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Sin Censura

Bolivia: Entre golpe de Estado y protestas

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EP New York/sin censura

Por: Max Fisher

La renuncia del presidente Evo Morales ha provocado un debate internacional sobre cómo calificar la turbulencia desatada en Bolivia: ¿es una rebelión o un golpe de Estado?

Algunas personas respaldan la versión de una rebelión del pueblo en contra de la tendencia del presidente hacia el autoritarismo. Otras dicen que fue una descarada intervención del Ejército.

Pese a que se desconoce gran parte de la historia, en ambas posturas existen muchas muestras a las que hacer referencia.

No obstante, según los académicos, la coexistencia de estas dos interpretaciones insinúan una verdad importante: la línea divisoria entre los golpes de Estado y las rebeliones pueden ser tenues o incluso inexistentes.

Con frecuencia, son una sola y lo mismo: los levantamientos masivos de la población junto con la deserción del Ejército que obligan a la renuncia o a la destitución del dirigente de un país.

Sin embargo, la superposición de estos términos a menudo conlleva connotaciones morales que no podrían ser más divergentes: como lo vemos en la actualidad, los golpes de Estado se desaprueban, pero las rebeliones se apoyan.

“Las personas que se quedan enganchadas en si es un golpe de Estado o una revolución están perdiendo de vista el objetivo”, señaló Naunihal Singh, un reputado politólogo que investiga las transiciones del poder y los golpes de Estado. “La pregunta es qué sucede después”.

Eso ha abierto el espacio a una especie de guerra de términos, en la cual la toma del poder político puede considerarse legítima al etiquetarla como rebelión o ilegítima si la llamamos golpe de Estado.

La construcción de la narrativa “tiene consecuencias” para el tipo de gobierno que viene después, comentó Singh. Hay una tendencia a que transiciones como las de Bolivia sean flexibles e impredecibles. La percepción de legitimidad, o la falta de ella, puede ser decisiva.

‘El golpe de Estado de Schrödinger

La idea popular de golpe de Estado, que se estableció en la era de la Guerra Fría, aún se caracteriza por tanques en las calles y generales anunciando la toma del poder.

De igual manera, las revoluciones se consideran emotivas, incluso románticas, ya que el pueblo se une para exigir un cambio al unísono hasta que el dirigente no tiene más opción que renunciar deshonrosamente.

A nivel global eso creó expectativas de que cualquier destitución de un dirigente podría encajar en uno de esos dos arquetipos, y los términos golpe de Estado y rebelión se usaban para distinguir las transiciones legítimas de poder de las ilegítimas.

Evo Morales , exiliado en México, dice que si el pueblo lo pide , regresa a Bolivia


Pero el mundo ha cambiado. La mayor parte de los gobiernos militares han tenido una transición hacia la democracia. Las normas globales, que solían ser tolerantes hacia los golpes de Estado, ahora los consideran un tabú. Sin embargo, en un momento de populismo y autoritarismo crecientes, los líderes electos se sienten cada vez más seguros al desafiar los límites de su poder.

Como resultado, se ha difuminado la frontera entre las rebeliones y los golpes de Estado.

En la actualidad, generalmente los golpes de Estado se producen después de levantamientos masivos que exigen un cambio y los militares describen su intervención como una medida temporal para restaurar la democracia. Y son pocas las rebeliones que tienen éxito sin el apoyo del Ejército, aunque eso solo consista en que los militares se nieguen a respaldar al gobierno.

El politólogo Jay Ulfelder se ha referido a esto como “golpe de Schrödinger”, en honor al físico austriaco Erwin Schrödinger, cuando escribe que esos casos “existen en un estado permanente de ambigüedad y al mismo tiempo es un golpe de Estado y no lo es” sin esperanza de poder encasillar los acontecimientos en una “sola y clara” categoría.

A menudo, los intentos por etiquetarlos llevan a situaciones desconocidas e imposibles de conocer. Cuando los militares anuncian que el presidente debe renunciar, ¿están amenazando con la fuerza o solo dan el mensaje de que no dispersarán a los manifestantes? ¿Importa siquiera esta distinción?


ENFOQUE EN FACEBOOK


Tal vez Bolivia se ubique con más firmeza en una categoría o la otra, ya sea por acontecimientos nuevos o por el surgimiento de información nueva. Pero lo que hasta ahora se sabe ayuda a ilustrar la manera en que las rebeliones modernas pueden imponer la necesidad de encontrar una categoría nítida.

