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De la rutina del cuartel a la selva política

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“¿Cómo puede haber paz en un país que pasó de 40.000 hectáreas de cultivos de coca a 200.000?”

“Todos los días hay atracos y hechos violentos en todo el país, es evidente que reina el descontrol y la violencia desmesurada porque no hay autoridad”

ENTREVISTA AL GENERAL LEONARDO BARRERO

por Ricardo Angoso

ricky.angoso@gmail.com

@ricardoangoso

El general Leonardo Barrero es, a sus 57 años, un buen conocedor de su país y un hombre que ha cambiado la rutina de los cuarteles por la selva de la política. En el año 2013, por decisión del presidente Juan Manuel Santos, llegó a la comandancia de las Fuerzas Militares, en reemplazo del general Alejandro Navas, y desde su puesto como jefe de operaciones conjuntas del Comando General de las Fuerzas Militares. Así, llegó al puesto más importante en las Fuerzas Militares sin haber sido antes comandante del Ejército. Seis meses después fue destituido en un gesto que el general Barrero considera que tenía una clara intencionalidad política. De ahí saltó al Centro Democrático de la mano del expresidente Alvaro Uribe y se presentó como candidato a la gobernación del Cauca en el año 2015, donde obtuvo 25.000 votos. Ahora es candidato al Senado por el mismo partido y define su compromiso con la sociedad como “sincero, honesto y recto”.

Ricardo Angoso: ¿Cómo fue su salida del ejército y por qué?

General Leonardo Barrero: Utilizaron una grabación mía antigua que era una conversación, en la que yo empleé algunas palabras soeces, sobre el trato que la justicia había dado a un militar en un caso muy concreto. Esa grabación es filtrada a la revista Semana y se me acusa de que estoy afectando la majestad de la justicia, ni más ni menos. Pero yo creo que el trasfondo era otro bien distinto y tenía más que ver con mi concepción de que la fuerza pública  debía tener visibilidad en la defensa del Estado en el territorio, algo que como comprobé después iba claramente en contravía con el proyecto de dar fuerza y titularidad a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y luego ocurrió un acto en el Ministerio de Defensa con el presidente de la República, Juan Manuel Santos, en donde yo le agradezco a la máxima autoridad del Estado los comentarios que había hecho en el sentido de que el papel de la fuerza pública, del Ejército, no se iba a negociar de ningún modo en La Habana y que eso era lo que mantenía unida a las tropas y les daba espíritu de servicio. Entonces, Santos se mira con el Ministro de Defensa de entonces, en un gesto extraño, y a los quince días me sacan del cargo. 

EL PROCESO DE PAZ

R.A.:Ahora, ya con una perspectiva de los acuerdos de paz entre el gobierno de Santos y las FARC, ¿cuál es su opinión y su análisis sobre los mismos?

G.L.B.: Son unos acuerdos a destiempo y que no había necesidad de hacerlos. O al menos no haberlos hecho en esas condiciones, haciendo renuncias fundamentales sobre el papel del Estado y ofreciendo claramente la impunidad. Si el Estado no se arrodilló en el 2002, cuando estábamos secuestrados en las ciudades y las fuerzas criminales tenían más de 40.000 hombres, cuando no se podía ni transitar por todo el país, ¿por qué ahora se tenía que arrodillar ante siete mil guerrilleros para conseguir beneficios políticos y jurídicos para aquellos que han cometido crímenes de lesa humanidad? E incluso para acabar despenalizando el narcotráfico y para legalizar sus fortunas -las de los terroristas- en el exterior. Entonces, pienso, en esas condiciones no había ninguna necesidad de firmar un acuerdo. Yo creo que el mejor camino hubiera sido seguir apostando a la política de seguridad democrática, generando confianza en la gente, y con los resultados que esa buena dirección aportó a la economía. 

