Connect with us

Latinoamérica

Se agudiza crisis de Venezuela tras inexplicable apagón

Published

on

 
EP EUA/ CARACAS
 
La mayor parte del territorio venezolano permanecía el viernes sin electricidad luego de más de 24 horas en el apagón más prolongado que haya sufrido el país sudamericano, sumido en una crisis económica y un tenso clima político.

El presidente Nicolás Maduro ordenó el cierre de las escuelas y dependencias del gobierno y pidió a los comerciantes que no abran para facilitar el trabajo de las cuadrillas que tratan de restaurar el servicio.

“Admiro al pueblo venezolano que resiste con gallardía este nuevo ataque de los enemigos de la patria”, dijo Maduro en un breve mensaje que difundió en su cuenta de Twitter en el que no ofreció mayores comentarios sobre el apagón y solo agradeció las labores que están realizando los trabajadores del sector para restablecer el servicio.

Durante un recorrido en un vehículo militar descubierto por el oeste de la ciudad, el ministro de Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López, dijo, en un vídeo que se difundió en Twitter que en el país “está todo en calma” a pesar de la “agresión criminal” que se ha generado contra el servicio eléctrico.

Horas después, el ministro anunció en la televisión estatal que el sistema defensivo territorial recibió instrucciones para “patrullaje intenso” para asegurar el orden intenso en el país.

El apagón afecta a 22 de los 23 estados del país, según reportes de medios locales. En algunas zonas del este, oeste y centro de Caracas, que permanecían sin luz desde la tarde del jueves, el servicio comenzó a restablecerse paulatinamente, según reportaron habitantes de esas áreas.

El gobernador del estado central de Miranda y dirigente del partido oficialista, Héctor Rodríguez, dijo la noche del viernes a la cadena local Unión Radio que las autoridades iniciaron pruebas intermitentes en el sistema eléctrico nacional, el cual fue colocado en modo manual, por lo que el servicio llegará progresivamente a los estados afectados. “En el transcurso de las próximas horas van a estar enviando (energía) para probar todo el sistema hasta que puedan recuperar la totalidad de la distribución”, agregó.

El gobierno atribuyó el apagón a una “guerra eléctrica” dirigida por Estados Unidos. El ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, dijo que extremistas de derecha empeñados en provocar caos, que recibían órdenes del senador republicano Marco Rubio, habían “perpetrado un sabotaje criminal brutal contra nuestro sistema de generación”, aunque no presentó pruebas de ello.

Rodríguez expresó la noche del viernes que la falla fue generada por un ataque al “sistema automatizado de control” en el complejo hidroeléctrico del Guri, que se encarga de las máquinas de generación eléctrica. El ministro dijo que el gobierno denunciará el hecho en instancias internacionales.

Rubio, impulsor de la posición del gobierno de Donald Trump contra Maduro, respondió con ironía a la acusación.

“Mis disculpas al pueblo de Venezuela”, tuiteó el republicano. “Debo haber cliqueado en el lugar equivocado del app ‘ataque electrónico’ que descargué de Apple. Culpa mía”.

Las calles de la capital venezolana permanecían el viernes casi desoladas con centenares de comercios cerrados y algunos vehículos y autobuses recorriendo las vías mientras decenas de personas caminaban por las calles.

El metro de Caracas, el principal medio de transporte de la capital, permaneció durante la jornada cerrado, lo que obligó a cientos de personas a lanzarse a la calles para tratar de llegar a sus trabajos y hogares.

En los pocos establecimientos comerciales que lograron abrir se concentraron algunas personas con pequeños paquetes de dinero en efectivo en sus manos haciendo fila para comprar pan, agua y medicamentos.

Entre los nerviosos compradores estaba Luisa Ruiz, una delgada ama de casa de tez morena. La mujer, de 57 años, relató que luego de recorrer en carro por varias horas toda la ciudad en busca de una medicina para su hermana que padece cáncer, recién la consiguió en una farmacia pero no pudo comprarla porque le exigían efectivo debido a que no había puntos de venta para tarjetas de crédito o débito por el apagón. “Tuve que ir a una panadería a cambiar unos dolaritos para conseguir algo de bolívares y comprar la medicina que es urgentísima”, agregó.