Al parecer, los acontecimientos de Bolivia encajan en el concepto de revolución callejera: los ciudadanos se volcaron a las calles para exigir la renuncia de un dirigente que se negaba a respetar los límites de su poder, y en algún momento involucró a instituciones fuertes de izquierda y de derecha para lograr que eso sucediera. El gobierno sigue estando en manos de civiles electos que han prometido convocar a nuevas elecciones, y Morales sigue libre.

También, al parecer, encajaban con el concepto que se tiene de un golpe de Estado, ya que el Ejército exhortó al presidente a renunciar y, en efecto, eso sucedió. Morales mismo calificó su destitución como golpe de Estado. Aunque desde entonces ha suavizado su discurso, también ha aceptado el asilo que le ofreció México.

Desde una perspectiva, el pueblo salvó la democracia de manera heroica; desde la otra, un puñado de militares la traicionó de manera cobarde. Ambas consideran el mismo conjunto de hechos.

Las protestas de Venezuela este año dieron lugar a una concepción igualmente confusa en la que hubo mítines masivos para manifestar enojo por la desvergonzada apropiación del poder por parte del gobierno que fueron apoyados por los líderes de la oposición quienes sostenían que una intervención militar era la única salida que quedaba para imponer un cambio.

Áreas grises

Durante la Guerra Fría, en América Latina, las intervenciones del Ejército en política por lo general expulsaban a los dirigentes electos de izquierda e imponían dictaduras de derecha.

No obstante, en las décadas posteriores han cambiado dos cosas. Los dirigentes electos de derecha e izquierda han sido más propensos a desafiar los límites de su mandato y eludir los controles sobre su autoridad. Y los militares se han llegado a considerar árbitros políticos como la última opción y no como actores parciales o posibles gobernantes.

En Ecuador, por ejemplo, en el año 2000, el Ejército intervino a favor de las protestas de los indígenas contra el presidente de derecha y lo obligó a renunciar, y lo hizo nuevamente este año en apoyo a su presidente de centroizquierda.

Para los politólogos, esto parece ser un problema estructural. Los presidentes fuertes, los Ejércitos fuertes, las sociedades polarizadas y las instituciones débiles propician casos como el de Bolivia, donde las disputas se resuelven cada vez más al margen del orden constitucional.

Sin embargo, la terminología de la Guerra Fría sobre los golpes de Estado y las revoluciones exige que esos casos encajen en una descripción clara. Las crisis de América Latina tienden a desarrollarse junto con las divisiones de derecha-izquierda comunes en todo el hemisferio occidental, incluyendo a Estados Unidos, lo que ofrece un incentivo más para identificar a los héroes y a los villanos.
Además, la complejidad inherente al orden democrático latinoamericano, con líderes propensos a acumular poderes extraconstitucionales y a ser destituidos con métodos extraconstitucionales, significa que ambos lados verán muchas pruebas para plantear el derrocamiento de un dirigente como una restauración de la democracia o como su perturbación.

Nuevamente, Bolivia es un buen ejemplo. Los académicos del país sostienen que tanto Morales como el Ejército están en el lado equivocado de la democracia.

Santiago Anria del Dickinson College, en Pensilvania, y Jennifer Cyr de la Universidad de Arizona escribieron en The Washington Post que “el intento de Morales de seguir en el poder reveló sus ‘tentaciones autócratas’: un deseo de hablar y actuar en representación de todo el ‘pueblo’ y de hacer esto para siempre”.

Los académicos culpan a los líderes de la oposición por ayudar a avivar la crisis y reconocen que, al inicio de su mandato, Morales desarrolló el modelo democrático. Pero alegan que ahora “ya casi no respeta los pesos y contrapesos de la Constitución con respecto a la autoridad del presidente”.

Rut Diamint, una politóloga de la Universidad Torcuato Di Tella en Argentina, estuvo de acuerdo con las críticas que se le hacen a Morales, pero añadió que “nada de eso justifica un golpe de Estado”.

Lo denominó un “revés a la democracia en América Latina” y un precedente para que “otros países definan un orden político con el apoyo de las fuerzas armadas”.

Los bolivianos están atrapados en medio de estos actores poderosos, y les dicen que deben elegir un bando para defender la democracia que el otro está agrediendo.

El litigio por la legitimidad

Los debates sobre cómo denominar a la agitación que se vive en Bolivia podrían convertir los complicados acontecimientos en una historia atractiva en términos ideológicos que no encaje del todo, pero estos de todas maneras importan… y posiblemente mucho.

Las percepciones de si fue legítima o no la destitución de Morales, tanto en Bolivia como en el extranjero, podrían tener una participación importante en el debate sobre quién podrá asumir el poder, su capacidad para gobernar y qué tipo de gobierno formará.

