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El holocausto y los alemanes
Published
9 years agoon
Nicholas Stargardt / LA GUERRA ALEMANA / Una nación en armas 1939-1945
por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
Acaba de aparecer un libro de un hijo de un judío alemán emigrado a Australia, Nicholas Stargardt, titulado La guerra alemana, donde se analizan, estudian y radiografían miles de cartas entre alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. De todo este diálogo epistolar, estudiado durante años por el autor, hay que destacar las cartas entre los que padecían la guerra en las ciudades alemanas, ya pasto de los bombardeos aliados, y los que estaban en el frente de batalla, muchos de ellos testigos de las mayores matanzas y barbaridades perpetradas por el ejército alemán en su intento por conquistar toda Europa.
Las conclusiones del autor son rotundas y contundentes: los alemanes sabían y conocían el exterminio sistemático de los judíos, dentro del Reich y los territorios conquistados, desde Polonia y el Báltico hasta Ucrania y Rusia. “Tampoco se puede sostener que el patriotismo bélico fuera solo un subproducto del terror creado por la dictadura nazi. Stargardt registra que dos tercios de los alemanes estaban encuadrados en organizaciones nazis en vísperas de la guerra. Solo las iglesias contaban con una afiliación superior (94%), pero la doble militancia de la mayoría hizo que jerarcas protestantes y católicos contribuyeran al esfuerzo bélico con su clamoroso silencio ante el genocidio y sus encendidas arengas sobre el deber de defender a la patria frente al judeobolchevismo”, señalaba el periodista español Jesús Ceberio al reseñar este libro.
Las cartas reseñadas y recogidas como testimonios en el libro llegan a la conclusión de que la mayor parte de los alemanes conocían los desmanes y matanzas que cometían sus conciudadanos y soldados en los territorios conquistados, tales como la matanza del barranco de Babi Yar, cerca de la capital ucraniana, Kiev, y las ejecuciones masivas de prisioneros soviéticos y de otras nacionalidades en el frente de batalla. A parecer, sigue ilustrando el libro, los soldados del ejército soviético encontraron miles de fotografías en los bolsillos de los soldados alemanes mostrando esas masacres inimaginables para un hombre civilizado junto a las cartas de sus novias y familiares. La sociedad alemana sabía de primera mano la magnitud de la tragedia que estaba aconteciendo a manos de los nazis y de sus miles de verdugos voluntarios de todas las nacionalidades.
A estas alturas quedan evidentes, aunque no hubiera hecho falta el libro de Stargardt para tener más pruebas, que los alemanes, en su gran mayoría, hicieron la vista gorda ante los desmanes perpetrados y la desaparición de su población judía. Quedan en entredicho las mentiras, que tuvieron su corolario en sus infames memorias, del arquitecto del Reich, Alberto Speer, amigo personal de Hitler para más inri, en el sentido de que no sabía nada y nunca tuvo noticias del Holocausto en que fueron asesinados más de seis millones de judíos. Seis millones de mentiras también se han contado los alemanes para haber sobrevivido a tanta ignominia e infame vergüenza de convivir con la bestia nazi sin apenas haber dicho nada.
EL ESCRITOR GUNTER GRASS Y EL TRISTE ENCUENTRO CON EL PASADO
Igualmente, en el pasado, las confesiones del conocido escritor Gunter Grass acerca de su pertenencia a las SS volvieron a poner de actualidad la triste relación de los alemanes con el régimen nazi, sus complicidades individuales y colectivas y su actitud durante los terribles años de la dictadura criminal de Hitler. Hasta ahora, el escritor había explicado que tan sólo había sido un soldado alemán, eso sí, de una forma voluntaria, y que se sentía abochornado, imaginamos que como ser humano y como soldado, por ese período de su vida. Asimismo, Grass aseguraba que “nunca” había disparado ni un solo tiro y que era “demasiado joven” para comprender el significado de tal gesto.
Pero, sin embargo, las cosas eran muy diferentes. El hombre que hasta entonces había sido la conciencia moral de Alemania, de la catarsis colectiva de un país que salía de la barbarie y retomaba el camino hacia la realidad tras una cruenta guerra, tenía ahora que enfrentarse a su propia culpa, a la de haberse plegado a la “mística” del nazismo y haber engrosado las largas listas de los verdugos voluntarios de Hitler. No pegó un solo tiro, asegura, ¿pero lo hubiera hecho llegado el caso? La pregunta es si Grass habría cumplido órdenes como Eichmann, si las hubiera ejecutado en aras de cumplir con su parte en el proyecto colectivo, o se hubiera negado, algo absolutamente inusual durante el periodo nazi. El caso vuelve a sacar la cuestión de la “culpa” y el olvido del que han hecho gala millones de alemanes durante todos estos años, como si sobre el Holocausto y todos los desmanes que se produjeron en este período hubiera caído una cortina que los separase de sus existencias, ajenas a los crímenes de una minoría “enferma” y “asesina”, y un régimen demoníaco.
