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Triunfo taliban en Afganistán pone en riesgo liderzgo de occidente

Francisco

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EP New York/ opinión

OCCIDENTE, SIN RUMBO NI LIDERAZGO, EN PELIGRO

La derrota de los Estados Unidos en la guerra de Afganistán, dejando en el poder a los talibanes y abandonando a su suerte a la administración instalada por los occidentales en Kabul, significa una dura derrota para Occidente y el avance del totalitarismo frente a la democracia. Las consecuencias de esta debacle pueden ser fatales para el mundo libre.

por Ricardo Angoso

Occidente, liderado por los Estados Unidos, la OTAN y los principales países europeos, ha sido derrotado y humillado en Afganistán. La retirada caótica, vergonzante, desordenada y precipitada de Kabul, abandonando a miles de colaboradores de las tropas occidentales durante estos veinte inútiles años, ha sido la guinda de la tarta de una desabrida guerra con sabor a desastre. Primero fue el  erróneo anuncio de Donald Trump, a bombo y platillo, de que las tropas norteamericanas saldrían del país, lo que alimentó el voraz apetito de los talibanes y precipitó al país al abismo, y después llegaría la retirada total programada (¿?) por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden.

El reconocimiento de los talibanes por Trump, que sirvió para torpedear y acabar con las negociaciones de Doha entre las autoridades de Kabul y el Talibán, precipitaron la ofensiva militar de los mismos y su rápida victoria, avanzando en todos los frentes, que les llevó a la capital de Afganistán y a conquistar todo el poder, mientras que el régimen instalado por los occidentales se derribaba como un castillo de naipes.Su presidente,  Ashraf Ghani, huyó cargado de maletas repletas de millones de dólares, abandonando a  su suerte a sus colaboradores y al maltrecho país. 

Entre ambos, Trump y Biden, han tirado a la basura veinte años de trabajo en Afganistán para democratizar y modernizar el país, miles de millones de dólares gastados en una inútil guerra y miles de muertos dejados en el camino. Este esfuerzo casi sobrehumano al final no ha servido para nada de nada, apenas para destruir materialmente y económicamente a Afganistán quizá por décadas. Cuatro presidentes norteamericanos, durante veinte largos años (2001-2021), bastaron para acabar en el mismo contexto político y en el mismo lugar, en un Kabul  nuevamente angustiado y dominado por la pesadilla del Talibán.

Pero aparte de estas consideraciones a la hora de hacer un balance de lo ocurrido, la guerra perdida de Afganistán nos deja muchas más lecciones. Estados Unidos pierde peso, influencia, prestigio y poder en esta zona del mundo, habiendo dejado el testigo a Rusia y China, que ya se aprestan a hacer negocios con los talibanes y a trabajar por la reconstrucción del país.

Pero también Irán sale ganando, contemplando la derrota de su sempiterno enemigo, los Estados Unidos, y consolidando así, al recomponer sus relaciones con los talibanes en los últimos tiempos, un eje de influencia y poder regional que arranca en Kabul y pasa por Irán mismo, Irak, donde los iraníes siguen armando a los grupos chiítas radicales, Siria, Líbano -país controlado por la guerrilla proiraní de Hezbolá- y concluye en Gaza, controlada por sus acólitos de Hamas. Nunca Teherán había tenido tanta fuerza y poder de desestabilizar a casi todos sus vecinos; Israel debe estar alerta.

RECOMPOSICIÓN DE LA OTAN Y UN NECESARIO EJÉRCITO EUROPEO

La OTAN, además, debe iniciar una revisión estratégica tras esta derrota rotunda y contundente, en la que varios de sus principales socios, entre los que destacan Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania, Polonia, España e Italia, tuvieron centenares de bajas y derrocharon ingentes recursos  en la reconstrucción del país. Desde el final de la Guerra Fría y la implosión de la Unión Soviética (1991), la OTAN quedó con un papel muy desdibujado y sin enemigos claros con los que batirse; extendió sus fronteras hasta Rusia, integrando al mundo poscomunista que había salido de la tutela soviética, y no supo definir sus nuevos intereses geoestratégicos ni sus enemigos.

