No había duda de que Putin se alzaría con la victoria en su cuarta contienda electoral, en la que enfrentó a siete candidatos menores después de la exclusión de su principal contrincante.

El único desafío real que enfrentaba Putin era lograr una ventaja tan amplia como para ganar de manera indiscutible otro periodo presidencial.

Cuando el escrutinio alcanzaba 80% en los diversos distritos a primeras horas del lunes, Putin obtenía 76% de los sufragios. Los observadores y electores individuales informaron de irregularidades generalizadas, como rellenado de urnas y votación forzada, aunque es improbable que esas quejas mengüen el poder del gobernante que más tiempo ha llevado las riendas de Rusia desde Josef Stalin.

Putin, como encarnación del resurgimiento de Rusia como potencia en la escena internacional, goza de inmensa lealtad entre los rusos. Más de 30.000 personas se reunieron en la plaza Manezh, contigua al Kremlin, a pesar de las temperaturas de 10 grados centígrados bajo cero (15 F) para asistir a un concierto por la victoria y esperar el discurso de Putin.

El presidente ensalzó el apoyo de sus partidarios al decirles que “soy un miembro de su equipo” y les afirmó que “estamos destinados al triunfo”.

Después de hablar durante menos de dos minutos, Putin se retiró del escenario, en una presentación muy rápida que resumió la predictibilidad de los comicios.

Desde que asumió el mando en Rusia la víspera del Año Nuevo de 1999 después de la sorpresiva renuncia de Boris Yeltsin, Putin ha centrado su poder electoral en la estabilidad, una situación apreciada por los Rusos después de la caótica disolución de la Unión Soviética y los años de “capitalismo salvaje” de su predecesor.

Sin embargo, la estabilidad ha sido reforzada a costa de la supresión de la disidencia, el debilitamiento de la prensa independiente y el control absoluto de la política de arriba abajo en lo que se llama “democracia administrada”.

Abundaron las versiones sobre votación forzada, a fin de que Rusia diera la imagen de tener una democracia robusta.

Dos observadores electorales en Gorny Shchit, un distrito rural de Yekaterinburgo, dijeron a The Associated Press haber visto una afluencia inusualmente alta de electores entre el mediodía y las 2:00 de la tarde. Un médico en un hospital en la ciudad de las montañas Urales dijo a la AP que las 2:00 de la tarde era el límite para que el personal de salud informara a sus superiores que ya había votado.