De repente, como si de un accidente natural se hubiera tratado, cesó el aliento criminal de toda una época y comenzó otra sin mirar hacia atrás, sin la necesidad de comprender cómo fue posible y por qué; no había tampoco remordimiento, pues no había culpa, y el tiempo se encargaría de hacer olvidar, y sobre todo borrar para siempre, los resultados de una política demencial y asesina. Podían mirarse a la cara sin rubor ni vergüenza pues no se sentían culpables ni responsables, nadie lo era, pensaban, tan sólo un sistema político totalitario y totalizador que les había anulado y les había obligado a cometer los crímenes, a cumplir órdenes, en el sentido que lo entendía Eichmann. Incluso Grass, seguro, se sintió víctima de tal sistema, pese a haberse enrolado voluntariamente en las Wafen SS, y no creyó ser ni responsable de nada, también cumplía órdenes y no tenía escapatoria. Qué sencillo resulta vivir así, sin asumir responsabilidades colectivas ni individuales, adaptándose a una forma de entender la vida, casi una filosofía, donde no existe ni la culpa, ni el “pecado”. Y muchos menos el remordimiento por el daño causado al otro; no hay necesidad de pedir disculpas a nadie porque nadie fue responsable de lo acaecido.
Este proceso, del que participó sin duda toda Alemania tras el final de la guerra, también, seguramente, lo vivió el propio Grass en sus carnes, si es que ha habido un arrepentimiento sincero, como parece que ha sido el caso. El asunto Grass es grave, como lo es el de una parte de Alemania que sigue sin sentirse culpable de nada, pero creo que se debe de establecer una jerarquía de responsabilidades y, en este sentido, no debemos olvidar que el autor alemán era muy joven, todavía no había desarrollado su carrera literaria y, a diferencia de otros, seguramente no sabía lo que estaba pasando en la trastienda del nazismo.
“Vigilantes de los vigilantes, moralistas de nuestro tiempo, conciencias morales de la sociedad: así gustaban de aparecer en público. ¿Y cómo se puede ser vigilante de los que vigilan, conciencia moral de la multitud, si uno mismo ha errado en la ocasión decisiva tan funestamente en el camino? Pues rechazando, difuminando, el recuerdo de lo que se fue hasta llegar hasta creer que nunca se ha sido aquello que, sin embargo, los textos y fotos atestiguan; sólo así puede alguien aspirar a ser conciencia moral de una sociedad o permitir, sin sonrojarse, que los demás se lo digan”, escribiría el historiador Santos Juliá al referirse al escritor Grass.
No cabe duda que cuando han pasado más de setenta años largos desde el final de la pesadilla nazi, que tan espeluznantes resultados produjo para todos los europeos, los alemanes siguen siendo presas de una historia que quizá nunca fue asumida, estudiada y afrontada tal como se debía haber hecho: valientemente. Puede que, como dice el refrán, de aquellos barros de la guerra fría y una perentoria necesidad de olvidar vienen estos lodos que hoy embadurnan al propio Grass. Y, como señala Jesús Ceberio en su reseña sobre el libro de Stargardt, “contra toda lógica, una parte sustancial del pueblo alemán hizo suya las inculpación de los judíos hasta la capitulación, momento en que el Holocausto entró en limbo de la amnesia colectiva. Nadie había visto nada, nadie sabía nada acerca de aquel secreto de familia que todos habían compartido”. En resumen, casi todos los alemanes mentían después de la guerra como necesidad vital para seguir viviendo y al menos no sonrojarse al mirarse al espejo.
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Agencias
Se firmó la paz para Gaza, arranca la fase dos del acuerdo

Published
6 days agoon
October 13, 2025By
FranciscoEP NEW YORK | FLORIDA NEWS
PLAN DE PAZ EN GAZA
Trump: “hemos cambiado la historia”.
Con el presidente estadounidense como gran protagonista, que proclamó “un día increíble para Medio Oriente, se necesitaron tres mil años para llegar hasta aquí”, una treintena de líderes árabes y europeos firmaron el documento.
Israel | La fase dos del acuerdo para Gaza ha comenzado.
