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El periodismo colombiano ha muerto

Francisco

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Ricardo Angoso

La relación entre la escasa calidad democrática del sistema
político colombiano y los medios de comunicación

¿Tiene alguna relación el papel de los medios de comunicación en nuestras sociedades con la calidad democrática de los sistemas políticos?  Evidentemente, la respuesta es sí. Los medios de comunicación está muy ligados a la política, existiendo una relación entre los periodistas y los políticos que siempre es compleja, interesada y discurre a través de una tensión entre lo que los medios demandan y los políticos ofrecen.

 Como señala el periodista español Lluís Bassets, “Calidad de la democracia y la calidad de los medidos son probablemente elementos que interactúan o, como mínimo, se encuentran en clara correlación. Lo han señalado ya muchos historiadores, todos los que han reflexionado sobre el periodo. Pero también han dicho que, a pesar de que los puntos de partida sean diferentes, los problemas a los que tienen que enfrentarse son los mismos en todas partes. Lo mismo hay que decir de los medios”.

En Colombia no hay pluralidad en los medios, la mayor parte de los mismos sigue el discurso oficial sin salirse del guión señalado desde el poder y nadie se atreve a disentir en nada de nada. Decir que hay medios libres y plurales en este país es una falsedad, pues tan solo nos encontramos con un monopolio informativo controlado por dos o tres empresas como máximo y donde la libertad informativa solo existe en el mundo digital que no es que no quieran controlar esos grupos, que lo pretenden, sino que no pueden. Hoy en Colombia no hay masa crítica, salvo algunos “francotiradores” de todos los colores que no son una amenaza real al poder establecido.

 No quedan ya periodistas en Colombia, sino un corifeo mediático al servicio de Casa de Nariño -sede de la presidencia de la República- y una cohorte de escribidores a sueldo vendidos al mejor postor. Son una cuadrilla de propagandistas, -al estilo de Joseph Goebbels-, que nos quieren vender la realidad de un país idílico, desarrollado y en trance de convertirse en una suerte de Disneylandia que nos presenta ese gran mago y vendedor de humo que es el presidente de la República. Los verdaderos periodistas en este país son puñado de héroes anónimos y desconocidos, gente que rehusó pertenecer a esa cuadrilla oficialista, servil, mediocre e incluso ignorante que supo aceptar los réditos de venderse al mejor postor.

 LOS PERIODISTAS COMO AGUAFIESTAS

Los periodistas tenemos que ser los aguafiestas de este negocio establecido entre el poder y la información, tener la fuerza y el coraje cívico de denunciar la decadencia y el ocaso de una sociedad cuando sea menester, pero también de tomar partido por las causas justas y no silenciar la corrupción y el mal gobierno. Los medios de Colombia, salvo raras excepciones, hoy han tomado partido por el discurso único, hacen unas presentaciones de los temas fundamentales rayano a la propaganda -la oficial, claro, el discurso es unidireccional-y sus informaciones no son tales, sino un conjunto de espacios comunes y paridas reprogramadas desde la cúspide de la pirámide.

Y allí donde no hay buen periodismo, donde las informaciones se confunden con los deseos de los poderosos, comienza la barbarie y crecen las peores muestras de la misma, tales como la corrupción, la mentira institucionalizada, la impostura como valor social y político y la delincuencia desde las altas esferas. Colombia, por mucho que se diga, sigue siendo un Estado fallido porque han primado esos valores y no otros. La crisis que padece el país desde hace lustros tiene que ver con todos estos síntomas latentes y no se atisban en el horizonte señales de que las cosas vayan a cambiar en el futuro si nosotros, los que tenemos que ser los aguafiestas de los poderosos, para denunciar sus abusos y su desprecio absoluto por el pueblo, no hacemos nada y permanecemos callados e indiferentes.