En la maternidad de la Clínica Ávila, en un barrio rico del este de Caracas, madres lloraban mientras enfermeras con velas monitoreaban los signos vitales de bebés prematuros en incubadoras cuando se apagaron los generadores de respaldo.

“Esto es horrible. No sé cómo haremos sin luz”, afirmó Zaida Rodríguez, una técnica cardiovascular de 40 años, mientras caminaba por una de las principales avenidas del este de Caracas junto a decenas de personas que intentaban llegar a pie a sus trabajos.

Tras un recorrido de más de cuatro kilómetros hasta la clínica privada donde trabaja, sus jefes le ordenaron que se retirara porque sólo trabajarían con el personal mínimo para ahorrar la electricidad del generador y utilizarla sólo para los casos más urgentes.

“¿Cómo es posible que en un país petrolero como éste no tengamos un sistema de emergencia para este tipo de cosas?”, indicó la mujer mientras se sostenía la cabeza con ambas manos. “Ahora no sé cómo me voy a regresar a mi casa porque no hay metro”, agregó.

Las redes sociales, habitualmente hiperactivas, estaban en silencio ya que buena parte del país quedó sin acceso a internet. La propia televisión estatal salió del aire.

Venezuela está en medio de una lucha política entre Maduro y el dirigente opositor Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional, quien se autoproclamó presidente interino y fue reconocido por medio centenar de países, entre ellos Estados Unidos.

“¿Cómo se le dice a una madre que debe cocinar, a un enfermo que depende de una máquina, a un obrero que debe trabajar que estamos en un país potencia sin luz?”, publicó Guaidó en Twitter.

Desde una plaza del este de la ciudad y tras un recorrido por algunas calles, Guaidó responsabilizó al gobierno por el apagón y dijo en un video que difundió en su cuenta de Twitter que “solamente la corrupción, el desastre, es lo que ha causado esta situación.

Al llamar a sus seguidores a salir el sábado a marchar en todo el país contra Maduro, Guaidó sostuvo que “la solución de esto, y lo sabe toda Venezuela, es que cese la usurpación de los que mantienen en Miraflores (el palacio de gobierno) la corrupción, el desastre, la falta de comida, la falta de medicinas”.

Las autoridades suelen atribuir las fallas a acciones de sabotaje, pero especialistas y opositores sostienen que los frecuentes apagones se deben a problemas en la capacidad de generación, un deficiente mantenimiento de las instalaciones y mal manejo gerencial.

Si bien los apagones intermitentes son habituales Venezuela, nunca habían afectado simultáneamente a tantos estados y por tanto tiempo.

“Sabemos que estamos pasando por una crisis económica bastante fuerte, pero ¿cómo es posible que estemos más de 15 horas sin luz? Esto es insólito”, expresó Desiré Rendón,  una vendedora de 31 años, mientras observaba desde una esquina de Caracas a las personas que caminaban presurosas.

Rendón dijo que estaba muy preocupada por su familia, que habita a las afueras de Caracas, porque desde la tarde del jueves no ha logrado comunicarse con ellos debido a que el servicio de la mayoría de las empresas telefónicas también está suspendido como consecuencia del apagón.

Desde la puerta de su pequeño restaurante, que permanecía totalmente a oscuras, José Rodríguez, de 51 años, veía pasar a los transeúntes. “Lo que me queda es esperar que venga la luz. Hoy será un día perdido para mí”, expresó.

Las facturas de la energía para el hogar son excepcionalmente bajas, apenas unos dólares por mes, gracias a los subsidios del Estado.

La Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) dijo en su cuenta de Twitter que la falla es consecuencia de que “sabotearon la generación en Guri”, pero no ofreció detalles. El complejo hidroeléctrico del Guri, ubicado en el estado suroriental de Bolívar, suple más del 60% del consumo eléctrico del país.

“¿Cuál era la intención?”, se preguntó Rodríguez. “Someter al pueblo de Venezuela a varios días sin suministro de servicio eléctrico para agredir, para maltratar, para que se quedaran distintas áreas vitales” sin energía eléctrica.