Al final, los acuerdos sólo han servido para fortalecer el trabajo político de las FARC con recursos del Estado a través de varios programas que incluso cuentan con el apoyo internacional. Se les ha dado un papel institucional que les ha fortalecido y veremos en el futuro, incluso, como las FARC consiguen controlar algunas alcaldías. Además, el proceso se ha hecho de una forma desesquilibrada porque les otorgó una participación política a las FARC, mientras que a algunos que hemos trabajando de forma honesta toda la vida nos cuesta mucho conseguirlo y otros se han quedado en el camino, como por ejemplo el general Mendieta.

De repente, estos señores que llevan destruyendo el país durante años, atrasando el campo, ya que ellos son los verdaderos causantes del subdesarrollo del agro y de que la gente no invierta en la agricultura, se acaban convirtiendo en los adalides del país, incluso de la moral y la ética, otorgándolos asientos en el Senado y en la Cámara de Representantes. Creo, en definitiva, que ha habido un acto de absoluto desequilibrio y de agravio con aquellos que tuvieron un comportamiento ejemplar durante años y que han cumplido con la Ley. No creo que el mensaje enviado a la sociedad haya sido el mejor con este proceso y la lectura que hago es, por supuesto, negativa.

R.A.:Además, la percepción que uno tiene es que la amenaza terrorista y la inseguridad siguen ahí a pesar del proceso de paz, ¿qué opinión tiene acerca de los ataques, atentados y aumento de la inseguridad de estas últimas semanas?

G.L.B.: Nada de nada ha cambiado. Incluso los ataques parecen haberse multiplicado. Los informes de las Naciones Unidas ya alertan del actual estado de cosas. Lo que ha ocurrido es que cada espacio territorial de desmovilización de la guerrilla han surgido grupos disidentes que siguen ejerciendo la violencia. A este problema se le viene a sumar que en esas zonas de violencia conviven el narcotráfico, la minería ilegal y bandas criminales que operan sin control. Luego el Ejército de Liberación Nacional (ELN) sigue muy activo, incluso con más capacidad que antes, y sin descartar que en algunos casos haya habido un simple cambio de brazalete. También hay luchas por el control de las rutas del narcotráfico y otros conflictos territoriales que explican muchas de las matanzas que se han producido últimamente. Mucha gente cree que está habiendo más violencia, más muertos, que antes de los acuerdos de paz. El mensaje ha sido claro: cuando una regala la autoridad del Estado y su legitimidad a cambio nada, sólo consigue la impunidad y la violencia. 

LA INSEGURIDAD EN COLOMBIA

R.A.:Otro aspecto alarmante es que pese a los acuerdos de paz, las tasas de homicidios siguen siendo muy altas y la inseguridad está llegando a niveles preocupantes, ¿qué está pasando?

G.L.B.: ¿Cómo puede haber paz en un país que pasó de 40.000 hectáreas de cultivos de coca a 200.000? El motor que mueve e inspira a casi todas estas actividades criminales es el narcotráfico, no cabe duda. Tampoco hay políticas desde el gobierno de la nación para erradicar esos cultivos ilícitos y se han propagado como nunca antes en Colombia. En esas circunstancias, sin que nadie actúe, es muy difícil que las cosas cambien. 

R.A.:¿Cree que, en general, habría que haber continuado con las políticas de Uribe en esta materia?

G.L.B.: El presidente Uribe lo demostró en su momento que sus políticas eran exitosas. Cuando Uribe tomó las riendas del país, y todos éramos escépticos, tuvo la voluntad política de generar el cambio y nos demostró con hechos que era posible. Vimos luz al final del túnel, devolvió al país la confianza  en las instituciones y la seguridad. Recuperamos la legitimidad y el respeto. Hoy lo que único que se ve es el desorden en todos los aspectos de la vida diaria. La gente no respeta a las autoridades ni a la policía, se irrespetan a los agentes del orden, la justicia no actúa ni hace nada y nada funciona adecuadamente. El país necesita una reestructuración a fondo. El orden debe volver al país y la nación reclama el regreso de la seguridad democrática. Hace falta que haya una mayor conexión y colaboración entre la fuerza pública y las autoridades regionales para devolverle a los ciudadanos la tranquilidad y la seguridad. Esa recuperación de la seguridad irá acompañada del regreso de la inversión privada a esas zonas del país.