“Eso es parte de la importancia de esta inquietud —¿se trata de un golpe de Estado o de una revolución?— ya que esto determinará lo que suceda la próxima semana”, señaló Singh refiriéndose a las objeciones de Morales a la legitimación de cualquier gobierno encabezado por la oposición.

El lunes 11 de noviembre, tanto los expertos en Bolivia como en golpes de Estado coincidían al advertir que había que evitar las caracterizaciones absolutas en blanco y negro y pedían a los analistas y personalidades de redes sociales que se enfocaran en los matices y en la escala de grises.

Unas horas más tarde, algunos de ellos se dieron por vencido. Entre ellos, Anria, el experto en Bolivia quien escribió en Twitter, “¡Los binarios no nos ayudan mucho y sin embargo son tan predominantes!”. (The NYT)

——
Max Fisher es un reportero internacional y columnista del New York Times. Ha reportado sobre los conflictos sociales y diplomáticos de los cinco continentes  y ha investigado sobre cambios en otros tópicos.

 

Columnistas

El día en que murió nuestra libertad

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EP New York/Sin censura

Por: Níkolas Stolpkin

“La naturaleza humana no es una máquina que se construye según un modelo y dispuesta a hacer exactamente el trabajo que le sea prescrito, sino un árbol que necesita crecer y desarrollarse por todos lados, según las tendencias de sus fuerzas interiores, que hacen de él una cosa viva”. John Stuart Mill

La libertad para desplazarnos, o ejercer libremente una labor legal, quedó interrumpida por la actual pandemia y se desconoce aún para cuándo volveremos a gozar nuevamente de dicha libertad. Más que “adultos responsables” ahora las autoridades ven derechamente a las personas como a “niños”, al cual se les debe felicitar levantando un “confinamiento” o se les debe castigar imponiendo el mismo. Los “niños responsables” avanzan y los “niños irresponsables” retroceden.

¿A dónde fue a parar nuestro derecho a ejercer libremente nuestra responsabilidad, como adultos que somos? ¿Por qué ahora nos tratan como si fuéramos niños del kindergarten? ¿No podemos asumir la gravedad de un problema y al mismo tiempo asumir nuestra responsabilidad libremente? ¿Por qué tantos obstáculos a nuestra libertad? ¿Por qué la mayoría de las protestas contra las restricciones en pandemia se deben dar en países desarrollados o con niveles de vida y educación muy superiores, contrario a lo que sucede en países en vías de desarrollo o con niveles de vida y educación inferiores, donde las personas parecieran ser más obedientes o no tienen ánimos de contrariar a sus autoridades?

Todos sabemos lo dañino que puede resultar ser a la larga el consumo de alcohol, tabaco, drogas o la comida chatarra. Sabemos que está bajo nuestra responsabilidad consumir sustancias tanto legales como ilegales. Como adultos, sabemos también lo que puede resultar traspasar los límites de la legalidad y sus consecuencias. También sabemos que está bajo nuestra responsabilidad el uso o no uso del preservativo en las relaciones sexuales. Sin embargo, pareciera ser que, como adultos que somos, no estuviéramos capacitados para ejercer nuestra responsabilidad libremente con respecto al COVID-19.

¿Por qué no estamos capacitados para ejercer esa responsabilidad libremente con respecto al COVID-19, pero siempre hemos estado capacitados para ejercerla con respecto al uso de los preservativos o al consumo de alcohol, tabaco y la comida chatarra?

El alcohol, el tabaco y la comida chatarra bien sabemos que son legales y que son muy perjudiciales para nuestra salud, matando cada año a millones y millones de personas. ¿Hemos visto a las autoridades, tal como las vemos ahora, tan “preocupadas” por nuestra salud con respecto al consumo de los mismos? ¿La población ha estado siendo bombardeada constantemente con el miedo hacia el consumo del alcohol, tabaco y la comida chatarra, tal como se bombardea hoy con respecto al COVID-19 dizque “preocupados” por nuestra salud? ¿Desde cuándo la “preocupación” por la salud de las personas ha sido prioridad y merece el sacrificio de las economías? ¿Se desea primero estrangular  a las economías para después dejar que los grandes intereses puedan ofrecer sus “grandes soluciones”?