La nación sufre una hiperinflación prevista en 10 millones por ciento este año, además de escasez de alimentos y medicamentos, y ha perdido aproximadamente el 10% de su población, que ha emigrado en los últimos años. Los problemas probablemente se agravarán con el impacto de las sanciones de Washington a la industria petrolera.

(Con información de AP)

Agencias

Miles de opositores marchan contra Petro en Colombia

Published

on

EP New York. | Latinoamérica

Miles de opositores protestan en Colombia y Petro insiste en que buscan “derrocar” su gobierno

BOGOTÁ — Los opositores al gobierno del izquierdista Gustavo Petro volvieron a manifestarse el domingo y convocaron cerca de 250.000 personas en todo el país mientras coreaban incesantemente ”¡Fuera Petro!”, mostrando su desacuerdo con las reformas sociales que impulsa, su propuesta de hacer una constituyente y reclamando por problemas económicos y de seguridad.

El presidente señaló que las manifestaciones tuvieron por objetivo buscar “derrocar el gobierno del cambio” de parte de sectores que quieren que se “deshaga las reformas que van a favor del pueblo para mantener la captura de enormes cantidades de dinero público usados como ganancias de particulares”. Por lo que insistió, desde su cuenta de X, en que sus partidarios deben “responder” en una manifestación el primero de mayo, día internacional de los trabajadores, en la que caminará junto a la gente y hablará en una tarima.

Las manifestaciones en contra y a favor del gobierno se han convertido en una constante en Colombia desde que subió al poder Petro en el 2022, convirtiéndose en el primer presidente de izquierda, en un país que siempre había sido gobernado por conservadores y moderados. La oposición reclama por sus políticas, mientras que Petro convoca a sus partidarios a defenderlas.

“Es una marcha donde está todo el mundo saliendo a decirle al presidente: ‘así no son las cosas, usted ganó las elecciones, pero sepa gobernar’”, dijo a The Associated Press Idelfonso Méndez, de 58 años.

Méndez, contador público, no suele salir a protestar. La última vez que lo hizo fue en 2008 en contra de los secuestros que perpetraba la extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

“Nos hemos quedado callados mucho tiempo, pero ya no más. La democracia la veo en peligro, porque está buscando hacer una asamblea constituyente por fuera de la ley y quiere imponer las reformas a como dé lugar sin que lo apruebe el Legislativo”, explicó Méndez, quien sostenía un cartel con la frase “yo protejo a mi país”.

Petro planteó la posibilidad de llevar al país a un proceso para reformar la Constitución como una forma de lograr las transformaciones sociales que prometió en su campaña electoral y que el Congreso no ha aprobado. Sin embargo, no es claro el proceso en que se haría.

“El constituyente es el pueblo que se convoca a sí mismo a decidir sobre lo que no se ha podido resolver en décadas desde los poderes constituidos”, explicó Petro.

Las movilizaciones fueron pacíficas, según reportó el gobierno y la policía, en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga y Popayán. En la capital lucía llena la icónica Plaza de Bolívar —donde confluyen el Congreso, las cortes, la alcaldía y la catedral— que tiene una capacidad para 55.000 personas. Según Petro, en el país se movilizaron cerca de 250.000 personas.

“Ha sido la marcha más importante contra Gustavo Petro, no solo por la cantidad, sino por quiénes salieron. En otras ocasiones se veían personas solamente de derecha, en esta se movilizaron diferentes sectores políticos que perdieron el miedo a ser estigmatizados como de derecha”, indicó a la AP Carlos Andrés Arias Orjuela, consultor en comunicación política.

Para Arias, una marcha tan numerosa debería tener un impacto en la dirección del gobierno, sin embargo, no cree que en la práctica se vea reflejado. “Lo que va a hacer es que Gustavo Petro siga radicalizando su discurso, porque hace un mes y medio dejó de gobernar y está en campaña política”, agregó.

A inicio de abril, Petro sufrió una derrota en el Congreso, donde senadores archivaron la reforma a la salud, la más avanzada en trámite y también la más polémica. La propuesta planteaba reducir la intermediación de actores privados y dar al Estado un mayor control del dinero y del servicio de salud que el gobierno ha calificado de deficiente.

