra política fracasada de este gobierno que no supo enfocarla. Tampoco crecieron las exportaciones, la confianza inversionista extranjera se ido menguando hasta el punto que se han retirado muchísimas empresas extranjeras que han llegado a desmontar sus plantas industriales de Colombia. A eso le debemos añadir la inflación galopante y otros elementos negativos que dibujan un cuadro económico realmente complejo y adverso.

R.A.:¿Crees que la confusión política que vive el país, con esa profusión de candidatos para las próximas elecciones presidenciales, se clarificará en los próximos meses?

J.O.G.:Nosotros, en Colombia, no tenemos un sistema bipartidista  ni siquiera de tres partidos, y, por lo tanto, la confusión es mayor. Yo creo que todavía las corrientes reales no se han expresado en sus dimensiones reales, valga la redundancia. Pienso que existen dos grandes corrientes en el país y que se manifestaron en el plebiscito en el que ganó el “no”: la primera de esas corrientes está liderada por el presidente Uribe y afines, como los conservadores independientes no ligados al Partido Conservador, que está entregado a las políticas del presidente Santos; y, en la otra parte, están los grupos que están con el oficialismo y que defendían el “sí” en el plebiscito organizado para legitimar los acuerdos con las FARC.

En el uribismo, en el Centro Democrático, no hay confusión porque se han establecido unos mecanismos y una metodología para organizar las primarias en las que se definirá el candidato. Dentro de esa metodología se han organizado y se están organizando una serie de foros en las provincias y regiones para que los candidatos se conozcan. Nosotros, el Centro Democrático, tendremos definido nuestro candidato en los próximos meses entre los cinco que están en liza, con posibilidades incluso de que sean más pues hay dos que están con procesos pendientes que pueden resueltos en los próximos meses. Incluso creo que a nuestra alianza se podrían sumar otros dos candidatos del centro y la derecha, como Alejandro Ordoñez y Marta Lucía Ramírez, que también están entre los precandidatos y que quizá podrían unirse a nosotros en una segunda vuelta.

Luego, con respecto al oficialismo, pienso que el Partido Liberal, el de la U, que es el del presidente Santos, y Cambio Radical incluido, pienso que irán unidos bajo un mismo candidato. La lógica diría que el candidato que aglutinaría a ese bando sería el vicepresidente de la República con Santos, Germán Vargas Lleras. Y la izquierda, que en Colombia ha sido históricamente muy marginal, muy pequeña, pero que ahora se encuentra que con la revitalización que le ha dado Santos, sobre todo a través de la incorporación de las FARC a la vida política, podría llegar a tener una cierta fuerza e incluso llegar a una segunda vuelta compitiendo con el Centro Democrático y con un candidato propio.

R.A.:Sin embargo, ¿no cree que la batalla en  la escena internacional con respecto al proceso de paz la ganó Santos en lugar de Uribe?

J.O.G.:El tiempo es el mejor juez para juzgar estas cosas en su justa dimensión. En lo que respecta al Premio Nobel de la Paz otorgado a Santos, solo tengo que decir que Santos es un gran comprador de méritos más que un hombre meritorio. Yo creo que más pronto que tarde se va a saber que el asunto fue planeado con mucho tiempo de antelación y con elementos sobre la mesa que señalan que hay una relación entre la participación de Noruega en los negocios del petróleo en Colombia y el otorgamiento de ese Premio Nobel a Santos. Evidentemente, la idea de que la paz es mejor que la guerra caló en la escena internacional y jugó en favor de Santos, pero creo que el mundo, a la larga, reflexionará sobre lo que realmente ocurrió en Colombia y comprenderá que aquí lo que hubo fue una claudicación ante las FARC. Creo que esta política nunca hubiera sido aceptada en Europa o en los Estados Unidos, es un hecho realmente inaceptable que no tiene justificación de ningún tipo. Por ejemplo, la coyuntura norteamericana ya no le es tan favorable a Santos y hay cierto escepticismo hacia las medidas tomadas por esta administración. Creo que la percepción con respecto al proceso cambiará en los próximos años.