Pongamos un ejemplo muy similar al COVID-19, si lo anterior no nos parece o está fuera de lugar. Todos sabemos la existencia y peligrosidad de contraer el VIH/SIDA, y que la mayoría de los casos se da por las relaciones sexuales. Somos responsables de usar o no los preservativos en las relaciones sexuales. Sin embargo, a pesar de que el VIH/SIDA mata en promedio un millón de personas en el mundo cada año y que, actualmente, hay más de 42 millones de infectados, la economía mundial no se había visto perjudicada, ni impuesto medidas draconianas con las cuales hoy estamos sujetos respecto al COVID-19. ¿Escuchamos alguna vez de algún “confinamiento” para frenar la propagación del VIH/SIDA? ¿Escuchamos alguna vez del cierre de fronteras, aeropuertos, moteles, etcétera, para frenar el VIH/SIDA? ¿Escuchamos alguna vez de “cordones sanitarios”, toques de queda… para frenar la propagación del VIH/SIDA? Pues el VIH/SIDA sigue existiendo y aún no existe una vacuna. Tampoco se nos ha bombardeado diariamente con cifras de contagiados y muertos por el VIH/SIDA para que tengamos miedo.

¿Por qué tiene que ser distinto con el COVID-19? ¿Qué hay detrás de toda esta maquinaria propagandística? ¿Por qué se nos tiene que vender nuevamente aquello de que “el mundo ya no será como era antes”, tal como sucedería con el episodio de las Torres Gemelas del 2001? ¿Acaso todo esto se trata de importar subrepticiamente el modelo chino de control? ¿Prolongar el no ejercer nuestra libre responsabilidad tiene que ver mucho con el desembarco de los gigantes tecnológicos? ¿Acaso se trata de frenar en Occidente la creciente influencia china? ¿Es realmente una pandemia o es una gran maniobra de ingeniería social de las élites económicas para lograr ciertos objetivos permanentes, teniendo como base el miedo y así poder ejercer un completo control? Algo tiene que haber porque no es normal que la libertad, tal como la hemos conocido en Occidente, hoy quiera ser vista como una “irresponsabilidad” y la obediencia ciega (hacia las autoridades) quiera ser vista como una “responsabilidad”.

En promedio, cada año en el mundo mueren 2.8 millones de personas por el consumo de alcohol; 5 millones de personas mueren por la contaminación del aire; 9,6 millones de personas mueren por el cáncer; 2,6 millones mueren cada año por neumonía; en conjunto el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilícitas matan cada año a 11,8 millones de personas en el mundo. La diferencia es que no nos han bombardeado permanentemente con cifras para que tengamos miedo, así como lo han hecho con el COVID-19. La diferencia es que sí nos han permitido hacer uso de nuestra responsabilidad, libremente, con respecto a aquellos. ¿No creen que si estuvieran tan “preocupados” por nuestra salud, como curiosamente les ha dado ahora, prohibirían el tabaco, el alcohol y la comida chatarra?

Y si queremos ver todo esto como una carrera de muertos, al día de hoy del presente año ya llevamos más de 971 mil muertos en el mundo por el COVID-19; más de 1,8 millones de muertos por el alcohol; más de 3,6 millones de muertos por el tabaco; más de 5,9 millones de muertos por el cáncer; más de 1,2 millones de muertos por el VIH/SIDA; más de 8,1 millones de muertos por el hambre… Sin embargo, lo que vemos es que el mundo se ha detenido o desacelerado por el COVID-19, “preocupados” dizque por nuestra salud –no por el cáncer, el VIH/SIDA, el tabaco o el alcohol, ni mucho menos por el hambre.

¿Recuperar nuestra libertad, tendrá que ser obra de rebelarse contra nuestras autoridades?

@NStolpkin

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Analista político nacional e internacional – Political Analyst – Crítico de política y Cultura Contemporánea.

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En cuatro meses de pandemia , sólo quedan cifras , muertos , contagios y miedo

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EP New York/opinión

Pandemia COVID-19: ¿Y si todos los muertos importaran?

Por: Níkolas Stolpkin

No deja de ser interesante toda esta situación que se está viviendo a nivel mundial. No estamos viviendo el escenario de una guerra mundial o de una dictadura de esas típicas Latinoamericanas del siglo pasado.  Lo que no quita que todo esto pueda tener algo de uno o de otro (cierre de fronteras, cierre de negocios, toques de queda, militares en las calles, restricciones para movilizarse, etc.). El escenario pareciera ser el mismo en todas partes (Fase 1, Fase 2, Fase 3, Fase 4…).

La presente escena pandémica es como si se tratara de la resulta útil de una guerra mundial o una dictadura, pero también la resulta “mejorada” de la “Gripe Porcina” (H1N1), más la “Guerra contra el Terrorismo” (Al Qaeda, “Estado Islámico”, ISIS). Y la labor de los Grandes Medios de Comunicación, por otra parte, pareciera ser la resulta “mejorada” de su desempeño en “La Guerra del Golfo”, “La Guerra de los Balcanes”, “La Guerra de Irak” y “Los atentados a las Torres Gemelas”. El actual bombardeo sistemático de información (propaganda) relacionado al COVID-19, hoy es un hecho. 