Sin embargo, el gobierno anunció decretos que modifican el sistema de salud en el mismo sentido que lo quería hacer la reforma y ordenó la intervención forzosa para administrar dos de las Entidades Promotoras de Salud (EPS) más grandes del país: Sanitas y Nueva EPS.

En la marcha, se distinguían trabajadores de las EPS intervenidas vestidos con camisetas blancas y sus logos, que advertían que la salud de 17 millones de sus afiliados estaba en riesgo.

“Vine a marchar por la salud, porque él (Petro) lo ha dicho, que va a acabar las EPS. Vine para que sepa que no queremos”, dijo a la AP Amanda Rojas, una ama de casa de 70 años, afiliada en Sanitas.

Los cambios al sistema de salud que rige en Colombia desde hace 30 años, han generado preocupación en el sector y más de 60 asociaciones se unieron a las protestas en lo que llamaron “La marcha de las batas blancas”.

“No negamos las falencias, la corrupción, la falta de recursos, pero una cosa es negar las falencias y otra cosa es decir que la solución que están planteando es la adecuada, ese es el problema”, aseguró a la AP Rubén Luna, presidente de la Sociedad Colombiana de Trasplantes y miembro de la Asociación Colombiana de Cirugía, quien pide que se les incluya en la búsqueda de soluciones para el sistema de salud.

Para Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, se trata de las marchas más nutridas que la oposición ha logrado convocar y considera que el elemento que cambió el panorama fue la intervención a varias EPS por parte del gobierno.

“Lo que muestra esta marcha es que esto genera muchas inquietudes que el gobierno debería escuchar, porque es algo que muestra que está perdiendo el pulso de la calle”, concluyó.

Con información de AP

 

Continue Reading

Agencias

Por qué el modelo “Bukele” no puede aplicarse a otros países de A.L.

Published

on

EP New York. | Latinoamérica | El Salvador

Por qué el modelo Bukele no va a funcionar en otros países de América Latina

Aunque todavía se están contando los votos, el presidente Nayib Bukele se adjudicó una victoria aplastante las elecciones y afirmó que ganó con más del 85 por ciento de los votos. Si esos resultados se mantienen cuando se anuncie el conteo oficial, ni siquiera los presidentes populistas más conocidos de América Latina, como el presidente venezolano Hugo Chávez o el boliviano Evo Morales, habrán estado cerca de ganar unas elecciones con esos márgenes.

El ascenso sin precedentes de Bukele se explica debido a un factor: el sorprendente descenso en la tasa de delincuencia de El Salvador. Desde que asumió la presidencia en 2019, la tasa de homicidios intencionales ha bajado del 38 por cada 100.000 ese año a 7,8 en 2022, muy por debajo del promedio en América Latina del 16,4 para el mismo año.

Las medidas enérgicas que Bukele ha encabezado para combatir el crimen organizado prácticamente han desmantelado a las pandillas que aterrorizaron a la población durante décadas. También ha cobrado un precio oneroso a los derechos humanos, las libertades civiles y la democracia de los salvadoreños. Desde marzo de 2022, cuando Bukele declaró un estado de excepción que dejó suspendidas algunas libertades civiles básicas, las fuerzas de seguridad han encarcelado aproximadamente a 75.000 personas. Uno de cada 45 adultos en el país está en prisión.

Ante esta situación, otros líderes de la región han debatido la posibilidad de adoptar muchas de las mismas medidas drásticas para combatir la violencia delictiva en su país. Sin embargo, aunque estuvieran dispuestos a hacer los mismos compromisos que ha hecho el gobierno de Bukele —calles más seguras empleando métodos diametralmente opuestos a la democracia— quizá no conseguirían los mismos resultados. Las condiciones que hicieron posible el éxito de Bukele y su notoriedad política son únicas de El Salvador y no son exportables.

En nuestro recorrido por las calles de la capital, San Salvador, en los días anteriores a las elecciones, vimos cómo las familias han regresado a los parques. Ahora, las personas pueden atravesar las fronteras entre distintos barrios que antes estaban controlados por pandillas y eran imposibles cruzar. El centro de la ciudad, que por años quedaba casi vacío al atardecer, ahora está activo hasta altas horas de la noche.