R.A.:¿Qué medidas se deberían tomar para mejorar la seguridad pública?

G.L.B.: La inseguridad es una realidad que está en la calle, que está latente, y no una percepción de los medios, como dijo el presidente Santos. Está en la calle y no se puede ocultar. Hace unos días en el exclusivo barrio de Rosales, en Bogotá, a una  señora le pegaron tres tiros en la cara por robarle un carro. Todos los días hay atracos y hechos violentos en todo el país, es evidente que reina el descontrol y la violencia desmesurada porque no hay autoridad. Creo que se envío un mensaje equivocado a la sociedad, en el sentido de que unos criminales fueron autorizados a entrar en política y lograr la impunidad sin pagar los crímenes perpetrados. Se perdió autoridad moral y ahora es el momento de reorientar al país por otra senda. 

R.A.:¿Qué piensa de la corrupción galopante que sufre Colombia?

G.L.B.:Hay que reconocer, y así lo percibo en el trato con la gente, que hay un desprecio total por la clase política. La gente dice que todos los políticos son iguales, que son unos ladrones. Incluso desconfían de la gente que nunca estuvo en política, como es mi caso, y te dicen a la cara que la gente entra en política para robar. Yo frente a eso pretendo presentar argumentos sólidos y concretos, explicando las cosas y haciendo ver a la gente que ese discurso fue el que acabó triunfando en Venezuela con los desastrosos resultados que todos conocemos. En Venezuela les prometieron que acabarían con la corrupción y miren en qué acabó convertido ese país. Podemos estar ad portas de un proceso parecido al de Venezuela, y eso me preocupa mucho. Por ese motivo, para conjurar esa amenaza, estoy en política.

R.A.: ¿Cuál es el balance de la gestión de Santos?

G.L.B.: El presidente Uribe transmitió al país un mensaje de compromiso y de confianza, algo que se notó desde el primer día. Un discurso que movilizó a la gente y cambió el país. La amenaza terrorista decreció, el país se posicionó en la economía internacional, se recuperó la imagen de Colombia en el mundo, se le devolvió a la gente el orgullo de ser colombiano y, en definitiva, la nación percibió un cambio profundo y radical en la mejor de las direcciones. Hoy, sin embargo, el mensaje es bien distinto. La gente desprecia a la clase política, los jóvenes solo quieren irse del país, el que tiene dinero en el último país en donde invertiría, aunque fuera colombiano, es  en Colombia porque no hay seguridad real en las calles ni jurídica para hacer negocios. Los impuestos crecen, se derrocha el dinero público, la corrupción aumenta y así habría muchos más elementos negativos que resaltaría. Hay desmotivación del inversionista, pero también inseguridad jurídica junto a grandes cargas tributarias. ¿Quién va a invertir en esas circunstancias en Colombia?

DE LA MILICIA A LA POLITICA

R.A.:¿Qué le motivó como militar a entrar en política?

G.L.B.:Yo como comandante militar estuve muy implicado en el trabajo rural y desempeñamos algunos trabajos muy exitosos en las áreas en las que estuve destinado en su momento. Muchas veces los políticos no comprendían nuestro trabajo ni tampoco las necesidades de la comunidades. Nos convertimos en articuladores con muy buenos resultados entre el sector privado, las necesidades de la comunidad, los dineros públicos y el sector privado. Las comunidades nos reconocieron esos trabajos y generamos productividad, desarrollo y confianza allá donde trabajábamos.  Se generaron semillas de cambio. 

Durante el gobierno de Uribe conseguimos que la seguridad fuera de la mano del desarrollo social del campo colombiano. Esa quizá fue mi primera aproximación a la política pero sin ningún interés electoral ni público, sino por el simple hecho de servir a la sociedad desde posición militar. Fue un trabajo silencioso, de compromiso con la comunidad a la que servía. Cuando me pasé al retiro, algunos sectores me reclaman para que continuase con ese trabajo y el presidente Uribe me llama para participar en unas elecciones a la gobernación del Cauca por su partido, Centro Democrático. Así nació este vínculo afectivo con la gente y también mi disposición a comprometerme con mi trabajo al servicio de la sociedad. También creo que hay comprometerse en la lucha contra las amenazas que se ciernen sobre el país, denunciando cómo se pretende imponer el socialismo del siglo XXI y unas políticas fracasadas que han llevado al desastre a Venezuela. Por esos motivos, milito en el partido de Uribe y he tomado esta decisión patriótica, como otros muchos militares, de liderar un proyecto político al servicio de la nación. Estoy en una campaña austera, correcta y recta, tal como es mi proyecto político.