Algunos dirán que es “necesaria” toda la información o propaganda que los Grandes Medios difunden día a día con respecto al COVID-19 (cifras de muertos, “contagiados confirmados”, “casos activos” –pero, ojo, que no se noten mucho los “casos recuperados”) o que es “necesaria” toda la propaganda alrededor del COVID-19 (propaganda en redes sociales, radio, etc). Pero en el fondo todo se trata de conservar ciertos niveles de miedo sobre la población. Que algunos no quieran verlo, ya es otro tema. 

El miedo ya está simbolizado en una mascarilla o en conductas de un fiel “soldado” que respalda a las autoridades y asiente en todo lo que emiten los Medios oficiales. Todo disidente que se salga de los parámetros de las autoridades o de los Grandes Medios de Comunicación son un “enemigo” al cual hay que “aplastar”, censurar, ignorar o ridiculizar.

Puede que la primera vez que se nos quiso alarmar a nivel mundial con una enfermedad o virus, fuera a finales del siglo XX con el VIH/SIDA. Sin embargo, el nivel de alarma de aquella época nunca fue tanto como para detener gran parte de la economía mundial. No se cerraron fronteras, no sacaron a los militares, no cerraron los negocios, no hubieron cuarentenas o confinamientos estrictos, etc. La gente siguió viviendo sus vidas, trabajando, viajando, pero informada de la peligrosidad del VIH/SIDA. Incluso cada año se hacían campañas para prevenir el VIH/SIDA, que en el fondo eran campañas para que se vendieran preservativos, pero con el tiempo aquellas campañas se fueron apagando progresivamente. Hoy prácticamente no queda mucho o nada de las mismas.

No obstante, la peligrosidad del VIH/SIDA siguió estando. Incluso quedó en nuestro subconsciente de que para tener relaciones sexuales debíamos usar preservativos. Sólo que, no se nos siguió alarmando. ¿Se imaginan hoy si el VIH/SIDA hubiera sido la enfermedad del momento, tal como lo es hoy el COVID-19, y cerráramos negocios, fronteras, restaurantes, hoteles…? ¿Se imaginan el resultado de haber exagerado la nota tal como lo estamos haciendo ahora? 

Pues bien, hasta el día de hoy existe el VIH/SIDA y su peligrosidad. Y en lo que va del año 2020, las cifras de muertos por VIH/SIDA son superiores a las muertes por COVID-19. Sí, ya estamos bordeando los 800 mil muertos por VIH/SIDA. ¿Se nos ha querido alarmar con todas esas muertes? No, ¿verdad? Además existen actualmente más de 41 millones de contagiados por VIH/SIDA en el mundo. ¿Se nos ha querido alarmar con toda esa cifra de contagiados? No, ¿verdad? ¿Por qué? No lo sabemos.

¿Es necesario tanto escándalo por las muertes por COVID-19? ¿Por qué ahora tanto escándalo y antes no se escandalizaban por otras muertes? ¿Por qué las muertes que importan hoy son por COVID-19 y las demás no importan? ¿Qué se persigue al escandalizar la nota de ciertas cifras e ignorar otras igual o más significativas?

Claro que existe el COVID-19, no lo negamos. ¿Pero es necesario llegar a tanto escándalo y alboroto? Antes de la pandemia COVID-19, en promedio morían en el mundo 150 mil personas cada día, por distintas causas. ¿Se hacía algún escándalo por ello? Hoy en día ese promedio sigue manteniéndose desde el 2017. 

Supongamos que todas las muertes importaran… –Vamos, hagamos este ejercicio. ¿Se imaginan lo que eso podría significar si traspasáramos a todas ellas (las otras muertes) los niveles de exageración que estamos teniendo hoy con nuestras autoridades y Medios? Para empezar la actual industria alimentaria se iría hacia abajo. Lo mismo que la industria del tabaco y el alcohol. ¿Por qué nuestras autoridades y Medios no se escandalizan igualmente con las muertes por el hambre, el cáncer, el tabaco o el alcohol que cada año y día suceden? ¿Dónde están los informes diarios de aquellos? ¿Las muertes por COVID-19 son las únicas muertes que valen? 

¿Sabrá toda esa gente que se escandaliza por las muertes por COVID-19 que en lo que va del año (2020) en el mundo ya llevamos más de 5 millones de muertes por el hambre? ¿Sabrá toda esa gente que en lo que va del año en el mundo ya nos estamos acercando a los 4 millones de muertos por el cáncer? ¿Sabrá toda esa gente que en lo que va del año en el mundo ya pasamos el millón de personas muertas por el alcohol y pasamos los 2 millones de muertos por el tabaco? Y si nos pusiéramos “políticamente incorrectos”… ¿sabrá toda esa gente que en lo que va del año ya llevamos en el mundo más de 20 millones de abortos? Pero a quién le importa. Los únicos muertos que importan son por COVID-19, ¿verdad?