El problema es que El Salvador, que emprendió una transición hacia la democracia en la década de 1990, se ha desviado de esa ruta. Bukele tiene control en los poderes del gobierno. La nación de 6,4 millones de habitantes funciona como un Estado policial: no es inusual que soldados y policías retiren a los ciudadanos de las calles y los encarcelen de manera indefinida sin ninguna razón y sin darles acceso a un abogado. Hay noticias creíbles de que los reclusos han sido torturados. Varios críticos del gobierno comentaron que los han amenazado con presentar acusaciones en su contra, además de que se han empleado programas espía para monitorear a algunos periodistas. Incluso la votación del domingo pasado se encuentra bajo el microscopio porque el sistema de transmisión de los resultados de la votación preliminar dejó de funcionar de manera muy inusual.

Como politólogos, con experiencia en el estudio de la política latinoamericana, le hemos dado seguimiento al creciente grupo de seguidores de Bukele en la región. En el vecino Honduras, la presidenta de izquierda, Xiomara Castro, declaró una “la guerra a la extorsión” contra las pandillas a finales de 2022. Al igual que en El Salvador, Castro decretó un estado de excepción, pero, aunque la tasa de homicidios ha bajado, las pandillas todavía conservan mucho poder.

Más al sur, Ecuador se tambalea por su propio brote de violencia de las bandas. Cuando uno de nosotros fue de visita el año pasado, varias personas entrevistadas señalaron que les encantaría que “alguien como Bukele” llegara a poner orden. Incluso en Chile, que históricamente ha sido una democracia más sólida y un país más seguro que El Salvador, pero en donde la criminalidad va en aumento, Bukele cuenta con un porcentaje de aprobación del 78 por ciento.

No es ningún misterio por qué el modelo de medidas estrictas contra el crimen de Bukele es tan atractivo en América Latina. En 2021, según un grupo de investigación mexicano, en la región se encontraban 38 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo. En un año típico, esta región en la que ahora vive solo el ocho por ciento de la población mundial, sufre alrededor de un tercio del número total de asesinatos.

Pero quienes copian las medidas de Bukele y aquellos que creen que su modelo puede replicarse en cualquier lugar no han considerado un punto clave: no es probable que las condiciones que le permitieron controlar a las pandillas en El Salvador se presenten en otras partes de América Latina.

Las pandillas de El Salvador son únicas y están lejos de ser como las organizaciones criminales más sólidas de la región. Durante décadas, unas cuantas pandillas se enfrentaron entre sí para conseguir el control de territorios y ganaron poder social y político. Pero, a diferencia de los cárteles en México, Colombia y Brasil, las pandillas de El Salvador no han sido actores importantes en el comercio global de drogas y habían estado más bien enfocadas en la extorsión. En comparación con estos otros grupos, contaban con finanzas limitadas y no tenían tanto armamento.

Bukele comenzó a desactivar a las pandillas mediante negociaciones con sus líderes, según algunos reportes periodísticos de investigación salvadoreños y una investigación criminal encabezada por un antiguo fiscal general (algo que el gobierno niega). Después, cuando Bukele comenzó a detener a sus soldados de a pie en redadas masivas que llevaron a muchas personas inocentes a las prisiones, las pandillas colapsaron.

La historia no sería tan sencilla en otras partes de América Latina, donde las organizaciones criminales tienen más dinero, tienen más conexiones internacionales y están mucho mejor armadas de lo que estaban las pandillas de El Salvador. Cuando otros gobiernos de la región han intentado acabar con los líderes de pandillas y cárteles, estos grupos no se han desmoronado. Han contraatacado, o bien han surgido nuevos grupos delictivos para llenar rápidamente el vacío, interesados en los enormes ingresos que ofrece el comercio de drogas. La guerra de Pablo Escobar contra el Estado en las décadas de 1980 y 1990 en Colombia, la reacción violenta de los cárteles a las acciones de las autoridades mexicanas desde mediados de la década de los 2000 y la respuesta violenta a las recientes medidas del gobierno de Ecuador contra las pandillas son solo unos cuantos ejemplos.