R.A.:¿Cómo valora la evolución de la seguridad pública en el país?

J.O.G.:Es toda una filosofía de este gobierno, en la cual la seguridad no es un elemento constituitivo de las funciones del Estado, sino que tratan de convencer a los ciudadanos, contra toda lógica, que sólo deben portarse adecuadamente. Se ha aplicado una teoría liberal en la que el Estado solo tiene que garantizar el bienestar de los ciudadanos y no su seguridad, generando, así, el desestímulo de las fuerzas y cuerpos de seguridad. La justicia es un desastre, siendo Colombia uno de los países del mundo donde reina una mayor impunidad. Las cárceles prácticamente se abandonaron y el hacinamiento en algunas de ellas llega al 400% y al 500%, pero ninguno de esos elementos, que tienen desde luego su incidencia en la seguridad pública, parecen preocuparle al presidente Santos. Y, sin embargo, están aumentados los hechos delictivos, como la extorsión, un fenómeno en alza en el país.

R.A.:¿Cómo percibes los cambios que están operando en la región y, especialmente, la situación de Venezuela?

J.O.G.:El socialismo del siglo XXI, como modelo político para América Latina, se ha convertido en una caricatura porque un régimen que ha llevado a la hambruna a Venezuela no tiene ninguna presentación; no es que haya desabastecimiento, es que no hay nada que comer. Hablamos de hambruna real. Por no hablar de Argentina, donde los Kirchner llevaron al país a unos pésimos indicadores económicos en todos los órdenes. Entonces, obviamente, nadie se atreve a defender esos supuestos “logros” salvo pequeños grupos de extrema izquierda que todavía operan en Colombia y algunos líderes, como Gustavo Petro, Piedad Córdoba o Iván Cepeda. Ya hoy en Colombia casi nadie defiende al Foro de Sao Paulo o la lucha armada de las FARC, son políticas absolutamente desacreditadas ante la ciudadanía y la opinión pública del continente.

El régimen de Venezuela no tiene defensa alguna, es absolutamente repudiable y en su fase terminal está mostrando su peor cara irrespetando los derechos humanos. Ha roto ya con todos los modos democráticos, no celebra elecciones porque no le convienen y las perdería y ha vaciado de contenidos a todas las instituciones, habiendo destruido la esencia misma de la democracia. Maduro, junto con su régimen, están absolutamente desprestigados; cualquier opción política que lo defendiera en Colombia obtendría un resultado de favorabilidad menor incluso que el del presidente Santos, cuya pésima popularidad se encuentra en estos momentos en algo menos del 12%.

Lectura recomendada: Es de izquierda el régimen de Maduro?

Agencias

Se firmó la paz para Gaza, arranca la fase dos del acuerdo

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

PLAN DE PAZ EN GAZA

Trump: “hemos cambiado la historia”.

Con el presidente estadounidense como gran protagonista, que proclamó “un día increíble para Medio Oriente, se necesitaron tres mil años para llegar hasta aquí”, una treintena de líderes árabes y europeos firmaron el documento.

Israel | La fase dos del acuerdo para Gaza ha comenzado.

Donald Trump la oficializó durante la cumbre de Sharm el-Sheikh, donde bajo la coordinación de Estados Unidos y Egipto una treintena de líderes —principalmente de países árabes y europeos— se comprometieron a construir un nuevo futuro de paz para Medio Oriente.

Unas intenciones que serán puestas a prueba de inmediato, comenzando por el primer desafío: el mantenimiento de la seguridad en la Franja. En ese punto, el presidente estadounidense abrió la posibilidad de que Hamás asuma un papel como fuerza policial palestina. “Quieren poner fin a los problemas, lo han dicho abiertamente, y les hemos dado la aprobación por un período determinado”, afirmó.

Otro de los temas centrales del encuentro en el mar Rojo fue la creación del Consejo para la Administración Transitoria.  Y el primer nombre propuesto por Trump fue el del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, anfitrión del evento, quien ya convocó a una nueva conferencia sobre la reconstrucción de Gaza para noviembre en El Cairo.