¿O acaso infundir miedo será el medio ideal para implantar medidas específicas que sin miedo no se podrían? ¿Estamos ante una prueba de resistencia? ¿Somos algo así parecido al perro de Iván Pávlov?

Aldous Huxley en su ensayo Nueva visita a un mundo feliz (1958) señalaba: “Todo hombre, como todo perro, tiene su propio límite individual de resistencia. La mayoría de los hombres llegan a su límite después de más o menos unos treinta días de continua tensión en las condiciones del combate moderno. Los que son más impresionables que el promedio sucumben en sólo quince días. Los más duros que el promedio pueden resistir unos cuarenta y cinco y hasta cincuenta días. Fuertes o débiles, todos acaban derrumbándose a la larga. Todo, es decir, todos aquellos inicialmente sanos. Porque, de modo bastante irónico, los únicos que pueden resistir indefinidamente la tensión de la guerra moderna son los psicopáticos. La locura individual es inmune a todas las consecuencias de la locura colectiva”.

“(…) se ha comprobado que la deliberada inducción de MIEDO, ira o ansiedad aumenta notablemente la impresionabilidad del perro. Si estas emociones se MANTIENEN a un alto nivel de intensidad por un tiempo lo bastante prolongado, el cerebro «va a la huelga». Cuando sucede esto, cabe IMPLANTAR nuevas normas de conducta con SUMA FACILIDAD.”

Podríamos entender que las demás muertes no sean tan importantes para las élites económicas y así  ellos poder salvaguardar ciertos intereses (la industria alimentaria, la industria del tabaco, la industria del alcohol, la industria química, etc.). Lo que nos gustaría saber es por qué las muertes por COVID-19 son mucho más importantes que las demás muertes, siendo que las demás muertes (por cáncer, hambre, VIH/SIDA, alcohol, tabaco),  podrían escandalizar mucho más que las muertes por COVID-19, si nos atuviéramos rigurosamente a las cifras. 

Y fíjense bien que no estamos hablando de “teorías conspirativas”, “5G”, “microchips”, ni nada de eso. Estamos hablando de cifras reales, existentes, y verificables, que cualquier persona podría ver. ¿Tan difícil es contestar a lo anterior?

@NStolpkin

FUENTES:
1. Worldometers 2. Our world in data 3. Nueva visita a un mundo feliz (1958), Aldous Huxley.

Níkolas Stolpkin

Analista político nacional e internacional – Political Analyst – Crítico de política y Cultura Contemporánea.

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Columnistas

Hay que investigar a China y OMS por los daños causados por el coronavirus , Jorge Buxadé

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EP New York/ opinión política-España

ENTREVISTA A JORGE BUXADÉ, EURODIPUTADO Y PORTAVOZ DE VOX EN EL PARLAMENTO EUROPEO

“El Gobierno de Sánchez ha actuado de una forma negligente y sin escuchar, en su momento, las voces de alarma ante la pandemia”

“Tenemos que establecer, cláramente, las responsabilidades del gobierno comunista de China en esta crisis, pero también de la OMS”

“Hay que dejar atrás la agenda política de las instituciones europeas y apostar por la salvación de millones de empresas en Europa que son las que garantizan el empleo”

“España debe exigir el respeto, como cuarta potencia económica que es, en la Unión Europea y sin olvidar los sacrificios que ha hecho el país en la industria y la agricultura”

por Ricardo Angoso

Abogado del Estado, jurista de formación, antiguo profesor de universidad y con alguna experiencia en la vida política, Jorge Buxadé es, a sus 44 años, el portavoz de VOX en el parlamento europeo tras el éxito de su formación política en las últimas convocatorias electorales y la irrupción de la misma en la vida política española y europea. También ha tenido un notorio protagonismo en los últimos meses en la vida nacional, cuando ha denunciado con vehemencia y convicción la pésima gestión del ejecutivo español en la crisis provocada por el coronavirus.

Ricardo Angoso: ¿Qué impacto tendrá esta crisis en la sociedad española y cómo juzga la gestión del ejecutivo español en la gestión de la pandemia?