Además, El Salvador tenía fuerzas de seguridad más profesionales, que se comprometieron a acabar con las pandillas cuando Bukele las convocó, en comparación con algunos de sus vecinos. Un ejemplo es Honduras, donde, se ha reportado, la corrupción propiciada por las pandillas entre las fuerzas de seguridad es un problema muy profundo. Esta situación contribuyó al fracaso, desde un principio, de las acciones inspiradas en Bukele emprendidas por Castro. En otros países, como México, también se dice que los grupos delictivos han logrado cooptar a miembros de alto rango del ejército y la policía. En Venezuela, se ha informado que algunos funcionarios militares han tenido su propia operación de tráfico de drogas. Incluso si los mandatarios enviaran soldados y policías a realizar redadas masivas como las de Bukele, es posible que las fuerzas de seguridad no estén preparadas o tengan incentivos para socavar la misión.

Por último, Bukele enfrenta una oposición política muy disminuida, pues los dos partidos políticos tradicionales del país se han debilitado significativamente desde 2019 y, por lo tanto, no son capaces de contener las acciones del nuevo presidente para establecer control sobre las instituciones públicas. En muchos otros países de América Latina hay partidos políticos más sólidos o existen fuerzas de oposición que ayudarían a exigir una rendición de cuentas a un poder ejecutivo que pretendiera extender su control.

Si otros Bukeles en potencia intentan copiar lo que él ha hecho, es más probable que solo imiten el lado sombrío del modelo de El Salvador y no sus logros.

Los gobiernos podrían verse sumidos en el caos si se multiplican los grupos delictivos o contraatacan con violencia. Además, en el proceso podrían quitarle espacios a la sociedad civil y a la prensa, reducir la transparencia del gobierno, llenar con más detenidos las prisiones, que ya están abarrotadas, y debilitar a los tribunales. Históricamente, los presidentes de América Latina que no tienen un compromiso absoluto con la democracia ya han dado algunos de estos pasos, o todos ellos, para su beneficio político de cualquier manera. Combatir el crimen es la excusa perfecta.

A pesar de su éxito en la reducción de la delincuencia, el modelo de Bukele tiene un costo muy importante. Los imitadores deben tener cuidado: seguir el modelo de El Salvador no solo no funcionará, sino que, en el camino, intentar hacerlo podría causarle daños perdurables a la democracia.

Publicado en New York Times

 

Continue Reading

Latinoamérica

Más allá del secuestro del padre del futbolista Días , ELN y sus exigencias al gobierno de Petro

Published

on

EP New York | Latinoamérica | Colombia

BOGOTÁ — “Fueron jornadas bastante difíciles porque hubo mucha cabalgata, tocó caminar demasiado, subir y bajar muchas montañas buscando la manera de que me tuvieran seguro”, Lui Manuel Díaz.

Así recordó sus 12 días de secuestro el padre del futbolista Luis Díaz en su primera conferencia de prensa el viernes desde su casa familiar en Barrancas, un pequeño pueblo al noreste de Colombia donde fue secuestrado y al que regresó la víspera tras ser liberado por la guerrilla Ejército de Liberación Nacional.

Las caminatas en la Serranía, una zona de cadenas montañosas donde por décadas han tenido presencia grupos armados, se extendieron hasta por 12 horas.

“Lo que sí sé es que estaba lejos de La Guajira (colombiana)… De eso sí estoy seguro, que estuve cerca, muy cerca a la frontera” con Venezuela, relató Luis Manuel Díaz Jiménez, padre del futbolista de la selección Colombia y del club inglés Liverpool.

Según Díaz Jiménez, la guerrilla no exigió dinero a su familia para liberarlo y en cautiverio le dijeron que “estuviera tranquilo que pues a mí no me iba a pasar nada, sabiendo ellos que yo era una persona muy humilde y querida en mi pueblo por la labor que hago”, dijo en referencia a la escuela de fútbol que lidera.

Pese a su secuestro, Díaz Jiménez dijo apoyar que los diálogos con la guerrilla continúen y abogó por la libertad de todos los secuestrados para que como él regresen al seno de su familia.