 ¿Puede haber democracia sin buen periodismo? Sin periodismo seguro que no puede haber democracia. No puede haber sociedades de este nombre sin informaciones fiables, porque no se pueden concebir sociedades democráticas de transparencia y de libertad de acceso a las informaciones de interés público autocensura 8por parte de los ciudadanos. Y señala el ya citado Bassets: “Nada despretigia más al periodismo que su sumisión al poder establecido. El público no se deja engañar. Conoce perfectamente la relación entre periodismo y democracia, esos hermanos mellizos que no pueden darse uno sin otro. Estamos hablando de periodismo libre y de democracia eficaz y efectiva, naturalmente, no de ficciones de periodismo y democracia como se han dado en muchos autoritarios más o menos camuflados, ni de algunas de sus formas más anquilosadas y corruptas que se puedandar en nuestros sistema de Estado de derecho pluralista”.

 Los defensores del actual modelo democrático colombiano, que hace años que demanda una refundación y una nueva inspiración, tienen a gala ser una de las democracias más antiguas del continente y el mantenimiento de una cierta institucionalidad a lo largo de dos siglos. Desde su interesada y supina ignorancia, que les sirve para legitimar su arcaico sistema de democracia de baja calidad, argumentan que las farsas electorales que organizan y esas instituciones corrompidas hasta el límite de lo imaginable, les hace valedores de ser una de las democracias de primera del continente. Nos toman por tontos, como el presidente Santos. Olvidan que la institucionalidad y hasta la supuesta separación de poderes existían también en la Alemania nazi, en la España de Franco e incluso en la Bulgaria comunista. Allí también se celebraban “elecciones libres”, pero la democracia brillaba por su ausencia.

 La democracia no es sólo votar cada cuatro años, sino es un sistema de poderes y contrapoderes, de frenos y contrapesos (checks and balances), en donde prima un equilibrio entre las demandas de la ciudadanía y las respuestas del poder. Y los medios, en ese esquema, tiene que ser capaces de servir a la sociedad y ser conscientes de sus responsabilidades. Los periodistas tienen que comprender sus obligaciones en el mundo actual, entendiendo que no hay sociedad democrática sin consenso compartido y sin disenso sobre las opiniones que merecen estos hechos.

 Prensa,! cuidado! La muerte del periodismo en Colombia ha sobrevenido cuando los periodistas han comenzado a aceptar como sagradas las palabras de los poderosos y sus hechos, tan deleznables y deplorables algunos, como episodios no discutibles, algo parecido a la palabra de Dios. A fuerza de la pauta, la mermelada -sin entrecomillar- y el vil dinero, como vendidos al Becerro de oro biblíco, los periodistas colombianos han sucumbido a las mieles del poder en aras de satisfacer a los que nos gobiernan, habiendo renunciado a sus obligaciones éticas y morales con respecto a las sociedades a las que deberían servir. Descanse en paz el periodismo colombiano.

Ricardo Angoso
Periodista español
rangoso@iniciativaradical.org
@ricardoangoso

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Agencias

Se firmó la paz para Gaza, arranca la fase dos del acuerdo

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

PLAN DE PAZ EN GAZA

Trump: “hemos cambiado la historia”.

Con el presidente estadounidense como gran protagonista, que proclamó “un día increíble para Medio Oriente, se necesitaron tres mil años para llegar hasta aquí”, una treintena de líderes árabes y europeos firmaron el documento.

Israel | La fase dos del acuerdo para Gaza ha comenzado.

Donald Trump la oficializó durante la cumbre de Sharm el-Sheikh, donde bajo la coordinación de Estados Unidos y Egipto una treintena de líderes —principalmente de países árabes y europeos— se comprometieron a construir un nuevo futuro de paz para Medio Oriente.

Unas intenciones que serán puestas a prueba de inmediato, comenzando por el primer desafío: el mantenimiento de la seguridad en la Franja. En ese punto, el presidente estadounidense abrió la posibilidad de que Hamás asuma un papel como fuerza policial palestina. “Quieren poner fin a los problemas, lo han dicho abiertamente, y les hemos dado la aprobación por un período determinado”, afirmó.

Otro de los temas centrales del encuentro en el mar Rojo fue la creación del Consejo para la Administración Transitoria.  Y el primer nombre propuesto por Trump fue el del presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, anfitrión del evento, quien ya convocó a una nueva conferencia sobre la reconstrucción de Gaza para noviembre en El Cairo.