R.A.:Finalmente, ¿como militar cambiaría el modelo de Fuerzas Armadas colombiano?

G.L.B.: Creo que las Fuerzas Armadas colombianas han venido a ser, históricamente, lo que tienen que ser y han sido. Son unas fuerzas muy preparadas, efectivas, experimentadas y muy conectada con las comunidades, con la sociedad, en donde actúa, esa es una de las particularidades de la fuerza pública colombiana. 

 

Ricardo Angoso periodista , analista internacional. Profundo conocedor de la política mundial.

 

Agencias

Lo que se sabe del segundo atentado a Trump

Francisco

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EP NEW YORK | EE.UU.

Trump y la era moderna de la violencia política

En el centro de la actual erupción de violencia política se encuentra Trump, una figura que parece inspirar a la gente a lanzar amenazas o emprender acciones tanto a su favor como en su contra.

Pocos días después de que el expresidente Donald Trump difamara a los inmigrantes en televisión nacional con historias falsas sobre migrantes haitianos que comían perros, gatos y mascotas en un pueblo de Ohio, alguien empezó a amenazar con detonar bombas en escuelas, el ayuntamiento y otros edificios públicos, forzando evacuaciones y provocando una ola de miedo.

Días después, dijeron las autoridades, un hombre que se describió a sí mismo en internet como un descontento antiguo partidario de Trump se dirigió con un rifle semiautomático al campo de golf del expresidente en Florida, evidentemente con la intención de disparar. Solo se vio frustrado cuando un atento agente del Servicio Secreto le descubrió y abrió fuego primero.

Así está la situación en 2024. En menos de una semana, el que fuera comandante en jefe y pudiera serlo otra vez en el futuro, ha sido a la vez una aparente inspiración y un supuesto objetivo de la violencia política que ha ido adquiriendo cada vez más forma en la política estadounidense de la era moderna. Las amenazas de bomba y los intentos de asesinato se han convertido en parte del entorno, impactante y horrible, pero no tanto como para forzar una verdadera hora de la verdad nacional.

“Una de las cosas que más me preocupan ahora mismo es la normalización de la violencia política en nuestro sistema político. Va en aumento”, dijo en una entrevista el representante Jason Crow, demócrata por Colorado y miembro de un grupo de trabajo bipartidista que ya está investigando el intento de asesinato del 13 de julio contra Trump. “Ahora estamos en el segundo en apenas dos meses y esto solo muestra hasta qué punto esto se ha vuelto omnipresente”.

Tanto el presidente Joe Biden como la vicepresidenta Kamala Harris emitieron declaraciones condenando el más reciente incidente, pero la campaña continuó sin interrupciones. Apenas cuatro horas después de que Trump fuera conducido en caravana fuera del club de golf para su protección, su equipo financiero envió un correo electrónico a su lista de recaudación de fondos con un botón para hacer clic y hacer una donación. “¡Mi determinación solo se fortalece tras otro atentado contra mi vida!”, dijo Trump en el correo electrónico. Los correos electrónicos de recaudación de fondos de Harris también continuaron.

Trump, quien tan recientemente como el debate de la semana pasada con Harris culpó a los demócratas por el tiroteo en un mitin en Butler, Pensilvania, que hirió su oreja en julio, atribuyó el atentado del domingo al presidente y a la vicepresidenta también, argumentando que el sospechoso detenido estaba actuando en respuesta a sus ataques políticos.