Jorge Buxadé: La primera fase este gobierno ha actuado de una forma absolutamente ineficiente, por no haber respondido y atendido las alarmas que venían de numerosas partes del mundo y cuando ya la pandemia se estaba extendiendo en numerosos países. Hubo una absoluta  imprevisión a la hora de haber escuchado ese mensaje de alarma y por no haber hecho acopio de medios de protección sanitaria, tales como mascarillas y otros materiales médicos, en definitiva, de no haberse puesto en alerta y planificando un plan de choque para hacer frente a la pandemia.

Luego, en lo que respecta a la gestión política, el gobierno ha utilizado de una forma desmedida y diría que desproporcionada el estado de alarma. El estado de alarma, como hemos dicho desde VOX en numerosas ocasiones, es un procedimiento que no se puede utilizar repetidamente y sin medida, tal como ha hecho el gobierno Sánchez, y es algo que ya han dicho numerosos juristas. Aparte de estas consideraciones jurídicas, el estado de alarma no permite ni suprimir ni restringir derechos fundamentales para finalmente utilizar el mismo para que fuera una suerte de estado de excepción encubierto, ocultando la verdadera agenda política de Sánchez que pasaba, junto a otras cosas, por colocar a Pablo Iglesias en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), para regar de dinero a los medios de comunicación afines y así afianzar el control social por parte de este gobierno que no oculta ya sus fines ideológicos.

Como consecuencia de la no adopción de las medidas sanitarias adecuadas y la imprevisión a la hora de tomar decisiones que pusieran coto a la pandemia, dejaron a miles de ancianos desprotegidos en las residencias, muchos de los cuales han muerto solos y abandonados, sin asistencia ninguna. Por otra parte, el confinamiento total de toda la población española nos ha llevado a una ruina económica sin precedentes, con una economía paralizada y miles de trabajadores y empresarios realmente preocupados acerca de cuándo y cómo van a poder reiniciar sus actividades laborales. Millones de españoles ahora están con el temor de si van a conservar o no sus empleos, aparte de que  millones de ERTES -contratos de regulación de empleo temporal- se van a pagar en  el mes de junio, dejando a millones de personas sin sustento para estas semanas de terrible crisis. Esta situación, que  es un auténtico desastre, está provocando un profundo malestar en la sociedad española, cada vez más preocupada ante lo que pasa.

Como consecuencia de la misma, y como reacción ante este estado de cosas, miles de españoles están saliendo a las calles a protestar por la actual situación, exigiendo al gobierno su dimisión y lo que es más importante, libertad, en un auténtica revuelta popular que algunos llaman ya de las mascarillas.

EL PAPEL DE CHINA Y LA OMS EN LA PANDEMIA

R.A.:¿Qué opinión te merecen las acusaciones del presidente norteamericano, Donald Trump, contra China, por ocultar información, y a la Organización Mundial de la Salud, por su negligencia?

J.B.: Creo que cada hay más certezas y elementos que permiten demostrar las conexiones entre el gobierno comunista de China con la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante esta crisis. Nosotros, desde VOX Europa, junto con el grupo de reformistas y conservadores en la cámara europea, hemos exigido que por parte de la Comisión Europea, el Consejo y la Unión Europea haya una investigación acerca de la responsabilidad del gobierno comunista chino en la propagación internacional del coronavirus que, al parecer, nació en la ciudad de Wuhan y también  por la responsabilidad de la OMS cuando no hizo caso de la alerta temprana que hacía prever la extensión de la pandemia por todo el planeta, tal como había alertado Taiwán en su momento. Creemos que este asunto se tiene que esclarecer y dilucidar. Yo creo que ahora mismo no hay evidencias claras pero si hay muchas certezas que, una detrás de otra, nos llevan a poner bajo sospecha al gobierno comunista chino y a la OMS. Por ejemplo, durante la pandemia se han vendido y comerciado numerosos productos farmacéuticos y médicos fraudulentos cuyo origen es China, principalmente, y son hechos que deben investigarse y llegar hasta el final para determinar las responsabilidades finales. Ahora mismo, lo que sí está claro es que la OMS es una organización bajo sospecha y, si de veras se la quiere darle viabilidad, habrá que dirimir las responsabilidades y depurar a sus responsables porque, si no se hace, acabará perdiendo toda su credibilidad en la escena internacional y en el campo de la salud, obviamente.

R.A.:¿Crees que Europa ha estado a la altura de las circunstancias cuando varios de sus Estados han estado gravemente afectados por la pandemia?