Italia busca ocupar un lugar de primera línea en este proceso, estrechamente vinculado a la estabilización de la Franja. El gobierno de Giorgia Meloni está dispuesto a “reforzar la presencia” de los carabineros si el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución que lo autorice, explicó la primera ministra al término de la jornada.

Meloni abordó estos temas en las reuniones bilaterales mientras esperaba la llegada de Trump, cuyo vuelo se retrasó más de tres horas debido a su visita a Israel.

Como era previsible, el expresidente estadounidense fue el gran protagonista. Saludó uno por uno a los líderes presentes sobre un escenario con una gran inscripción que decía Peace 2025, y pronunció el discurso inaugural durante la ceremonia de firma del acuerdo, destinado a sellar ante el mundo un alto el fuego en Gaza que ya había empezado a aplicarse horas antes.

Fue su día más largo y, quizás también el más importante de sus dos mandatos: la apoteosis de un presidente convertido en pacificador, de un magnate que sublimó el “arte del trato” en “arte del trato de paz”, reclamando haber “cambiado la historia tras 3.000 años”, de un líder político que ahora busca exportar “la edad dorada” inaugurada en su “América MAGA” a “Israel y a todo el Medio Oriente”.

Una demostración simbólica, pero clara, de que el destino de esta partida geopolítica depende, en primer lugar, de los movimientos de Washington. Aun así, Trump agradeció de forma especial a quienes actuaron como mediadores en las largas negociaciones realizadas en las últimas semanas, también en Sharm: al propio al-Sisi —quien lo condecoró con el Collar del Nilo, la más alta distinción egipcia— y al emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani.

Trump había querido llevar consigo a Sharm al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Desde Israel, el expresidente contactó a al-Sisi para sugerirlo, y la presidencia egipcia anunció la participación tanto de Netanyahu como del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Pero en el lapso de una hora el viaje fue cancelado “debido al inicio de la festividad de Simjat Torá”, la misma durante la cual ocurrió la masacre del 7 de octubre.

Entre bambalinas, en un clima de tensión, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro iraquí Muhammad Shia al-Sudani amenazaron con abandonar la cumbre si Netanyahu asistía.

Pequeñas grandes señales de que los obstáculos geopolíticos no faltan. Para superarlos, el plan de Trump apunta a ampliar los Acuerdos de Abraham a otros países árabes, incluido Irán, que rechazó la invitación al encuentro.

“La mano de la amistad y la cooperación sigue tendida”, fue el mensaje de Trump a Teherán. Entre sus próximos pasos figura la composición del Consejo encargado de guiar la transición en Gaza. “Todos quieren formar parte, y eso es bueno”, sonrió el mandatario estadounidense, aunque admitió tener dudas sobre Tony Blair: “Siempre lo he apreciado, pero quiero saber si es una elección aceptable para todos”.

Italia, por su parte, busca jugar sus cartas, aunque Meloni advierte: “Este es tiempo de trabajo, no de protagonismo”.

Emmanuel Macron aseguró que Francia tendrá “un papel muy particular” junto a la Autoridad Palestina en la administración de Gaza, y anunció que ya comenzó a planificar una “conferencia humanitaria para Gaza”, que París “coorganizará”.

Agencias

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Agencias

Premio nobel de la paz a María Corina Machado

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

PREMIO NOBEL 2025

El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a la activista venezolana María Corina Machado.

El Instituto Noruego del Nobel anunció el galardón durante una ceremonia en Oslo, Noruega.

El premio se otorga a una “valiente y comprometida defensora de la paz, una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de la creciente oscuridad”.

Así lo declaró el Comité del Nobel en su declaración de entrega del premio a Corina Machado.

Machado “recibirá el Premio Nobel de la Paz por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, declaró el comité en su anuncio.

Machado, según la declaración, “ha sido una figura clave y unificadora en una oposición política que antes estaba profundamente dividida, una oposición que encontró puntos en <span;>común en la exigencia de elecciones libres y un gobierno representativo”. Esto, enfatiza el Comité, “es precisamente lo que yace en el corazón de la democracia: nuestra voluntad compartida de defender los principios del gobierno popular, incluso cuando discrepamos”.