En lo que respecta a la Unión Europea (UE), una vez definidas sus verdaderas fronteras tras la salida del Reino Unido, va quedando meridianamente claro que para su verdadera puesta en escena en el mundo necesita una verdadera diplomacia europea y un ejército con capacidad para operar en el exterior, liderar misiones internacionales y garantizar la defensa de las fronteras de Europa ante las nuevas amenazas y desafíos. No queda tan claro si realmente nuestros líderes políticos tienen voluntad de seguir adelante con el proyecto porque eso implicaría riesgos para las dos potencias que ahora lideran la UE, es decir, Francia y Alemania, que quizá prefieran seguir con esta diplomacia tutelada que inspiran desde hace años y en la que modelan a su antojo el proyecto, condicionado al resto de socios o imponiendo sus decisiones en materia de inmigración, seguridad fronteriza y otras materias, tal como han hecho en numerosas ocasiones.

Pese a todo, los desafíos para Occidente son ingentes y requerirán un trabajo de ingeniería política y un nuevo liderazgo, del que carecemos en estos momentos debido a la decadencia de los Estados Unidos, presente y permanente durante el mandato de Trump y agudizada ahora con Biden, y a la falta de nervio político en el interior de la UE. Se echa en falta la década de los ochenta, caracterizada por el hiperliderazgo de dirigentes como Ronald Reagan, el primer Bush, Margaret Thatcher, Helmut Kohl y Francois Mitterrand, y por haber sentado los rieles para la derrota del bloque comunista, la democratización de Europa Central y del Este, la reunificación alemana y la desintegración de la Unión Soviética. Europa era una fiesta compartida por unos Estados Unidos victoriosos, mientras que el mundo contemplaba atónito la sucesión vertiginosa de cambios y reformas.

Ahora todo es bien distinto y las cosas han tomado derroteros inesperados. Rusia está más fuerte que nunca en la escena internacional e impone su orden neoimperial en toda su periferia, habiendo ocupados territorios de Georgia, Moldavia, Ucrania e incluso Azerbaiyán, donde instaló recientemente una base militar para “observar” el proceso de paz de ese país con Armenia. La tiranía como forma de gobierno se ha impuesto en numerosos países del mundo, tales como Siria, Bielorrusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, por citar solamente algunos, y la democracia está seriamente cuestionada hasta en países miembros de la OTAN, como la Turquía del sátrapa Erdogan, que ha establecido una suerte de triple alianza con Rusia e Irán. Occidente, compuesto por la alianza fundamental a través del vínculo transatlántico entre los Estados Unidos y Canadá con Europa, observa impávido que se ha convertido en una suerte de fortín democrático acosado por el populismo creciente, la amenaza integrista, el auge del autoritarismo en el mundo, la inmigración creciente y desbordada y nuevas provocaciones, como los programas nucleares puestos en marcha por Irán y Corea del Norte.

La gran cuestión que planea sobre todos estos asuntos y  retos sobre la mesa, es ¿si los líderes occidentales, sin un verdadero liderazgo de los Estados Unidos en estos momentos, serán capaces nuevamente de vertebrar y articular respuestas desde la política y la diplomacia a todos estos asuntos, tal como lo hicieron tantas veces desde el final de la Segunda Guerra Mundial? O, por el contrario, si, perdidos en estereotiopadas visiones provincianas, acabarán dejando que la actual realidad multipolar acabe siendo liderada por países como China y Rusia, potencias ambas sin principios democráticos ni respetuosas con los derechos humanos, sino más bien lo contrario, como han demostrado tantas veces a lo largo de su historia. De ser así, la más negra de las noches puede estar por llegar a todo el planeta y la sombra del totalitarismo se asomará por todo el mundo libre. ¡Atentos!

Ricardo Angoso García , analista y columnista internacional. 
 