J.B.: La UE está actuando tarde y relativamente mal, aunque es verdad  que ahora se están hablando de algunas ayudas financieras por parte de sus miembros. Creo que tampoco se está poniendo sobre la mesa la verdadera dimensión de la tragedia sanitaria y la ruina económica a la que nos veremos abocados países como Italia, España y Francia, por citar tan solo algunos de los países más afectados por el conavirus, y, por tanto, es hora de dejar atrás la agenda política y determinar en este momento, por parte de las instituciones europeas, lo que es realmente prioritario e importante. La única solución, ante un debate político que sigue presa de la inercia del pasado, es apostar por poner nuestros recursos al servicio de salvar vidas y empleos. Hay que dejar atrás la agenda ideológica y trasladar los fondos previstos para la transición ecológica y otros asuntos a la ayuda directa a las empresas y así, entre todos, salvar los empleos de millones de trabajadores en Europa. Tenemos que salvar a millones de empresas, que ahora están en crisis, porque son las que garantizan el empleo en Europa. Otra buena medida sería que las instituciones europeas tomen decisiones rápidas ante la grave crisis y que no dejen la gestión de la misma a la espera de grandes acuerdos entre los principales Estados de la UE.

R.A.:¿Cómo valoras la gestión de la crisis de la pandemia por parte de países como Brasil, México e incluso Estados Unidos?

J.B.: Por desgracia, ha habido dos elementos; en una primera fase, por ejemplo, ha faltado una información fiable acerca de lo que estaba pasado con respecto al coronavirus, que apunta su responsabilidad a la OMS, y que, coordinadamente con el gobierno comunista chino, nos ocultaron la gravedad de lo que estaba ocurriendo y los datos acerca de lo que pasaba, eso está meridianamente claro aunque habrá que determinar las responsabilidades; y, luego, como segundo elemento, hay que tener en cuenta que los gobiernos han primado sus agendas ideológicas y sus compromisos políticos previos, e incluso sus prejuicios, al hecho de salvar vidas y de no arruinar la economía, ya que se trataba de hacer ambas cosas a la vez. Nosotros, una vez que la pandemia estalló con toda su agresividad, ya sabíamos que iba a venir y los gobiernos, en muchos lugares, tomaron medidas absolutamente erróneas, mientras que otros países, con datos y estadísticas en la mano, lo hicieron bien a la hora de gestionar el problema, como es el caso de Japón, e incluso en Europa, como es el caso de Polonia, que tomaron medidas adecuadas sin parar su economía. Cuando un país para su economía y otros siguen trabajando, los demás te van tomando la delantera y ocupan cuotas de mercado que antes tenían nosotros. Cada día que perdemos con el confinamiento, con toda nuestra economía parada, son miles de millones  de euros que se pierden para siempre, hundiendo nuestro Producto Interior Bruto (PIB), que no deja de ser una estadística, pero que significa en la práctica la ruina y el cierre de miles de empresas y el desempleo para millones de trabajadores, que contemplan como sus proyectos vitales y familiares se vienen abajo. Millones de trabajadores, por las deficientes decisiones políticas de nuestros gobiernos, que pararon nuestras economías, se van a encontrar en una situación de vulnerabilidad social y económica a cuenta de estas malas políticas, algo que, a mi entender, es inadmisible.

R.A.: ¿No cree que España debería tener un papel más relevante al que ahora no tiene en la escena europea e internacional?

J.B.: Por desgracia, como español, creo que es así y también pienso que la mayoría de los españoles somos conscientes de esa carencia. Hay numerosos ejemplos que revelan de que España no tiene el papel que debería y solamente le voy  a dar algunos ejemplos, como cuando perdimos un dinero que nos daba la UE para material sanitario y mascarillas, perdiendo un millón y medio de euros a cuenta de esta negligencia clara, y tampoco fuimos capaces de nombrar y postular a un español, tal como hemos denunciado desde VOX, para un subcomité científico que se creó en la UE para hacer propuestas y hacer frente a la amenaza que representa el coronavirus. España tuvo dos puestos a su disposición, tal como hemos sabido después, pero no fue capaz de ocuparlos porque no fue capaz de solicitarlos. ¡Qué lamentable actuación!

Hay que estar en las instituciones y dar la batalla en todos los frentes para defender los intereses nacionales de España y estar a la altura, como potencia que somos, sin complejos, en nuestras obligaciones internacionales y europeas. Tenemos un peso importante en la zona euro, siendo la cuarta economía, y, por tanto no nos debemos minusvalorar como potencia, resaltando los sacrificios que hemos hecho para estar en la UE en numerosos campos, como en la agricultura y la industria, por poner solamente dos ejemplos. España, además, es frontera de la UE y hacemos enormes sacrificios en  todos los frentes, como por ejemplo gestionando el problema de la entrada de millones de inmigrantes ilegales, y, por tanto, tenemos el derecho a exigir en las instituciones europeas el respeto debido a una nación como la nuestra.


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