Italia busca ocupar un lugar de primera línea en este proceso, estrechamente vinculado a la estabilización de la Franja. El gobierno de Giorgia Meloni está dispuesto a “reforzar la presencia” de los carabineros si el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución que lo autorice, explicó la primera ministra al término de la jornada.

Meloni abordó estos temas en las reuniones bilaterales mientras esperaba la llegada de Trump, cuyo vuelo se retrasó más de tres horas debido a su visita a Israel.

Como era previsible, el expresidente estadounidense fue el gran protagonista. Saludó uno por uno a los líderes presentes sobre un escenario con una gran inscripción que decía Peace 2025, y pronunció el discurso inaugural durante la ceremonia de firma del acuerdo, destinado a sellar ante el mundo un alto el fuego en Gaza que ya había empezado a aplicarse horas antes.

Fue su día más largo y, quizás también el más importante de sus dos mandatos: la apoteosis de un presidente convertido en pacificador, de un magnate que sublimó el “arte del trato” en “arte del trato de paz”, reclamando haber “cambiado la historia tras 3.000 años”, de un líder político que ahora busca exportar “la edad dorada” inaugurada en su “América MAGA” a “Israel y a todo el Medio Oriente”.

Una demostración simbólica, pero clara, de que el destino de esta partida geopolítica depende, en primer lugar, de los movimientos de Washington. Aun así, Trump agradeció de forma especial a quienes actuaron como mediadores en las largas negociaciones realizadas en las últimas semanas, también en Sharm: al propio al-Sisi —quien lo condecoró con el Collar del Nilo, la más alta distinción egipcia— y al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani.

Trump había querido llevar consigo a Sharm al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Desde Israel, el expresidente contactó a al-Sisi para sugerirlo, y la presidencia egipcia anunció la participación tanto de Netanyahu como del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Pero en el lapso de una hora el viaje fue cancelado “debido al inicio de la festividad de Simjat Torá”, la misma durante la cual ocurrió la masacre del 7 de octubre.

Entre bambalinas, en un clima de tensión, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro iraquí Muhammad Shia al-Sudani amenazaron con abandonar la cumbre si Netanyahu asistía.

Pequeñas grandes señales de que los obstáculos geopolíticos no faltan. Para superarlos, el plan de Trump apunta a ampliar los Acuerdos de Abraham a otros países árabes, incluido Irán, que rechazó la invitación al encuentro.

“La mano de la amistad y la cooperación sigue tendida”, fue el mensaje de Trump a Teherán. Entre sus próximos pasos figura la composición del Consejo encargado de guiar la transición en Gaza. “Todos quieren formar parte, y eso es bueno”, sonrió el mandatario estadounidense, aunque admitió tener dudas sobre Tony Blair: “Siempre lo he apreciado, pero quiero saber si es una elección aceptable para todos”.

Italia, por su parte, busca jugar sus cartas, aunque Meloni advierte: “Este es tiempo de trabajo, no de protagonismo”.

Emmanuel Macron aseguró que Francia tendrá “un papel muy particular” junto a la Autoridad Palestina en la administración de Gaza, y anunció que ya comenzó a planificar una “conferencia humanitaria para Gaza”, que París “coorganizará”.

Agencias

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Agencias

Premio nobel de la paz a María Corina Machado

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

PREMIO NOBEL 2025

El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a la activista venezolana María Corina Machado.

El Instituto Noruego del Nobel anunció el galardón durante una ceremonia en Oslo, Noruega.

El premio se otorga a una “valiente y comprometida defensora de la paz, una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de la creciente oscuridad”.

Así lo declaró el Comité del Nobel en su declaración de entrega del premio a Corina Machado.

Machado “recibirá el Premio Nobel de la Paz por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, declaró el comité en su anuncio.

Machado, según la declaración, “ha sido una figura clave y unificadora en una oposición política que antes estaba profundamente dividida, una oposición que encontró puntos en <span;>común en la exigencia de elecciones libres y un gobierno representativo”. Esto, enfatiza el Comité, “es precisamente lo que yace en el corazón de la democracia: nuestra voluntad compartida de defender los principios del gobierno popular, incluso cuando discrepamos”.