“Se creyó la retórica de Biden y Harris, y actuó en consecuencia”, dijo Trump a Fox News el lunes. “Su retórica está provocando que me disparen, cuando yo soy quien va a salvar al país, y ellos son quienes están destruyendo el país, tanto desde dentro como desde fuera”.

Incluso mientras se quejaba de que los demócratas le habían convertido en blanco al calificarlo de ser una amenaza para la democracia, repetía su propia afirmación de que “son personas que quieren destruir nuestro país” y les llamó “el enemigo interno”, un lenguaje ciertamente no menos provocador que el utilizado sobre él.

De hecho, en cuestión de horas, su campaña envió por correo electrónico una lista de citas de Biden, Harris y otros demócratas atacando a Trump con frases como “una amenaza para nuestra democracia” y “una amenaza para esta nación”, sin señalar que la semana pasada, durante el debate, el expresidente dijo que “ellos son la amenaza para la democracia”.

Uno de los partidarios más prominentes y vocales de Trump llegó al punto de cuestionar por qué Biden y Harris no han sido blanco de asesinatos. “Y nadie está ni siquiera intentando asesinar a Biden/Kamala”, escribió en internet Elon Musk, multimillonario propietario de redes sociales.

Más tarde, Musk borró el mensaje y lo calificó de broma, pero la Casa Blanca respondió. “Solo se debe condenar la violencia, nunca fomentarla ni bromear sobre ella”, dijo Andrew Bates, portavoz de la Casa Blanca. “Esta retórica es irresponsable”.

La historia estadounidense ya ha estado marcada en el pasado por periodos de violencia política. Cuatro presidentes en ejercicio han sido asesinados en el cargo, y otro fue tiroteado y gravemente herido. Un expresidente también fue tiroteado y sobrevivió, y muchos otros que vivieron en la Casa Blanca han sido objetivos. Pero dos atentados contra la vida de un expresidente en el plazo de dos meses no deja de ser llamativo, especialmente en el fragor de unas elecciones en las que es uno de los principales candidatos a su antiguo cargo.

Quizás la analogía más cercana podría ser la del entonces presidente Gerald Ford, quien sobrevivió a dos intentos de asesinato en poco más de dos semanas en 1975. Pero lo más inquietante es que los intentos de asesinar a Trump recordaron para muchos a 1968, cuando Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy fueron abatidos con dos meses de diferencia. Aquellos asesinatos se produjeron en un momento de violencia generalizada en las calles estadounidenses, en medio de una sensación de resquebrajamiento de los lazos sociales, algo que también preocupa hoy a muchos líderes.

En el centro de la actual erupción de violencia política se encuentra Trump, una figura que parece inspirar a la gente a lanzar amenazas o emprender acciones tanto a su favor como en su contra. Durante mucho tiempo ha favorecido el lenguaje de la violencia en su discurso político, animando a sus seguidores a golpear a los que interrumpen, amenazando con disparar a los saqueadores y a los inmigrantes indocumentados, burlándose de un ataque casi mortal contra el esposo de la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes y sugiriendo la ejecución de un general al que consideraba desleal.

Aunque Trump insiste en que su encendido discurso a sus partidarios el 6 de enero de 2021 no fue responsable del posterior saqueo del Capitolio, ese día se resistió a las peticiones de sus asesores y de su propia hija para que hiciera más por detener el asalto. Incluso dio a entender que la multitud podría tener razón al querer ahorcar a su vicepresidente, y desde entonces ha considerado patriotas a los atacantes, a los que podría indultar si vuelve a ser elegido.

Trump no se detiene a reflexionar sobre el impacto de sus propias palabras. La semana pasada, sus falsas acusaciones contra los inmigrantes haitianos durante su debate con Harris fueron seguidas rápidamente por amenazas de bomba que pusieron patas arriba la vida en Springfield, Ohio, y él no hizo nada para desalentarlas. Tras 33 amenazas de bomba, el gobernador de Ohio dijo el lunes que las fuerzas del orden realizarían inspecciones diarias en las escuelas de la ciudad.