Donald Trump la oficializó durante la cumbre de Sharm el-Sheikh, donde bajo la coordinación de Estados Unidos y Egipto una treintena de líderes —principalmente de países árabes y europeos— se comprometieron a construir un nuevo futuro de paz para Medio Oriente.
Unas intenciones que serán puestas a prueba de inmediato, comenzando por el primer desafío: el mantenimiento de la seguridad en la Franja. En ese punto, el presidente estadounidense abrió la posibilidad de que Hamás asuma un papel como fuerza policial palestina. “Quieren poner fin a los problemas, lo han dicho abiertamente, y les hemos dado la aprobación por un período determinado”, afirmó.
Otro de los temas centrales del encuentro en el mar Rojo fue la creación del Consejo para la Administración Transitoria. Y el primer nombre propuesto por Trump fue el del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, anfitrión del evento, quien ya convocó a una nueva conferencia sobre la reconstrucción de Gaza para noviembre en El Cairo.
Italia busca ocupar un lugar de primera línea en este proceso, estrechamente vinculado a la estabilización de la Franja. El gobierno de Giorgia Meloni está dispuesto a “reforzar la presencia” de los carabineros si el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución que lo autorice, explicó la primera ministra al término de la jornada.
Meloni abordó estos temas en las reuniones bilaterales mientras esperaba la llegada de Trump, cuyo vuelo se retrasó más de tres horas debido a su visita a Israel.
Como era previsible, el expresidente estadounidense fue el gran protagonista. Saludó uno por uno a los líderes presentes sobre un escenario con una gran inscripción que decía Peace 2025, y pronunció el discurso inaugural durante la ceremonia de firma del acuerdo, destinado a sellar ante el mundo un alto el fuego en Gaza que ya había empezado a aplicarse horas antes.
Fue su día más largo y, quizás también el más importante de sus dos mandatos: la apoteosis de un presidente convertido en pacificador, de un magnate que sublimó el “arte del trato” en “arte del trato de paz”, reclamando haber “cambiado la historia tras 3.000 años”, de un líder político que ahora busca exportar “la edad dorada” inaugurada en su “América MAGA” a “Israel y a todo el Medio Oriente”.
Una demostración simbólica, pero clara, de que el destino de esta partida geopolítica depende, en primer lugar, de los movimientos de Washington. Aun así, Trump agradeció de forma especial a quienes actuaron como mediadores en las largas negociaciones realizadas en las últimas semanas, también en Sharm: al propio al-Sisi —quien lo condecoró con el Collar del Nilo, la más alta distinción egipcia— y al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani.
Trump había querido llevar consigo a Sharm al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Desde Israel, el expresidente contactó a al-Sisi para sugerirlo, y la presidencia egipcia anunció la participación tanto de Netanyahu como del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Pero en el lapso de una hora el viaje fue cancelado “debido al inicio de la festividad de Simjat Torá”, la misma durante la cual ocurrió la masacre del 7 de octubre.
Entre bambalinas, en un clima de tensión, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro iraquí Muhammad Shia al-Sudani amenazaron con abandonar la cumbre si Netanyahu asistía.
Pequeñas grandes señales de que los obstáculos geopolíticos no faltan. Para superarlos, el plan de Trump apunta a ampliar los Acuerdos de Abraham a otros países árabes, incluido Irán, que rechazó la invitación al encuentro.
“La mano de la amistad y la cooperación sigue tendida”, fue el mensaje de Trump a Teherán. Entre sus próximos pasos figura la composición del Consejo encargado de guiar la transición en Gaza. “Todos quieren formar parte, y eso es bueno”, sonrió el mandatario estadounidense, aunque admitió tener dudas sobre Tony Blair: “Siempre lo he apreciado, pero quiero saber si es una elección aceptable para todos”.
Italia, por su parte, busca jugar sus cartas, aunque Meloni advierte: “Este es tiempo de trabajo, no de protagonismo”.
Emmanuel Macron aseguró que Francia tendrá “un papel muy particular” junto a la Autoridad Palestina en la administración de Gaza, y anunció que ya comenzó a planificar una “conferencia humanitaria para Gaza”, que París “coorganizará”.
Agencias
Agencias
Premio nobel de la paz a María Corina Machado

Published
1 week agoon
October 10, 2025By
FranciscoEP NEW YORK | FLORIDA NEWS
PREMIO NOBEL 2025
El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a la activista venezolana María Corina Machado.
El Instituto Noruego del Nobel anunció el galardón durante una ceremonia en Oslo, Noruega.
El premio se otorga a una “valiente y comprometida defensora de la paz, una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de la creciente oscuridad”.