Agencias

EE.UU. incluye a Petro y sus aliados en la “lista clinton”

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS | COLOMBIA

Según publica hoy el diario N.Y.T. , EE. UU.  ha decidido incluir en la “lista clinton” a Gustavo Petro, presidente de Colombia a su familia y a Benedetti uno de los más cercanos políticos del mandatario colombiano.

De acuerdo a informes preliminares , El Departamento del Tesoro de Estados Unidos había anunciado que la sanción a Petro y a sus aliados se basaba en que el dirigente del partido (colombia humana)  había permitido el fortalecimiento de grupos narcotraficantes en la producción de drogas desde en 2022 cuando llegó a la presidencia.

Pero , de acuerdo al nyt las sanciones económicas contra el presidente  Gustavo Petro son producto de  las críticas que el líder izquierdista hizo a las acciones militares del gobierno de Donald Trump en el Caribe.

Washington también dijo que sancionaba a la esposa de Petro, a un hijo y a un antiguo aliado político, quien ahora es ministro del Interior de Colombia , Armando Benedetti.

Este tipo de sanciones suelen reservarse a personas acusadas de delitos graves relacionados con el narcotráfico y de violaciones de los derechos humanos , cita el medio neoyorquino.

Petro, un líder político de izquierda, es uno de los pocos dirigentes de América Latina que han criticado abiertamente la decisión de Trump de bombardear barcos en los que viajan personas que, según el gobierno estadounidense, son narcotraficantes. Los bombardeos han causado la muerte de decenas de personas, y Petro ha dicho que entre ellas había colombianos y ha acusado a Estados Unidos de cometer asesinatos.

Trump ha respondido al calificar a Petro como “líder ilegal del narcotráfico” y dijo que le cortaría la ayuda a Colombia. Se destinaron unos 377 millones de dólares a Colombia en el año fiscal 2024, según el Servicio de Investigación del Congreso. Aproximadamente un tercio de ese dinero se destina a la aplicación de la ley y al control de estupefacientes.

El anuncio de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Tesoro estadounidense, conocida como OFAC, congela todos los activos estadounidenses en poder de las personas sancionadas y bloquea a los ciudadanos estadounidenses para que no hagan negocios con ellas.

El cultivo de coca, producto base de la cocaína, ha aumentado desde que Petro asumió el poder en 2022. También se elevó bajo el mandato de su predecesor, Iván Duque, conservador y aliado cercano de los republicanos en Washington.

El Departamento del Tesoro acusó a Petro de proporcionar “beneficios” a “organizaciones narcoterroristas” y señaló que Colombia estaba “incumpliendo de manera demostrable” sus responsabilidades en materia de control de drogas. El comunicado afirma que Petro se ha aliado con Nicolás Maduro, el autócrata de Venezuela.

Es de recordar que Petro, exmiembro de un grupo rebelde que se desmovilizó en 1990, conocido como M-19 , se dio a conocer en la política colombiana al exponer y denunciar los vínculos entre narcotraficantes y políticos de su país.

Durante mucho tiempo, Petro ha criticado el enfoque de Washington en la lucha contra las drogas en América Latina, y es partidario de una estrategia que se centre más en el desarrollo rural —dándoles a los campesinos que cultivan coca otras oportunidades— que en grandes acciones militares.

En sus discursos, suele responsabilizar parcialmente a los consumidores estadounidenses de cocaína de la violencia que el narcotráfico ha traído a su país. Y utiliza la misma palabra que Trump —“veneno”— para hablar de la cocaína.

Sus críticos de la derecha colombiana han dicho que su enfoque de las drogas es demasiado blando y ha permitido el crecimiento de la industria.

En respuesta al anuncio de sanciones del viernes, Petro dijo en X que su lucha de décadas contra las drogas solo le había traído el castigo de una sociedad a la que había intentado impedir que consumiera cocaína. “Toda una paradoja”, dijo. “Pero ni un paso atrás y jamás de rodillas”.

Los otros sancionados son la esposa de Petro, Verónica Alcocer; uno de sus hijos, Nicolás Petro; y su ministro del Interior, Armando Benedetti.