A la pregunta de un periodista de si denunciaba las amenazas de bomba, respondió con evasivas. “No sé qué ha pasado con las amenazas de bomba”, dijo. “Sé que ha sido tomada por migrantes ilegales, y eso es algo terrible que ha sucedido”.

Los críticos de Trump también han empleado en ocasiones el lenguaje de la violencia, aunque no de forma tan extensa y reiterada en los más altos niveles. Los aliados del expresidente distribuyeron en internet un video recopilatorio de varios opositores a Trump diciendo que les gustaría darle un puñetazo en la cara o cosas por el estilo. Algunas de las voces más extremas en las redes sociales se burlaron o minimizaron el encuentro en el campo de golf de Florida. Los aliados de Trump a menudo denuncian lo que llaman el síndrome de enajenación Trump, la idea de que sus críticos le desprecian tanto que han perdido la cabeza.

La ira, por supuesto, ha sido durante mucho tiempo la fuerza animadora de la etapa política de Trump, tanto la ira que despierta entre sus partidarios contra sus rivales como la que genera entre sus oponentes, quienes llegan a detestarlo. Las predicciones de que pudiera replantearse eso tras escapar por muy poco de la muerte en Butler resultaron efímeras. A la mitad de su discurso de aceptación en la Convención Nacional Republicana, cinco días después, volvía a ser él mismo.

Pero es una medida de hasta qué punto la violencia política se ha convertido en parte de la cultura estadounidense moderna —no aceptada, quizás, pero cada vez más esperada— que el más reciente incidente puede no suponer más diferencia que el primero. La conmoción causada por el tiroteo de Butler se disipó con relativa rapidez cuando la atención se centró en otros acontecimientos. La conmoción de este podría durar igual de poco.

Publicado en NYT.

Peter Baker es el corresponsal jefe de la Casa Blanca para en NYT.

 

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Articulos Destacados

9/11 , 23 años entre conmemoraciones y recuerdos

Francisco

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EP NEW YORK | 9/11 | 23 años de los atentados terroristas

Por : Gustavo Lugo | Manhattan

Hoy miercoles 11 de septiembre se celebra el 23 aniversario  del atentado a las torres gemelas en Nueva York en el 2001, honrando en la memoria de las víctimas en un acto de recordación que reune a líderes, mandatarios y a los seres queridos de quienes perdieron la vida en aquel trágico día.

la conmemoración como todos los años es en la Plaza del Memorial donde todas las familias se reúnen para leer los nombres de las casi tres mil personas que perdieron la vida en el atentado, ademas también del primer atentado terrorista del 26 de febrero de 1993″, explicó Isaac Pacheco, portavoz Museo y Memorial 11 de Septiembre.

Veintitres años después, el recuerdo de las víctimas del 11-S sigue vivo, y honramos no solo a quienes murieron aquel día, sino también a quienes fallecieron más tarde por las consecuencias de los ataques. con de la lectura de los nombres, los momentos de silencio y el tradicional tributo de las luces, el museo conmemorativo del 11 de septiembre ha incluido una experiencia digital gratuita para las personas que no pueden asistir en persona la cual puedes acceder por internet.

Entre la celebracion tambien incluye la icónica instalación de arte conmemorativa Tribute in Light regresando un año más visible en un radio de 60 millas alrededor del bajo Manhattan desde el anochecer del 11 de septiembre hasta el amanecer del 12 de septiembre para conmemorar el 23º aniversario del 11 de septiembre.

Estos haces de luz gemelos, que evocan las Torres Gemelas originales, se han convertido en un elemento esencial de cómo la ciudad de Nueva York siempre recuerda la resiliencia de nuestra ciudad frente a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y a todos los que perdieron la vida. La plaza en memoria del 11 de septiembre se abre al público a las 3 pm. el 11 de septiembre  y permanecerá abierta hasta la medianoche para que visitantes de toda la ciudad y de todo el mundo puedan ver la instalación desde este lugar sagrado de recuerdo y aprendizaje.