Las razones recuerdan la catastrófica evolución de Venezuela en los últimos años, “de un país relativamente democrático y próspero a un estado brutal y autoritario que ahora atraviesa una crisis humanitaria y económica”.

El Comité del Nobel recuerda cómo Machado luchó “por unas elecciones libres y justas hace más de 20 años”, y como ella misma declaró, fue “una elección entre las urnas y las balas”.

El Comité quiso recordar cómo Machado, durante el último año, “se ha visto obligada a vivir en la clandestinidad. A pesar de las graves amenazas contra su vida, ha permanecido en el país, una decisión que ha inspirado a millones de personas”.

“¡Estoy en shock!”, declaró María Corina Machado tras el anuncio del Premio Nobel de la Paz, según reveló un video del equipo de prensa.

Según la secretaria del Comité, Machado afirmó: “Este es un premio para todo un movimiento”.  “Vivimos en un mundo donde la democracia está en retroceso, donde cada vez más regímenes autoritarios desafían las normas y recurren a la violencia”. Esto es lo que escribió el comité del Premio Nobel en su acta de concesión del Premio Nobel a María Corina Machado.

“Cuando los regímenes autoritarios toman el poder, es crucial reconocer a los valientes defensores de la libertad que se rebelan y resisten”, añadió.

María Corina Machado, concluyó, “cumple con los tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel para la selección de un Premio Nobel de la Paz. Ha unido a la oposición de su país. Nunca ha flaqueado en su resistencia a la militarización de la sociedad venezolana. Ha sido firme en su apoyo a una transición pacífica a la democracia”.

Agencias

 

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Agencias

Colombia: la normalidad ensangrentada

Francisco

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EP NEW YORK | OPINIÓN | COLOMBIA

Por : Gabriel Àngel Ardila

Por estos lares la sangre dejó de escandalizar. Se volvió paisaje, rutina, fondo de pantalla. Nos acostumbramos a que la “normalidad” venga chorreando hieles, con el hedor de la violencia impregnado en cada esquina. Y mientras tanto, los noticieros —oficiales y privados— se empeñan en convertir la tragedia en espectáculo, en enseñar con infatigable dedicación cómo joder al vecino, cómo sobrevivir a punta de infamia.

La pedagogía del crimen se transmite en horario estelar. No hay límites, no hay escrúpulos. Solo una competencia feroz por mostrar quién sangra más, quién cae más bajo, quién grita más fuerte. Y así, entre titulares rojos y series de narcos, se va moldeando una cultura donde la empatía es debilidad y la violencia, estrategia.

Cultivos malditos, economías de muerte. En los campos, los cultivos ilícitos crecen como maleza, regados con miedo y desesperanza. No son solo plantas: minas de oro para estructuras armadas que cobran cuotas a mano armada, que desplazan, que matan. El negocio se redondea con deslaves carísimos —ambientales, sociales, humanos— que nadie quiere asumir. Porque aquí, la ilegalidad no se esconde: se institucionaliza.

La paz entre comillas: Nos vendieron acuerdos, promesas, discursos. Pero la paz sigue siendo una palabra hueca, rellenada de impudicias. Se firma en salones, mientras se asesina en veredas. Se celebra en conferencias, mientras se llora en cementerios.

La “paz total” se convierte en un lema que no alcanza a cubrir el ruido de las balas.

¿Y nosotros? Nos toca romper el hechizo de la costumbre. Desaprender la indiferencia. Reaprender la rabia justa. Porque si la violencia se volvió paisaje, entonces hay que pintar otro. Uno donde la vida valga más que el rating, donde el vecino no sea enemigo, donde la paz no necesite comillas.


Gabriel Angel Ardila

Periodista, escritor y analista político. Inició su carrera en El Espectador, donde aprendió a mirar el país con lupa y con alma. Ha trabajado en medios independientes, procesos comunitarios y espacios de formación ciudadana. Su escritura se mueve entre la denuncia y la poesía, con la convicción de que la palabra puede ser resistencia.

 

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