Así lo declaró el Comité del Nobel en su declaración de entrega del premio a Corina Machado.
Machado “recibirá el Premio Nobel de la Paz por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, declaró el comité en su anuncio.
Machado, según la declaración, “ha sido una figura clave y unificadora en una oposición política que antes estaba profundamente dividida, una oposición que encontró puntos en <span;>común en la exigencia de elecciones libres y un gobierno representativo”. Esto, enfatiza el Comité, “es precisamente lo que yace en el corazón de la democracia: nuestra voluntad compartida de defender los principios del gobierno popular, incluso cuando discrepamos”.
Las razones recuerdan la catastrófica evolución de Venezuela en los últimos años, “de un país relativamente democrático y próspero a un estado brutal y autoritario que ahora atraviesa una crisis humanitaria y económica”.
El Comité del Nobel recuerda cómo Machado luchó “por unas elecciones libres y justas hace más de 20 años”, y como ella misma declaró, fue “una elección entre las urnas y las balas”.
El Comité quiso recordar cómo Machado, durante el último año, “se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad. A pesar de las graves amenazas contra su vida, ha permanecido en el país, una decisión que ha inspirado a millones de personas”.
“¡Estoy en shock!”, declaró María Corina Machado tras el anuncio del Premio Nobel de la Paz, según reveló un video del equipo de prensa.
Según la secretaria del Comité, Machado afirmó: “Este es un premio para todo un movimiento”. “Vivimos en un mundo donde la democracia está en retroceso, donde cada vez más regímenes autoritarios desafían las normas y recurren a la violencia”. Esto es lo que escribió el comité del Premio Nobel en su acta de concesión del Premio Nobel a María Corina Machado.
“Cuando los regímenes autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se rebelan y resisten”, añadió.
María Corina Machado, concluyó, “cumple con los tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel para la selección de un Premio Nobel de la Paz. Ha unido a la oposición de su país. Nunca ha flaqueado en su resistencia a la militarización de la sociedad venezolana. Ha sido firme en su apoyo a una transición pacífica a la democracia”.
Agencias
Agencias
Colombia: la normalidad ensangrentada

Published
2 weeks agoon
October 6, 2025By
FranciscoEP NEW YORK | OPINIÓN | COLOMBIA
Por : Gabriel Àngel Ardila
Por estos lares la sangre dejó de escandalizar. Se volvió paisaje, rutina, fondo de pantalla. Nos acostumbramos a que la “normalidad” venga chorreando hieles, con el hedor de la violencia impregnado en cada esquina. Y mientras tanto, los noticieros —oficiales y privados— se empeñan en convertir la tragedia en espectáculo, en enseñar con infatigable dedicación cómo joder al vecino, cómo sobrevivir a punta de infamia.
La pedagogía del crimen se transmite en horario estelar. No hay límites, no hay escrúpulos. Solo una competencia feroz por mostrar quién sangra más, quién cae más bajo, quién grita más fuerte. Y así, entre titulares rojos y series de narcos, se va moldeando una cultura donde la empatía es debilidad y la violencia, estrategia.
Cultivos malditos, economías de muerte. En los campos, los cultivos ilícitos crecen como maleza, regados con miedo y desesperanza. No son solo plantas: minas de oro para estructuras armadas que cobran cuotas a mano armada, que desplazan, que matan. El negocio se redondea con deslaves carísimos —ambientales, sociales, humanos— que nadie quiere asumir. Porque aquí, la ilegalidad no se esconde: se institucionaliza.
La paz entre comillas: Nos vendieron acuerdos, promesas, discursos. Pero la paz sigue siendo una palabra hueca, rellenada de impudicias. Se firma en salones, mientras se asesina en veredas. Se celebra en conferencias, mientras se llora en cementerios.
La “paz total” se convierte en un lema que no alcanza a cubrir el ruido de las balas.
¿Y nosotros? Nos toca romper el hechizo de la costumbre. Desaprender la indiferencia. Reaprender la rabia justa. Porque si la violencia se volvió paisaje, entonces hay que pintar otro. Uno donde la vida valga más que el rating, donde el vecino no sea enemigo, donde la paz no necesite comillas.
Gabriel Angel Ardila
Periodista, escritor y analista político. Inició su carrera en El Espectador, donde aprendió a mirar el país con lupa y con alma. Ha trabajado en medios independientes, procesos comunitarios y espacios de formación ciudadana. Su escritura se mueve entre la denuncia y la poesía, con la convicción de que la palabra puede ser resistencia.


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