Las razones recuerdan la catastrófica evolución de Venezuela en los últimos años, “de un país relativamente democrático y próspero a un estado brutal y autoritario que ahora atraviesa una crisis humanitaria y económica”.

El Comité del Nobel recuerda cómo Machado luchó “por unas elecciones libres y justas hace más de 20 años”, y como ella misma declaró, fue “una elección entre las urnas y las balas”.

El Comité quiso recordar cómo Machado, durante el último año, “se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad. A pesar de las graves amenazas contra su vida, ha permanecido en el país, una decisión que ha inspirado a millones de personas”.

“¡Estoy en shock!”, declaró María Corina Machado tras el anuncio del Premio Nobel de la Paz, según reveló un video del equipo de prensa.

Según la secretaria del Comité, Machado afirmó: “Este es un premio para todo un movimiento”.  “Vivimos en un mundo donde la democracia está en retroceso, donde cada vez más regímenes autoritarios desafían las normas y recurren a la violencia”. Esto es lo que escribió el comité del Premio Nobel en su acta de concesión del Premio Nobel a María Corina Machado.

“Cuando los regímenes autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se rebelan y resisten”, añadió.

María Corina Machado, concluyó, “cumple con los tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel para la selección de un Premio Nobel de la Paz. Ha unido a la oposición de su país. Nunca ha flaqueado en su resistencia a la militarización de la sociedad venezolana. Ha sido firme en su apoyo a una transición pacífica a la democracia”.

Agencias

 

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Agencias

Colombia: la normalidad ensangrentada

Francisco

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EP NEW YORK | OPINIÓN | COLOMBIA

Por : Gabriel Àngel Ardila

Por estos lares la sangre dejó de escandalizar. Se volvió paisaje, rutina, fondo de pantalla. Nos acostumbramos a que la “normalidad” venga chorreando hieles, con el hedor de la violencia impregnado en cada esquina. Y mientras tanto, los noticieros —oficiales y privados— se empeñan en convertir la tragedia en espectáculo, en enseñar con infatigable dedicación cómo joder al vecino, cómo sobrevivir a punta de infamia.

La pedagogía del crimen se transmite en horario estelar. No hay límites, no hay escrúpulos. Solo una competencia feroz por mostrar quién sangra más, quién cae más bajo, quién grita más fuerte. Y así, entre titulares rojos y series de narcos, se va moldeando una cultura donde la empatía es debilidad y la violencia, estrategia.

Cultivos malditos, economías de muerte. En los campos, los cultivos ilícitos crecen como maleza, regados con miedo y desesperanza. No son solo plantas: minas de oro para estructuras armadas que cobran cuotas a mano armada, que desplazan, que matan. El negocio se redondea con deslaves carísimos —ambientales, sociales, humanos— que nadie quiere asumir. Porque aquí, la ilegalidad no se esconde: se institucionaliza.

La paz entre comillas: Nos vendieron acuerdos, promesas, discursos. Pero la paz sigue siendo una palabra hueca, rellenada de impudicias. Se firma en salones, mientras se asesina en veredas. Se celebra en conferencias, mientras se llora en cementerios.

La “paz total” se convierte en un lema que no alcanza a cubrir el ruido de las balas.

¿Y nosotros? Nos toca romper el hechizo de la costumbre. Desaprender la indiferencia. Reaprender la rabia justa. Porque si la violencia se volvió paisaje, entonces hay que pintar otro. Uno donde la vida valga más que el rating, donde el vecino no sea enemigo, donde la paz no necesite comillas.


Gabriel Angel Ardila

Periodista, escritor y analista político. Inició su carrera en El Espectador, donde aprendió a mirar el país con lupa y con alma. Ha trabajado en medios independientes, procesos comunitarios y espacios de formación ciudadana. Su escritura se mueve entre la denuncia y la poesía, con la convicción de que la palabra puede ser resistencia.

 

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