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Agencias

Una reflexión en tiempos de tensión diplomática

Francisco

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EP NEW YORK | OPINIÓN

Por Gabriel Ángel Ardila

A propósito de la tensa relación entre Colombia y EE.UU.

Más allá del impasse:


En tiempos de tensión diplomática, cuando los titulares se centran en desacuerdos entre gobiernos, conviene recordar que las relaciones entre países no se sostienen únicamente en acuerdos políticos, sino en los vínculos humanos, culturales y académicos que se han tejido durante décadas.

En 1983, tuve el privilegio de representar a El Espectador en un programa internacional que vinculaba a la Beca Fulbright, el USDA y Columbia University. Por delegación directa de don Guillermo Cano Isaza, compartí experiencias con colegas colombianos y delegaciones de otros países, visitamos organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, y escribimos sobre economía, cooperación y desarrollo.

Hoy, esa memoria se vuelve urgente. No solo porque los archivos que podrían respaldar eso fueron destruidos por la violencia que azotó a El Espectador, sino porque el clima actual entre Colombia y Estados Unidos amenaza con debilitar los mismos puentes que nos permitieron aprender, dialogar y crecer juntos por tanto tiempo.

No se trata de ignorar las diferencias políticas sino reconocer que los intercambios culturales y académicos —como Fulbright, las pasantías, los convenios universitarios— son espacios donde se cultiva el respeto mutuo, la comprensión profunda y la cooperación sin subordinación.

Por eso, propongo que este impasse sea una oportunidad para renovar esos lazos. Que se convoque a una mesa binacional de intercambio cultural, donde periodistas, académicos, artistas y estudiantes de ambos países puedan compartir experiencias, construir propuestas y defender el valor de la autonomía con dignidad. Es la hora de la diplomacia de verdad.

Porque si algo aprendimos en esos años —y lo seguimos aprendiendo hoy— es que el conocimiento compartido no amenaza la soberanía: ¡La fortalece!

 

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Agencias

Trump llama “narcotraficante” a Petro y corta ayuda a Colombia

Francisco

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EP NEW YORK | FLORIDA NEWS

COLOMBIA

PALM BEACH, Florida, EE.UU. — El presidente Donald Trump afirmó el domingo que reducirá la ayuda de Estados Unidos a Colombia porque el líder del país “no hace nada para detener” la producción de drogas, en lo que es la última señal de fricción entre Washington y uno de sus aliados más cercanos en América Latina.

En una publicación en redes sociales, Trump se refirió al presidente colombiano Gustavo Petro como “un traficante de drogas ilegal” que tiene “baja calificación y es muy impopular”. Advirtió que Petro “mejor cierre” las operaciones de drogas “o Estados Unidos las cerrará por él, y no se hará de manera amable”.

Trump, mientras estaba en su resort de Mar-a-Lago en Florida, escribió en su plataforma Truth Social que Petro está “alentando fuertemente la producción masiva de drogas, en grandes y pequeños campos” en toda Colombia, que el presidente republicano escribió como Columbia. “Petro no hace nada para detenerlo, a pesar de los pagos y subsidios a gran escala de los EE.UU. que no son más que un robo a largo plazo”, escribió Trump.

“A PARTIR DE HOY, ESTOS PAGOS, O CUALQUIER OTRA FORMA DE PAGO, O SUBSIDIOS, YA NO SE HARÁN A COLUMBIA”, escribió Trump. También dijo que Petro tenía “una boca fresca hacia Estados Unidos”.

Más temprano el domingo, Petro acusó al gobierno de Estados Unidos de asesinato y exigió respuestas tras el último ataque estadounidense en aguas del Caribe. Estados Unidos dijo el sábado que estaba repatriando a Colombia y Ecuador a dos sobrevivientes de ese ataque, el sexto desde principios de septiembre. Al menos 29 personas han muerto en ataques que Estados Unidos ha dicho que están dirigidos a presuntos narcotraficantes.

Con información de AP

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