“Asegurar que todos los neoyorquinos recuerden a aquellos que perdimos el 11 de septiembre es importante para nosotros en Con Edison”, dijo el presidente de Con Edison, Matthew Ketschke. “Durante más de 200 años hemos sido la columna vertebral silenciosa de la ciudad de Nueva York y estamos agradecidos por la oportunidad de rendir homenaje a esta ciudad y a las Torres Gemelas a través de Tribute in Light”.

“El 11 de septiembre, el mundo vuelve sus ojos hacia la ciudad de Nueva York, donde las luces que atraviesan nuestro horizonte simbolizan nuestra memoria colectiva y nuestra fuerza inquebrantable”, dijo el asambleísta de Nueva York Charles Fall. “Es nuestro deber solemne garantizar que estas luces Continuen brillando cada año, honrando las vidas que perdimos y la resiliencia que define nuestra ciudad”.

Tribute in Light se presentó por primera vez seis meses después del 11 de septiembre en marzo de 2002, mientras continuaban los esfuerzos de rescate, recuperación y ayuda en la Zona Cero. La instalación consta de ochenta y ocho bombillas de xenón de 7.000 vatios montadas en dos cuadrados de 48 pies, haciéndose eco de la forma y orientación de las Torres Gemelas originales. Las luces están hechas a medida por Space Cannon y la instalación es producida anualmente por Michael Ahern Production Services (MAPS).

El Museo y Memorial del 11 de septiembre es la principal institución del país que se ocupa de explorar el 11 de septiembre, documentar su impacto y examinar su importancia continua. Esta misión se avanza a través de la conmemoración, la educación y la inspiración. Ubicado en ocho de los 16 acres del sitio del World Trade Center, el Museo y Memorial del 11 de septiembre recuerda y honra las 2,938 vidas perdidas el 11 de septiembre de 2001 y el 26 de febrero de 1993.

A través de exhibiciones, una amplia variedad de programas y Durante los eventos conmemorativos, el Museo y Memorial del 11 de septiembre busca educar al público sobre las consecuencias del terrorismo y su impacto en individuos y comunidades. Al preservar y compartir historias de resiliencia, compasión y coraje, el Museo y Memorial del 11 de septiembre espera inspirar a las personas a construir un mundo más compasivo y seguro. Los programas del Museo y Memorial del 11 de septiembre son posibles, en parte, gracias al Consejo de las Artes del Estado de Nueva York con el apoyo de la Oficina del Gobernador y la Legislatura del Estado de Nueva York.

Hoy el mundo entero como todos los años pondra sus ojos en la zona cero, para recordar y honrar la memoria de las victimas.

 

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Agencias

Economía , migración y aborto en primer debate presidencial

Francisco

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EP NEW YORK | DEBATE PRESIDENCIAL EE.UU. 2024

En los debates presidenciales de Estados Unidos suele importar tanto el fondo como la forma. Un sutil gesto o un ataque contundente, una palabra bien elegida o un desliz en una frase pueden determinar quién resulta ganador.

Y en el de este martes, el primero —y tal vez único— entre la candidata demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump en la ruta hacia las elecciones del 5 de noviembre , no quedó mucho lugar a la duda.

A apenas 57 días de la cita en las urnas, en vísperas de que se inicie el voto anticipado en muchos estados y empatados como los muestran las encuestas de intención de voto, quedaba poco margen para el error.

Y con su afilada intervención, Harris logró disipar las preocupaciones de larga data sobre sus habilidades para hablarle al público que comenzaron con su fallida candidatura a la Casa Blanca de 2020, y sólo se agudizaron por su torpeza en algunas entrevistas en los últimos años.

Era, además, su oportunidad para desgranar sus propuestas y darse a conocer, y no la desaprovechó.

Mientras, Trump se agarró a su conocido estilo combativo, tratando de sortear los ataques de la antigua fiscal general de California, y demostrar que durante el gobierno controlado por los demócratas la situación del país ha empeorado.

Era el séptimo debate presidencial para él desde que se estrenara en 2016, el primero para ella. En el debate anterior, el de junio, el contendiente era aún Joe Biden, pero su mal desempeño le costó la postulación.