Tras su liberación, el jefe negociador del gobierno colombiano en la mesa de paz con el ELN consideró que la exigencia de dejar de secuestrar puede acelerar el proceso de diálogo, al tiempo en que descartó la suspensión de las conversaciones con la guerrilla.

“El hecho desafortunado del secuestro puede convertirse en un elemento positivo porque puede acelerar este proceso. Podemos llegar al fin del conflicto durante este gobierno, tenemos que tener en cuenta que la metodología que estamos abordando es: acuerdo hecho, acuerdo que se implementa”, aseguró el viernes Otty Patiño, jefe de la delegación de paz del gobierno a The Associated Press en una entrevista telefónica.

El gobierno del presidente Gustavo Petro, primero de izquierda en el poder, negocia con el ELN desde noviembre de 2022 y pactó un cese al fuego bilateral desde agosto de 2023. Se trata del sexto intento del Estado colombiano de alcanzar la paz desde 1964, cuando el grupo se alzó en armas bajo la inspiración de la revolución cubana.

El secuestro de Díaz Jiménez a manos de hombres armados en Barrancas, al noreste del país, dejó los diálogos con la guerrilla en una situación crítica y provocó que el gobierno exigiera la eliminación del secuestro como práctica.

Patiño detalló que tienen conocimiento de 24 denuncias de secuestros por parte del ELN desde el 3 de agosto, de las cuales 19 han sido establecidas como “posiblemente ciertas”, sin embargo, no saben con certeza cuántas personas fueron secuestradas con anterioridad y están en poder de la guerrilla.

El gobierno, según explicó Patiño, suponía que el fin del secuestro hacía parte del acuerdo del cese al fuego vigente en el que quedó expreso el respeto del Derecho Internacional Humanitario. El ELN, sin embargo, no lo interpretó de la misma manera.

Para el jefe negociador, abandonar el secuestro es “una exigencia nacional y urgente” que pasa a ser el primer punto a tratar en la mesa de negociación.

“La práctica del secuestro ha hundido procesos enteros, ha sido un elemento que ha generado odios inmensos contra otras organizaciones como las FARC, que no han podido levantar cabeza todavía de ese tema así hayan firmado el acuerdo de paz”, aseguró Patiño, cofundador de la extinta guerrilla M-19, la misma en la que militó Petro durante su juventud.

En Colombia el secuestro ha dejado huella en la sociedad. Millones de colombianos salieron a manifestarse en 2008 contra los secuestros que cometían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ese entonces circulaban imágenes de secuestrados encadenados y encerrados con alambres de púas en medio de la selva. Las FARC firmaron en 2016 un histórico acuerdo de paz con el Estado y ahora rinden cuentas por el secuestro y otros delitos ante un tribunal de paz.

Patiño aseguró que la delegación gubernamental supo que el ELN tenía secuestrado a Díaz Jiménez antes de que la guerrilla lo admitiera y sólo asumieron su responsabilidad después de que el gobierno los señalara como los autores, dando inicio al proceso de liberación.

El ELN no permitió la liberación de Díaz Jiménez hasta tanto se retiraran las tropas del Ejército de la Serranía del Perijá, donde lo mantuvieron cautivo en la frontera con Venezuela. Según Patiño, el ELN no llevó al padre del futbolista hasta Venezuela, sino que lo mantuvo en territorio colombiano.

“La fuerza pública hizo un despliegue muy rápido para copar la zona y los tuvieron permanentemente en jaque. Por supuesto, actuaron prudentemente para que la presión no fuese a generar un desenlace trágico”, indicó Patiño.

El jefe negociador del gobierno descartó suspender la mesa de negociación con el ELN tras el secuestro y liberación de Díaz Jiménez.

“Sería un acto de suma irresponsabilidad nuestra abandonar la mesa. Por el contrario, hay que mirar la mesa como un instrumento para exigir el fin del secuestro y ser voceros de ese clamor nacional”, apuntó.

Con información de AP .

 

Continue Reading
Advertisement

Title

Categories

Trending

Copyright © 2020 Enfoque Periodístico. Created by Conectya.

shares