Antes de este martes, Trump y Harris nunca se habían encontrado frente a frente, ni dirigido el uno al otro en directo. De hecho, la única vez en que habían compartido espacio fue cuando la demócrata, siendo senadora por California, siguió el discurso del Estado de la Unión del entonces presidente desde la galería del Capitolio.

Ahora, en los 90 minutos que debatieron, a apenas unos metros el uno del otro, no se alejaron mucho de las previsiones de los expertos.

Economía, migración, aborto

La economía, principal preocupación de la mayoría de estadounidenses, fue el tema que abrió el debate y acaparó buena parte de los intercambios entre los candidatos.

Trump además centró sus esfuerzos en criticar la política de inmigración del presidente Joe Biden y, por extensión, el rol de Harris en ella.

“Soy la única en este escenario que ha procesado a traficantes de personas”, contestó con contundencia ella. Y responsabilizó a Trump de bloquear un intento de solucionar la crisis fronteriza, al “matar” un proyecto de ley bipartidista enfocado a ello.

“¿Saben qué pasó? Donald Trump llamó por teléfono a algunas personas en el Congreso y les dijo que se deshicieran del proyecto de ley. ¿Por qué? Porque prefería su candidatura a solucionar un problema”.

Uno de los moderadores le preguntó entonces al republicano cómo planea, de ganar las elecciones, llevar a cabo la deportación masiva que ha prometido.

“¿Cómo piensa deportar a 11 millones de indocumentados?”, planteó David Muir, quien adquirió un papel activo a lo largo del debate, corrigiendo a Trump y aclarando afirmaciones de este en varias ocasiones.

El republicano volvió entonces a su ya conocido discurso sobre la inmigración, a insistir en la necesidad de cerrar la frontera ante millones de personas procedentes “de todo el mundo” que tratan de cruzarla, de ciudades estadounidenses que ya parecen “Venezuela en esteroides“.

“Ella y su partido han destruido este país”, zanjó, mientras la vicepresidenta lo miraba fijamente, algo que hizo durante todo el debate.

Por su parte, Harris contraatacó recordando las cuentas pendientes de su contrincante con la justicia, mientras Trump argumentaba que es un intento de los demócratas de usar el sistema judicial contra él para ganar las elecciones.

Acalorado fue también el intercambio sobre uno de los caballos de batalla de Harris: los derechos reproductivos.

“No estoy a favor de una prohibición [federal del aborto], pero no importa, porque ahora son los estados los que están decidiendo”, insistió Trump, después de que se le preguntara que aclarase su postura ante la interrupción del embarazo.

La política exterior, en especial la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra de Israel en Gaza, fue otro de los grandes temas de la noche.

“Si Harris gana, en dos años no existirá Israel”, fue una de las frases más llamativas de Trump sobre el primero de los conflictos. “Si por Trump fuera, Putin estaría ahora sentado en Kyiv”, dijo Harris sobre el segundo.

¿Se traducirá en votos?

No es casualidad que se eligiera Filadelfia para el cara a cara organizado por la cadena ABC. Es la principal ciudad de Pensilvania , el más importante de los llamados estados péndulo.

Debido a cómo está conformado el sistema electoral estadounidense, son estos estados, también llamados visagra, los que acaban dando la victoria en las urnas. Para estas elecciones son también clave Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Míchigan, Nevada y Wisconsin, pero ninguno más que Pensilvania.

Ningún demócrata ha llegado a la Casa Blanca sin ganar en Pensilvania desde 1948.

Los votantes rompieron una racha de seis victorias demócratas en el estado cuando se decantaron por Trump en 2016, aunque en 2020 volvieron a decantarse por el Partido Demócrata y apoyar a Joe Biden.

“Dicen que ‘si ganas en Pensilvania, vas a ganar todo'”, proclamó Trump hace unas semanas durante un mitin en Wilkes-Barre, otra ciudad de ese estado.

Ahora habrá que ver si lo visto en la noche de este martes en el National Constitution Center de Filadelfia se traduce en votos, especialmente en los del reducido porcentaje de indecisos (en torno al 8%) que es fundamental para ver de qué lado quedará la balanza.

Agencias.

 

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